Durante mis años de estudios y análisis de la emigración mexicana a
Estados Unidos, además de tratar de entender cómo las diferentes generaciones
de mexicanos y de origen mexicano se han integrado al mainstream de ese país –ya
no el famoso melting pot-, hoy creo esbozar una “conclusión” más o menos
precisa. 45% de los latinos votaron por Donald Trump, sobre todo los hombres.
También los afroamericanos masculinos le dieron su voto. Es quizás una
afirmación simplista, pero latinos, afroamericanos, votaron por el patriarcado
estadounidense representado por Trump: machista, misógino, anti LGBT, anti
aborto, antiinmigrante, racista, favorable al segregacionismo. Son comunidades
que están bien integradas al patriarcado estadounidense y están orgullosas de
un hombre que, con todo el poder acumulado, podrá devolverles la tranquilidad
de que los hombres siguen llevando el mando en la pudrición del sistema
capitalista.
Porque Trump representa a la decadencia capitalista, a pesar de sus
promesas de hacer grande a su país de nuevo (MAGA). Entonces, el hacer grande
de nuevo grande a Estados Unidos, no tiene que ver con la economía o la
inmigración, sino con renacer los valores masculinos, machistas y al
patriarcado. Es decir, que los hombres vuelvan a tener la supremacía sobre las
mujeres. Si bien, varias encuestas de salida coinciden en que la economía y la
inmigración motivaron el voto a favor de Trump, los WASP (blancos anglosajones)
no tienen que probar que conculcan con la perspectiva machista trumpista, en el
caso de los hombres latinos y afroamericanos, era urgente su afirmación. Adicionalmente,
entre los latinos, era necesario hacerse a un lado de los inmigrantes. Es decir,
sus padres, seguro fueron inmigrantes, pero millones de segunda, tercera y
cuarta generación, no tienen por qué identificarse con esos orígenes. Ya son estadounidenses.
Así, aunque Trump apeló a los blancos anglosajones estadounidenses, los
hombres latinos y afroamericanos rechazaban que una mujer afroamericana los
presidiera. Parece que suficiente tienen con que las mujeres tengan el
protagonismo que actualmente tienen en la sociedad estadounidense. Recordemos que
los emigrantes mexicanos, al menos de primera generación, salen de comunidades
mexicanas muy conservadoras, donde las mujeres tienen su destino predeterminado
por el patriarcado. No es una disputa política, sino ideológica, de valores,
moralidad. Tampoco olvidemos que buena parte de los latinos ha sido colonizado
por el cristianismo en sus diferentes formas estadounidenses.
Muchos latinos de origen estadounidense se han integrado al mainstream,
no solo por la llamada “ética del trabajo” –un concepto extraordinario de Max
Weber para explicar el impacto del protestantismo en la Alemania de su tiempo- sino
también por los valores del moralismo evangélico en el que el dinero y el
capitalismo salvaje son fundamentales. Esto es lo que muchos adoradores de la
Constitución estadounidense ignoran. En particular algunos México-americanos
que creen que los supuestos valores constitucionales son los que movieron a las
13 colonias cuáqueras a independizarse de Inglaterra. El mainstream estadounidense
precisa que la ideología patriarcal es la que debe prevalecer. Ideología sustentada
en lo que los blancos anglosajones sostienen. Es lo que el patriarcado blanco
anglosajón impone. Es lo que los latinos y afroamericanos machos suponen que
están perdiendo y que con Trump recuperarían.
Que Trump haya triunfado abrumadoramente, no es una buena noticia para
el mundo occidental que se debate entre el liberalismo y el conservadurismo. La
derecha y el fascismo internacionales podrán celebrar ese triunfo, pero quienes
confían en que el proceso civilizatorio, donde los derechos de todas y todas
son fundamentales, debe avanzar, incluyendo el movimiento a favor del cambio
climático, el cual es negado por Trump y sus seguidores blancos anglosajones. No
hay buenas noticias para el mundo liberal occidental. Menos para las mujeres y
las minorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario