Sin duda, las investigaciones sobre la desaparición de los 43
estudiantes de Ayotzinapa, están en un momento crítico, pero la radicalización
estalinista de un ala de los familiares y acompañantes no ayuda a resolver un
problema que fue una operación del Estado mexicano que el PRIAN llevó a cabo
cuando tenía en sus manos el Poder Ejecutivo, el poder político y la venía de
la oligarquía. La coyuntura actual pone en entredicho a los radicales
encapuchados que derribaron parcialmente la puerta de Palacio Nacional, lo que
plantea dos escenarios: de un lado, el accionar de los buitres de la derecha
mediática, partidista, política y empresarial anti AMLO, anti 4T y anti Morena,
buscando votos, y del otro, la ausencia del pueblo, que apoya a AMLO, en la
movilización de Ayotzinapa. El peligro para padres, madres y grupos que los
apoyan, es que los mexicanos que hoy están de acuerdo con la continuidad de la
transformación, los abandonen e ignoren.
Efectivamente, el Ejército mexicano estuvo involucrado en los hechos del
26 de septiembre de 2014, pero fue por órdenes del comandante supremo, Enrique
Peña Nieto, quien ordenó a Tomás Zerón torturar a testigos y chivos
expiatorios, y a Jesús Murillo Karam, Procurador General de la República
durante su gobierno, fabricar la llamada “verdad histórica”, para ocultar la
responsabilidad de su gobierno y del Estado mexicano en el crimen contra 43
jóvenes estudiantes. El suceso, 4 años antes del arribo de AMLO al Poder
Ejecutivo, quedó impune y fue cerrado por el gobierno del PRIAN. Cuando el
actual presidente de México triunfó en las elecciones de 2018 y asumió la
presidencia, reabrió las investigaciones para cumplir uno de sus compromisos de
campaña, pero sobre todo para dar justicia a los familiares de los estudiantes
de Ayotzinapa. Durante cinco años, se intensificaron las indagaciones, los informes
y se abrieron archivos antes negados y ocultos.
La consigna ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!, se escuchó en
todo México, pero ante los recientes acontecimientos, el pueblo se ausentó de
las protestas radicales y las equivocaciones de los familiares de los 43
estudiantes. Y ante las amenazas de sus abogados y asesores, lo que se
vislumbra es la derechización de un movimiento que grita justicia. Perseguir a
AMLO, irrumpir en los mítines de la candidata de Morena, no le dará a los
líderes, asesores y familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa, la razón o
respaldo. Su pretensión es usar el proceso electoral para que la derechista
Xóchitl Gálvez los use como parte de su reportorio anti AMLO, anti Claudia
Sheinbaum, anti 4T, anti Morena. Lo que después del portazo al Palacio
Nacional, que usa ya la derecha, los fascistas, y su corrupta candidata, no les
producirá respuesta alguna. De regresar a la presidencia, la derechista Xóchitl
Gálvez, sus partidos políticos y la oligarquía, reinstalarán la “verdad
histórica” y la represión.
En este contexto, vale la pena cuestionar el camino que siguen los
familiares de los 43 jóvenes de Ayotzinapa. Asimismo, es importante recapitular
los apoyos de los que se han rodeado. Por un lado, organizaciones defensoras de
derechos humanos con probada trayectoria e interés por esclarecer el hecho, y
por el otro, asesores ligados a la derecha anti AMLO, cuya agenda parece estar
copando la de los padres y madres de los jóvenes. Entre 2014 y 2018, marcharon
y condenaron la “verdad histórica”, exigiendo justicia, pero jamás
radicalizaron sus acciones porque bien sabían que podrían ser reprimidos. Actualmente,
no reconocen los avances en las investigaciones, pretenden que el gobierno les
entregue el Ejército, pero no chocan por los que actualmente están en la cárcel
–soldados, el exprocurador- o reclamados por el gobierno mexicano –Tomás Zerón.
Por supuesto que no es suficiente ¿pero a casi 10 años de la desaparición de
los jóvenes, Vidulfo Rosales, la derecha que lo acompaña, los padres y madres,
seguirán reclamando su retorno en vida?
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