jueves, 20 de junio de 2024

El Plan C: ¿amenaza a los privilegios?

 

Los grandes empresarios nacionales, banqueros y transnacionales, previo a la elección del 2 de junio de 2024, no tuvieron dudas de que Claudia Sheinbaum ganaría la presidencia de la República. La ridícula campaña de la oposición, plagada de amenazas, miedo, insultos, mentiras y golpes políticos en contra del presidente de la República y la candidata de la coalición “Seguimos haciendo historia”, sabían que fracasaría, aunque aportaban dinero a la campaña sucia, el golpismo y la guerra electoral. No hay duda que, a pesar de las certezas del fracaso opositor, le apostaban a cierta irracionalidad de los votantes. Pero la “irracionalidad populista” los pasmó. Los mexicanos, aunque no superaron el porcentaje de participación de la elección de 2018, salieron a votar para darle a Claudia Sheinbaum y los partidos Morena-PT-PVEM, su apoyo para el Plan C.

Esta es la parte que la oposición les vendió, muy caro, pero con mentiras, a la oligarquía. Pero, los sectores empresariales, como el PRIANRD, Claudio X. González, la intelectualidad neoliberal, con sus aires de sapiencia, los medios corporativos y sus obtusos comentócratas, no supieron interpretar la realidad. Su realidad alterna les hablaba de populismo, irracionalidad, mexicanos sin educación, ciudadanos que no piensan, manipulables. Los mexicanos les demostraron que no son irracionales y el populismo es una rémora conceptual e intelectual –pronto veremos sesudos “análisis” de “expertos” mexicanos y extranjeros calificando a los votantes de México- que no sirve para interpretar lo que está sucediendo en nuestro país. Después de 2018, algunos analistas de izquierda y cercanos a la 4T, insistieron en que, para analizar, no solo el triunfo de AMLO, la 4T, Morena, sino también la conducta electoral –y no electoral- de los mexicanos era urgente repensar conceptos y paradigmas.

Con todo, los estudiosos y analistas de la derecha, tanto mediática como académica, siguieron usando sus anquilosados marcos teórico-conceptuales, obteniendo conclusiones, en muchos casos, viscerales, ancladas en el neoliberalismo y los populismos –derecha e izquierda-, certezas aferradas en prejuicios, odio y veleidad. El clasismo, la misoginia, la discriminación, el racismo y el desprecio por sectores empobrecidos por el neoliberalismo y el supuesto “fin de la historia”, normaron los análisis. Para algunos autores, los planteamientos de Max Weber sobre los liderazgos carismáticos fueron suficientes para analizar el encumbramiento de AMLO. El desprecio se convirtió en análisis. El “mesías tropical” y la irracionalidad de sus seguidores, obnubilaron a la derecha académica y mediática. El odio de la oposición derechista, sustituyó al rigor analítico. El odio de la comentocracia de derecha, es conocida. No cambió ni requiere rigor. Es odio.

En este sentido, la negativa recepción del Plan C refleja que amenaza los privilegios de la oligarquía. Así como a partir de 2018, el cambio llegó con el combate a la corrupción, al huachicol, recomposición de los sistemas de salud pública, educación, recaudación de impuestos, laboral, entre otros aspectos, en 2024 los mexicanos decidieron, no solo la continuidad de un proceso de gran envergadura, sino también nuevos derroteros del mismo. La narrativa derechista fracasó. El reiterado desprecio a los mexicanos que apoyaron hace casi seis años a AMLO, y la intención de normalizar el odio de la oposición y la oligarquía en contra de la mayoría de los ciudadanos, clarificaron la ruta que finalmente millones de mexicanos decidieron refrendar. Cerca de 36 millones de votos para la primera presidenta de México, mayoría calificada en la Cámara de Diputados, mayoría, aunque no calificada, en el Senado, gubernaturas y Congresos locales.

Desde esta perspectiva, el Plan C significa romper el contubernio entre los poderes facticos (oligarquía nacional y extranjera, políticos, delincuencia organizada y de cuello blanco, grupos derechistas, organizaciones antigubernamentales) y el Poder Judicial. El mandato es claro: hay suficientes elementos para reformar el Poder Judicial. La gente no votó por conservarlo.

No hay comentarios: