El futbol nunca me ha quitado el sueño, pues, excepto el futbol
callejero y de ligas institucionalizadas menores, lo que se ve en los medios
corporativos es un espectáculo, shows mediáticos de pan y circo. Pero lo
sucedido la semana pasada en Ámsterdam, Holanda, y en Francia, es parte del
contexto en el que el genocidio en Gaza ya es insoportable. En el primer lugar,
durante el juego de Maccabi, equipo israelí, contra el Ajax, de la Europa
League, y en el segundo, el encuentro de la selección de futbol del Estado
sionista de Israel contra Francia, se encendieron los ánimos proPalestina y
antisionistas por el genocidio en Gaza.
Según lo que se observa en los videos del encuentro futbolero en
Ámsterdam, no fueron los propalestinos quienes atacaron a los israelíes, sino éstos
iniciaron la agresión. Incluso se observa que los sionistas llevaban palos.
Otra historia contaron los medios corporativos proisraelíes. Insistieron en que
la agresión provino de los protestantes a favor de Palestina e, incluso, las
autoridades locales los acusaron de antisemitas. En París, Francia, apenas unas
14 mil personas asistieron al estadio. Una buena parte del boletaje no se
vendió, a pesar de que a los franceses les encanta ir al futbol y celebrar que
su selección nacional juegue.
Los protestantes a favor de Palestina, fueron calificados por los medios
corporativos, las autoridades locales y los gobiernos de otros países como
antisemitas. El antisemitismo, se ha convertido en la bandera del Estado
sionista de Israel, pero en realidad la ideología política antisemita tiene una
carga racial innegable. Los sionistas israelíes se apropiaron de una voz que es
muy criticada, convirtiéndola en su parapeto ideológico-político para acusar a
cualquier persona o grupo que cuestione la conducta del sionismo israelí. No
hay, en quienes están a favor de Palestina, ninguna actitud antisemita, pues
incluso los palestinos son pueblos de origen semita, pero en el siglo XIX, de
manera tortuosa, se acuña el término antisemita o antisemitismo y se lo apropian
los sionistas, no el pueblo judío.
En este contexto, el futbol aquí es solo un momento en el que el juego
en una cancha se convirtió en confrontación callejera no futbolera. La inasistencia
de los fans, en el caso de la selección de Francia, ilustra también una
respuesta distinta a una situación insoportable: el genocidio del Estado
sionista de Israel en Gaza. Cerca de 40 mil palestinos, más ciudadanos de
Líbano, Siria e Irán que están en peligro ante un conflicto financiado y
atizado por Occidente, particularmente Estados Unidos. Regularmente, las rivalidades
en el futbol callejero se resuelven con una convivencia en la que el alcohol
circula sin pena. En el show mediático futbolero, se zanja con grandes sueldos
por algunos pares de piernas, muchos anuncios comerciales y corrupción
galopante en entre las televisoras, los dueños de los equipos de futbol y la
FIFA.
Si bien el ataque de Hamas abrió un frente bélico, la respuesta del
Estado sionista de Israel ha sido desproporcionada, llevando el conflicto a
situaciones escandalosas como la limpieza étnica y el genocidio. Es incómoda,
por ejemplo, la postura del Papa Francisco, quien ha llamado a analizar con tiento
–palabras más, palabras menos- si hay o no un genocidio en Gaza. Ojalá el jefe
de la Iglesia católica no desvirtúe lo que miles alrededor del mundo denuncian
y observan en tiempo real: no hay guerra en Gaza. Hay una operación de un
Estado, apoyado y financiado por Occidente, para barrer con un pueblo. Es obvio
que la fuerza militar de Hamas o de otras organizaciones similares no es
equiparable a la del Estado sionista de Israel, sobre todo porque Occidente, en
particular Estados Unidos, financia con ingentes dólares y armas a un grupúsculo
de genocidas que se parapeta en la supuesta legitimidad de la autodefensa.
El sionismo y el antisemitismo, son ideologías políticas que justifican
el genocidio en Palestina, obscureciendo la verdad del holocausto judío cometido
por los nazis, por Occidente.
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