La derecha mexicana no ceja de promover campañas golpistas, a pesar de
sus estridentes fracasos. El intento golpista usando a la SCJN –la pirueta
inconstitucional, de 8 a 6 votos, de la corrupta ministra Norma Piña, es lo más
tragicómico de ese fiasco- y al Poder Judicial, fracasó porque compraron a una
torpe jurista que no sabe ocultar o disimular sus intenciones, pues no es una
política, sino un remedo de ministra impuesta por Enrique Peña Nieto y elevada
a la presidencia de la SCJN por esa derecha que pretende regresar y adueñarse
de México. La derecha ahora acudirá a la CIDH de la OEA, esperando que ese
organismo derribe la Constitución mexicana, ya que lo que siguen llamando
“reforma judicial” es ya parte del texto constitucional. La intención es usar
la “reforma judicial” como violatoria de los derechos humanos, claro, de
ministros, magistrados y jueces, no de quienes exigen justicia. Miles de
mexicanos encarcelados, con procesos pendientes, están siendo violentados en
sus derechos humanos. Lo demás es parte de la tragicomedia.
En este contexto, el PAN está impulsando la campaña sobre supuesto
“narcoterrorismo”, en la cual la derecha cree que pronto lo arropará Donald
Trump, quien durante su campaña electoral amenazó a México con aranceles si no
detenía la migración, el trasiego de drogas y a los carteles del narcotráfico.
Según el fracasado líder del PAN, Marko Cortés, lo del “narcoterrorismo” es una
“opinión” y exige a la presidenta de México “respetar” sus exabruptos golpistas
e intervencionistas. Exigir que los carteles del narcotráfico sean
identificados como “narcoterroristas” y pedir que Estados Unidos invada nuestro
país, sí es traición a la patria, acorde con el Código Penal mexicano. No es
una “opinión”. Recordemos cómo la derecha ha pedido históricamente la
intervención extranjera, trayendo príncipes europeos, ejércitos extranjeros y que,
en el caso de Estados Unidos, haga de nuestro país lo que le convenga como
imperio.
Ante el fracaso de la última andanada golpista que finalmente terminó de
hundir a la SCJN y al Poder Judicial en la ignominia y el descredito, el PAN
pretende encabezar la nueva campaña golpista. No será extraño que los medios
corporativos –prensa, tv, radio, plataformas digitales, redes sociales- pronto
inunden con “sesudas” columnas de la comentocracia pagada por la derecha sus
espacios impresos y virtuales. Tampoco debe extrañar que la ridiculez y traición
a la patria encabezadas por Marko Cortés y Lilly Téllez, sean pronto la bandera
mejor pagada por la derecha. Y no deberá extrañar que en Estados Unidos se
renueve el ataque a nuestro país. Tanto Donald Trump como su vicepresidente
Vance, compiten como los energúmenos con más poder en ese país. Nada saben de
relaciones bilaterales e internacionales, pero suponen que su beligerancia en
América del Norte les será favorable. Consumidores estadounidenses, prepárense
para una mayor inflación y desempleo.
Por la amenaza de subir las tarifas, lo que los blancos anglosajones,
celebran, repercutirá en los precios que todos los productos que sean
importados de México. Son los blancos anglosajones que pagarán la estupidez de
Trump de aumentar los aranceles a México. En nuestro país no hay plantas chinas
que construyan o armen automóviles. Son estadounidenses, europeas o japonesas.
Los autos que son exportados a Estados Unidos tienen componentes de esos
orígenes. No chinos. La disputa comercial con China es una de las grandes
estupideces de los gobiernos –demócrata y republicanos- estadounidenses. En
realidad, es una disputa por el comercio mundial, en el que China presiona
fuerte a las economías capitalistas occidentales. No es México el “problema”,
es la debacle del imperio estadounidense. La guerra en Ucrania y el genocidio
en Gaza han alentado a la industria militar, pero no es suficiente.
La postura de la derecha mexicana se topará con barreras, más que
ideológicas, económicas. Estados Unidos la puede acompañar, pero la relación
bilateral es más importante.
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