miércoles, 13 de noviembre de 2024

La degradación del PAN

 

En el PAN, la crisis interna parece ahondarse. Elegir a un personaje identificado con el llamado cartel inmobiliario de la Ciudad de México, negado por Jorge Romero, quien ganó la dirigencia de ese partido político con una tercera parte de la militancia panista, no solo pone en entredicho al PAN y sus dirigencias, sino también a su voto duro, el que parece que prefirió a un corrupto y saqueador conocido que a una mujer. No hay renovación –en realidad eso de la “apertura” que esgrimió cuando se declaró ganador, confirma el vacío político y narrativo del “nuevo” dirigente y su grupúsculo-, solo el intento de paliar la debacle. Que el ya exdirigente Marko Cortés haya pedido, traidor a la patria, la intervención de Estados Unidos con el grito de “narcoterrorismo”, también puede entenderse como un aullido de auxilio de la derecha mexicana.

Ahora el Poder Judicial está en la CIDH, apoyado por la derecha panista, lo que confirma que el PAN sigue buscando un asidero para no seguir naufragando. La nueva dirigencia exhibe el fracaso del neoliberalismo y del PAN, un legado de corrupción y descrédito, lo que muestra también que la camarilla que sigue usufructuando el PAN no tiene proyecto político y tampoco proyecto de nación. Pero el voto duro intenta detener la debacle, revelando que está cómodo con la corrupción y el saqueo de sus dirigencias. No votó por irse al centro ni por la extrema derecha. El voto duro del PAN votó por los los negocios que hacen, como en Guanajuato que recién concesionaron una carretera, o los negocios inmobiliarios que no solo fueron hechos en la CDMX. Parece que en los lugares donde gobierna el PAN, son los negocios más jugosos. La degradación del PAN sigue su curso. Pero no parece vergonzoso al voto duro.

Lo que esta elección en el PAN muestra, es que el voto duro de este partido político está muy alejado de sus principios fundacionales. Quizás algunos fundaron al PAN, pero a sus bases complace que la dirigencia del partido derechista no tenga principios, menos los valores a los que algunos panistas esgriman. La derecha y el fascismo van de la mano en esta elección panista. La corrupción y el saqueo son parte esencial de ese voto duro y de ese PAN inescrupuloso. Al parecer, la degradación del PAN es promovida por su propio voto duro y no le aparece importarle su hundimiento. En el PAN no hay disputa, solo contubernios para seguir reptando, corrompiendo y saqueando.

En este contexto, ante su debacle, el PAN no es más un partido político de oposición. Es simplemente una oposición derechista que no tiene propuestas, no tiene proyecto. La narrativa panista solamente reitera lo que su jefe real, Claudio X. González les dicta, mientras los panistas se denigran cada día. Retomar el neoliberalismo tampoco les redituaría votos, porque la mayoría de los mexicanos experimentaron, durante 30 años, los efectos de una política económica que deterioró su salario, profundizó la pobreza, concentró la riqueza en pocas manos, promovió el saqueo, la corrupción y el feroz endeudamiento del gobierno mexicano, disolvió los lazos comunitarios, sembró el individualismo extremo y el consumismo, normalizó una guerra interna con miles de ejecuciones, desaparecidos, asesinatos y violaciones a los derechos humanos. Con excepción del voto duro del PAN, millones de mexicanos votaron por no regresar a ese pasado reciente.

Como muchos analistas dicen, la oposición en México no existe. El PAN se diluye como parte de un grupúsculo de opositores derechistas financiados por algunos miembros de la oligarquía mexicana y agencias estadounidenses y europeas. A lo único que le apuesta el PAN, es derrocar con un movimiento golpista a la actual presidenta de México, como lo hizo en contra de AMLO, y la 4T. Por medio de Lawfare hasta la fecha le ha fallado; también sus llamados a las fuerzas armadas, y sus marchas rosas por el INE, la SCJN, el Poder Judicial, tampoco han tenido éxito.

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