La DANA, como otros fenómenos naturales-ambientales-sociales, porque las
fuerzas y frecuencias de huracanes, ciclones, tormentas, estaciones intensas de
calor, lluvias y frío, invertidas, que estamos experimentando actualmente
tienen una carga antropocéntrica innegable, está marcando un claro cambio de
rumbo de la población española de esa zona. Miles han marchado para exigir la
renuncia de Carlos Mazón, un oscuro integrante del Partido Popular que
supuestamente gobierna Valencia, pero que disolvió un sistema de emergencia
para dárselo a quienes adoran torturar toros, ignoró alertas de la catástrofe,
mientras disfrutaba de una linda fiesta, acompañó al repudiado rey de España y
al presidente del Gobierno español Sánchez, quien se hace pasar por socialista,
unos días después de la calamidad vivida por los valencianos, sin atender sus
angustias, pérdidas personales y ruina de su vida cotidiana.
Sin duda, la derecha en España ha avanzado casi de modo inexorable. Muchos
ciudadanos, quienes viven entre el pasado franquista, extremista que aseguran
salvaguardó los “valores” de sociedades ultra conservadoras, y la modernidad de
la Unión Europea que con su sistema de codesarrollo ha cambiado a naciones
sumidas en la pobreza –como lo fue España-, hoy se percatan que votar por la
derecha, el franquismo, el conservadurismo, no es garantía que su vida
cotidiana importe. Son preferibles las torturas y masacres de animales
indefensos que miles disfrutan, como parte de la barbarie de un proceso
civilizatorio que conoce cada vez más obstáculos y retrocesos que avances. Los
valencianos no están cambiando sus anquilosados modos de pensar, pues la
mayoría votó por tener a un gobernante derechista, fascista, que prefiere
masacrar toros, sino están reaccionando ante un personaje que fue elevado a “autoridad”
con la esperanza de que sus vidas importen.
Como quiera, hoy la solidaridad con Valencia es fundamental. Es urgente,
no solo rescatar a los habitantes de Valencia de tormentas que han vuelto sus
vidas insoportables, sino también de una derecha a la que no le importan los
ciudadanos, a pesar de que proclamen que la familia tradicional debe
prevalecer. El PSOE no tiene respuestas a los desafíos que los valencianos
presentan a la derecha, en un giro político, pero no ideológico, contra un
gobernante que debería renunciar ya, porque es compañero de viaje de la
derecha, del conservadurismo, y a veces del fascismo franquista. Los “socialistas”
del PSOE, como el Partido Demócrata en Estados Unidos, abandonaron hace tiempo
a los obreros y a los ciudadanos en general. Si hoy tienen la presidencia del
Gobierno español, no es por abanderar causas socialistas, sino por componendas
políticas.
En México, los últimos fenómenos naturales-ambientales-sociales,
devastaron a muchas comunidades. Aunque a la “izquierda buenaondita” no guste,
AMLO, ante el huracán Otis, operó un programa que incluyó rescatar a las
comunidades afectadas y las bases económicas de zonas como Acapulco, cuya
economía local y familiar dependen del turismo. A la “izquierda buenaondita” se
le “olvida” que vivimos en el sistema capitalista y que huracanes como Otis,
son producto del capitalismo salvaje, además de un estado como Guerrero que es
disputado por la delincuencia organizada y a la que la 4T podría salírsele de
las manos, a juzgar por los recientes acontecimientos. La delincuencia
organizada en Guerrero actúa como cualquier mafia capitalista. Disputar por
territorios, que incluyen gobiernos locales y comunidades, no es solo
establecer fronteras para la producción de delincuencia, es para afianzar el
dominio mediante el terror.
En Valencia, España, la mafia derechista y fascista, se olvidaron del
pueblo valenciano. No hay parangón con lo que sucede en Guerrero, excepto que
AMLO hizo lo necesario para atender –a pesar de los medios corporativos
golpistas que afirman que jamás fue a Guerrero después del impacto de Otis- a
las comunidades devastadas y a los negocios de los capitalistas. Ingentes recursos
se aplicaron. Por eso el secretario de Hacienda debe ser ratificado, no fue
nada más voluntad política. Fue un manejo extraordinario de los recursos
públicos y la economía.
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