Durante la Segunda Guerra mundial, el holocausto judío en la Europa
dominada por Hitler y sus nazis, no tuvo la difusión que actualmente tiene el
genocidio en Gaza. Muchos, nos enteramos de las atrocidades contra el pueblo
judío décadas después. Los campos de exterminio exhibidos, fotografías del
asesinato masivo, testimonios de los sobrevivientes, la hazaña de muchos para
huir de la muerte hacia otros países, los contubernios de la Iglesia católica y
los gobiernos de Francia, Italia, España, revelaron, poco a poco, la
monstruosidad nazi. Asimismo, no solo se buscaba la muerte de los judíos, sino
también de homosexuales, gitanos y todas aquellas comunidades minoritarias que
no encarnaban el ideal racista hitleriano. Décadas después, el holocausto judío
fue hollywoodizado: filmes, documentales, testimonios, fueron documentando la
memoria histórica. También en el mundo académico y literario, se han escrito
cientos, quizás miles de obras, tanto para denunciar como para comprobar la
veracidad de los hechos, que aún hoy algunos blancos racistas pretenden negar.
Las atrocidades contra el pueblo judío no han sido suficientes para
detener el holocausto palestino, el cual se ha convertido en parte de la
perversa y esquizofrénica propaganda israelí, cuyo sionista primer ministro
Netanyahu exhibe al mundo sin escrúpulos, sin re remordimientos, sin un dejo de
vergüenza. Todo con la complicidad de Estados Unidos y la Unión Europea, que,
en sus arrebatos racistas, clasistas, discriminatorios, pretenden justificar el
asesinato masivo del pueblo palestino con la “salvación” de la blanca y
fascista civilización occidental. Datos oficiales afirman que son ya alrededor
de 40 mil palestinos masacrados, la mayoría mujeres y niños. La limpieza étnica
en su pureza y perversidad: exterminar a las mujeres para que el pueblo
palestino no se reproduzca, y asesinar niños, para que no se conviertan años
después, en defensores de su patria robada. Pero, acorde con un reciente
artículo de la revista científica The
Lancet (Julio/12/2024), el número real de la masacre ascendería a 200 mil
palestinos. La atrocidad de la cifra es devastadora. Estamos viendo en tiempo
real cómo opera el sionista Estado de Israel, asesinando humanos.
Más allá de las cifras, y de si la masacre puede ser entendida como un
genocidio, la que en la introducción del mismo artículo en línea de The Lancet, es cuestionada con
parafernalia legaloide occidental, el mundo occidental está observando, algunas
veces impávido, aunque las protestas contra Israel y Netanyahu crecen, cómo
Occidente aniquila a una población que lucha por sus derechos a una tierra, a
una patria, a una nación, a vivir en paz, a la vida, a la humanidad. El genocidio
palestino tiene fines perversos y esquizofrénicos: limpieza étnica,
aniquilación de un pueblo, asalto armado de sus tierras, ocupación de sus
territorios. Una masacre del sionismo israelí, con la complicidad de Estados
Unidos y la Unión Europea. Dinero, armas, negocios al amparo del aniquilamiento
de un pueblo, sostén del aparato militar-industrial de Occidente. La democracia
es lo que menos importa a Occidente. Con la cantaleta sionista israelí, el
ejército sionista ha destruido objetivos con supuestos integrantes de Hamas,
asesinando a miles de palestinos y palestinas.
En Estados Unidos, la Unión Europea, México y otros países
latinoamericanos, las protestas en contra de la masacre perpetrada por
Israel-Estados Unidos-Unión Europea, crecen y continúan. El caso de México es
interesante. Ciudadanos han salidos a las calles para gritar el cese al fuego,
pero la comunidad judía –buena parte de ella- sigue callada. Nunca he estado de
acuerdo con las acciones de Hamas, pero es obscena la postura de la mayoría de
los judíos mexicanos: autovictimización, silencios ominosos, desprecio por un
sector de la humanidad que está siendo aniquilada por el sionista Estado de
Israel. En Estados Unidos, la respuesta de jóvenes judíos ha sido ejemplar. Al
grito de “no en mi nombre”, han protestado en contra del obsceno genocidio,
pero las “democracias” occidentales callan, mientras su complicidad sigue
matando palestinos.
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