jueves, 8 de agosto de 2024

Sobrerrepresentación y Lawfare

 

El supuesto debate sobre la “sobrerrepresentación”, indica que la derecha va por escenarios políticos que podrían marcar negativamente la democracia mexicana, pero peor para esa derecha que niega logros en cualquier ámbito en este gobierno. El 2 de junio de 2024, los mexicanos, a pesar de los abatimientos de la derecha y ciertos sectores de la llamada izquierda verdadera, los ciudadanos tomaron decisiones precisas: es necesario un cambio profundo. Lo que algunos llaman un cambio de régimen. Lo que introducen ahora en la narrativa política es que su derrota no puede ser avalada por la Constitución. Y llaman, en los medios corporativos y las redes sociales golpistas, a violar la Constitución sin ambages. Lo que demuestra claramente que a la derecha y los fascistas no les interesa la democracia, tampoco los ciudadanos, menos el voto de las mayorías. La derecha, en su momento, modificó la Constitución y las leyes electorales para favorecer sus intereses, pero ante la colosal derrota que sufrieron, han decidido oponerse a lo que impusieron.

Lo que la oposición derechista y fascista llaman sobrerrepresentación, no es un reclamo social. La oposición no se da cuenta que su propaganda anti sobrerrepresentación, no va más allá de una abstracción de tintes políticos, ideológicos e intereses económicos, los que para los ciudadanos no son reales. Recientemente, la fracasada candidata derechista Xóchitl Gálvez inventó que los votos de la derecha valen menos que los votos de Morena y sus aliados, lo que implicaría violar los derechos humanos de quienes votaron por ella y el PRIANRD. Semejante mentira y manipulación, busca ensombrecer los resultados, alcances de la elección del 2 de junio de 2024 y alentar la violación de la Constitución. El texto constitucional es claro: las curules se asignan por partido, ningún partido político puede tener más de 300 diputados y tampoco rebasar el 8%. La asignación constitucional, no violenta los derechos humanos o define unos votos como de menos valor.

El voto de la derecha no vale menos que el voto otorgado a Morena y sus aliados. Suponer tal mentira y manipulación, es burlarse de sus mismos votantes. Inventar que se violan sus derechos humanos, es reducir a los votantes de la derecha a basura partidista, desechable, todo con el fin de obtener los suficientes escaños, aunque el INE y el TEPJF violen la Constitución, para que la oposición derechista pueda impugnar cualquier reforma que afecte a la oligarquía, sus partidos políticos, el Poder Judicial y a las empresas privadas, sobre todo extranjeras. No es porque le interese el voto ciudadano y sus derechos humanos. Como se ha consignado en diversos medios, la derecha busca violentar la Constitución según sus intereses, no los de sus votantes. La nueva marcha rosa promueve, no solo la idea de que la Constitución debe ser interpretada, sino declarada inconstituacional. La derecha busca establecer la narrativa de que la Constitución se equivoca, ergo es violable porque no representa sus intereses.

La derecha conoce bien el manual del Lawfare, es decir, el uso del estado de derecho y la legislación vigente para favorecer los intereses de unos cuantos. Asimismo, prevé el intento de un golpe de estado blando, en el que los medios corporativos, el periodismo que venden y su comentocracia, tienen un papel central en la propaganda y promoción del golpismo derechista. Sin duda, estos esfuerzos locales están articulados con el avance de la derecha y el fascismo a nivel mundial. La globalización no es solo económica, informática, financiera. La relocalización de los procesos productivos y su fragmentación global, también requieren que ideológica y políticamente la derecha y los fascismos se reagrupen para defender el capitalismo salvaje en sus formas más destructivas –extractivismo, privatización y ruina de recursos naturales, destrucción de comunidades, formas organizativas y culturales locales, etc.- con la finalidad de que la acumulación capitalista y la tasa de ganancia no sucumban. Como sucedió el lunes negro (05/08/2024), que incendió la llanura capitalista de Estados Unidos a Japón.

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