La memoria histórica es perversa. Por supuesto que los ataques
terroristas de Hamás a Israel son condenables y reprobables, pero lo es aún más
la venganza de la ultraderecha fascista de Israel. Una respuesta que en
realidad es un genocidio. La limpieza étnica de la que fue objeto el pueblo
judío en la Europa nazi, es hoy usada por el Estado de Israel y la camarilla
ultraderechista sionista para asesinar, con el apoyo de Estados Unidos y la
Unión Europea, al pueblo palestino. Antes de 1948, Palestina ocupaba un
territorio que históricamente le pertenecía, pero las componendas imperialistas
estadounidense y europea, impusieron, de la nada, un Estado que llamaron Israel
y abrieron una etapa de horrores, tanto para la población palestina como para
la judía que emigró desde diversos lugares de la Europa de la posguerra para
ocupar lo que comenzaron a llamar su patria. El problema es que ignoraron que
esa tierra que les fue asignada por las potencias imperialistas, ya tenía
dueños históricos.
Sin embargo, más allá de la conflictiva “coexistencia” del Estado de
Israel y Palestina, pueblo al que desde entonces se le ha negado la categoría
de Estado y nación soberana e independiente, el mundo asiste al genocidio del
pueblo palestino. El genocidio contra el pueblo judío no parece ser un punto de
partida vergonzoso para la humanidad, en particular para la ultraderecha
israelí, cuya conducta fascista los exhibe ante el mundo. Esgrimiendo
sinrazones, ha hostigado, asesinado, colonizado, las tierras del pueblo
palestino en su afán expansionista, mientras Occidente mira imperturbablemente
como la camarilla fascista israelí aniquila a los palestinos. No hay argumentos
válidos en una disputa territorial, ideológica, política e imperialista, en la
que una de las partes cuenta con recursos de todo tipo, en tanto que los
habitantes históricos de la zona son expulsados de su propia tierra. No hay
tolerancia, como algunas comunidades exigen, cuando el Estado de Israel amenaza
con la limpieza étnica, el genocidio.
Hamás es un grupo terrorista, el que incluso fue organizado y entrenado
por el Estado de Israel con el supuesto de que socavaría la resistencia
palestina. Esta historia no es nueva. En Centroamérica, la propia Europa,
África, Asia, Estados Unidos ha armado grupos que posteriormente se han
radicalizado e iniciado hostilidades en contra de los países occidentales que
los han promovido. Y en este contexto, es fundamental el papel de los medios
corporativos, progresistas y no convencionales. En el primer caso, buena parte
de la prensa y la televisión internacional, no solo pregona y justifica la
barbarie israelí, sino también fabrica noticias falsas y propaganda sionista
(40 niños israelíes supuestamente decapitados); en el segundo, se condena la
escalada iniciada por Hamás, pero se denuncian las atrocidades y mentiras de la
camarilla fascista israelí, y en el tercero, diversas plataformas no ligadas a
los anteriores, buscan ejercer un periodismo que no se sujete a los intereses
occidentales.
El periodismo occidental corporativo, no está a la altura de este
conflicto. Es un proceso de exterminio que es justificado por la prensa
occidental como una simplista respuesta de un Estado agredido, nación con la
que buena parte de Occidente se ha solidarizado ante el holocausto judío, pero
que ante el holocausto palestino promueve una matanza de humanos como si los
palestinos no tuvieran el mismo estatus de humanidad que los israelíes. Pero no
todo está perdido. Asistimos también a la protesta en México, Jordania, Estados
Unidos, Francia, entre otros países, porque el asedio y el asesinato de los
palestinos pare. Y si no se detiene, sabemos bien que el Estado de Israel y la
camarilla ultraderechista, sionista, fascista, que lo dirige, no tendrá jamás
un buen público que justifique sus atrocidades. Las que no son nuevas. Durante
décadas han intentado eliminar al pueblo palestino sin miramientos. La memoria
histórica traicionada es realmente trágica. La venganza por el exterminio judío
no puede ser trastocado por el extermino palestino.
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