sábado, 30 de marzo de 2024

Linchamientos y prensa sicaria

 

Los linchamientos en México, no parecerían ser hechos, despreciables por supuesto, extraordinarios. De acuerdo con Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila (“Acerca de los linchamientos (y el vigilantismo): reflexiones sobre la violencia en México”, El Cotidiano, 237, 2023), entre 2016 y 2022, más de 1,600 ocurrieron en nuestro país. Asimismo, buena parte de la literatura científica asequible, ve en la crisis de autoridad y la crisis moral la principal motivación. Realidades que la prensa corporativa golpista no toma en cuenta en sus supuestos “sesudos” análisis, los que proliferan ante lo sucedido en Taxco, Guerrero, el jueves 28 de marzo de 2024. Un suceso trágico y deleznable, por donde se le quiera ver. Pero la condena fácil y la denostación a los actores directos y a los gobiernos locales, estatales y federal es lo que prevalece. Sin duda, el secuestro y feminicidio de una niña de 8 años debe alertar a la comunidad y a la nación sobre un acto que tiene que ver, más allá de la crisis de autoridad y la crisis moral, con la fractura del tejido social y el colapso de los lazos comunitarios y de la familia patriarcal tradicional. La niña Camila fue secuestrada y asesinada por sus vecinos, cuya madre y padre confiaron en gente conocida y le permitieron ir a una casa que les parecía confiable.

¿De cuál crisis moral y de autoridad hablan los sociólogos? Desde el punto de vista de un antropólogo, a la crisis moral de los secuestradores y asesinos hay que sumar el clima histórico que los gobiernos del PRIAN nos heredaron. En 2006, cuando el espurio narco Felipe Calderón lanzó su guerra esquizofrénica, en aras de legitimación política, generó situaciones locales y comunitarias que rompieron vínculos y lazos familiares, colectivos y comunitarios que hoy están lejos de ser sanados. También, es necesario pensar en las implicaciones del linchamiento que una turba incontrolable protagonizó y en la que asesinó a otra mujer. Otro feminicidio. Sí, porque las personas que mostraron su desprecio por la vida humana, cometieron otro feminicidio. La mujer que supuestamente perpetró el secuestro y asesinato, junto con sus hijos y su pareja, no solo estaba en crisis moral, sino también exhibió el desprecio por una niña, sus familiares y la autoridad. El individualismo extremo, estúpido, por parafrasear a un clásico.

Sin embargo, la prensa sicaria, golpista, supone, en su simplismo diario, que el hecho de Taxco, Guerrero, tiene solo que ver con la crisis de autoridad o la política de AMLO. Mientras sigan manipulando los “abrazos, no balazos”, los medios corporativos no entenderán los cambios por los que las sociedades locales están pasando. El secuestro, asesinato y linchamiento de Taxco, muestra el colapso local y comunitario que prevalece en México, exacerbado por la esquizofrénica guerra del narco Felipe Calderón. Sin un diagnóstico local y nacional, con la conveniencia de su secretario de Seguridad, hoy preso por narco en Estados Unidos, decidió lanzar su guerra fratricida sin importarle las consecuencias. Por un lado, socavó el tejido social con la intervención bélica de las fuerzas armadas –el asesinato de dos estudiantes del Tec de Monterrey, seguirá siendo emblemático- y, por el otro, hundió moral y económicamente a miles de comunidades al exponerlas al narco y sus culturas, sin promover un saneamiento sociocultural.

Por supuesto, la niña Camila no puede ser otra estadística. La gobernadora Morenista tiene que demostrar que hace las cosas de manera diferente al PRI y el PRD, partidos políticos que gobernaron previamente y hundieron a Guerrero y sus localidades. La fractura del tejido social no puede ser superada nada más con políticas públicas que hagan hincapié en lo material, debe haber un saneamiento social, cultural, político, educativo y económico. Las comunidades también deben estar dispuestas a sanar, tanto las heridas individuales como las colectivas. Y el gobierno estatal y el Estado mexicano, deben realizar una intensa autocrítica para favorecer que las comunidades locales perciban los cambios e inicien su propio proceso de sanación.

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