viernes, 15 de noviembre de 2024

La derecha y la “izquierda buenaondita” ante la 4T, 1

No cabe duda que el movimiento encabezado por AMLO, que en 2018 se convirtió en gobierno y a su máximo líder en presidente de México, inició un cambio profundo en todos los ámbitos de la sociedad mexicana, además de cuestionar verdades anquilosadas tanto en la derecha como en la izquierda, y hacer visibles a grupos y personajes más allá de los partidos políticos, anclados en ciertos medios de comunicación e instituciones académicas. Por supuesto, las viejas narrativas se reforzaron y las aparentemente novedosas se ven limitadas por posturas y agendas más personales.

La derecha ha sido muy transparente, aunque le falta cohesión y coherencia a su actuar y su discurso. Por ejemplo, el PAN, el PRI y el recién desaparecido PRD, tomaron la mala decisión de unificarse, sin perder sus siglas partidistas y el dinero público, bajo el mando del derechista Claudio X. González. Asimismo, diversas organizaciones de la sociedad civil (ONG, OSC) hicieron un bloque que las llevaron a realizar las famosas marchas rosas y, en algunos casos, a defender la esquizofrénica guerra contra el narco, de Felipe Calderón; particularmente a su principal ejecutor: Genaro García Luna, hoy acusado de narco y preso en Estados Unidos.

En general, sin matices, la derecha mexicana ha realizado duras campañas golpistas en los medios corporativos, los que están a su servicio, y las redes sociales en contra de AMLO. La coronación de las mismas puede resumirse en los hashtags que intentaron vincular a AMLO, la actual presidenta de México y a Morena, con el narco. Actualmente promueven la cruzada “narcoterrorismo”, haciendo hincapié en la intervención de Estados Unidos en el país. El PAN la encabeza y, en el contexto del triunfo de Donald Trump, la derecha mexicana no ha dudado hacer de las amenazas del republicano su narrativa. No les interesan los mexicanos, menos el país soberano. La derecha llama a la violencia.

Mientras la derecha hace su juego golpista, la izquierda mexicana se balcanizó. Entre las expresiones más radicales, que siguen conservando su perfil, pasando por el neozapatismo del EZLN, sobresalen los llamados “progres buenaondita” o la izquierda buenaondita, conformada por periodistas que presumen estar en “resistencia” –como la derecha- y algunos académicos convertidos en periodistas, columnistas y opinadores. Parte de la izquierda buenaondita negó abiertamente que la 4T estuviera promoviendo cambios importantes, en diversos niveles. Es el caso de Julio Hernández López, conocido como Julio Astillero, columnista del periódico La Jornada, quien desde su canal en Youtube reúne a comentaristas, analistas, opinadores y algunos periodistas que, desde sus entrañas estalinistas, golpean un día y otro a la 4T.

Nadie puede argumentar unanimidad acrítica por la 4T, AMLO, Morena, la presidenta Claudia Sheinbaum, pero tampoco especular e inventar una narrativa sin sustento, como lo hacen de lunes a viernes Julio Astillero y varios de sus amigos. Igualmente, la autoridad moral que algunos se arrogan, como Hernán Gómez Bruera y Carlos Pérez Ricart, saliendo en sus redes sociales y sus columnas en algunos medios corporativos, a descalificar cualquier acto de la 4T. Acusan cerrazón de la 4T, pero en realidad como no se cumple su agenda “progre”, sus intereses personales, entonces no hay cambios. Todo es cuestionable, pero parten de descontextualizar los procesos políticos, sociales y económicos en marcha, y exigir que, desde una extraña autoridad moral y política, todo debería ser como ellos dicen. Es donde se alinean perfectamente con la derecha.

Del lado de la derecha, las pérdidas y fracasos que arrastran, parece que les impiden sostener un discurso coherente opositor, en tanto la izquierda buenaondita ensaya una narrativa que cuestiona todo, sobre todo si su agenda no es asumida por la 4T. Van juntas derecha e izquierda. La balcanización de la izquierda mexicana parece buscar el desmantelamiento del gobierno mexicano, como sucede en Bolivia y la fallida administración de Lula Da Silva en Brasil. 

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