Efectivamente, Donaldo Trump no debió haber comparado la frontera
canadiense con la mexicana. Pero no por las razones que argumentó un gobernador
de una provincia de Canadá, tampoco porque tanto la conversación telefónica
como la cena que el premier de ese país “disfrutó” con el presidente electo de
Estados Unidos, en su suntuosa propiedad de Mar-a-Lago en Miami, no disiparon
la amenaza de aplicarle 25% de aranceles, aunque la embajadora canadiense
insista en lo contrario. El oportunismo electorero de Justin Trudeau, quien,
según las encuestas electorales, podría perder la reelección, no superó su
hipocresía, en palabras de Trump. La presidenta de México, conversó en dos
ocasiones y le envió una carta y no requirió solicitarle una cena para
arrastrase y presumir sumisión, como Trudeau. Y tampoco olvidemos que Canadá
estuvo a punto de no ser partícipe del T-MEC, pero AMLO insistió ante Trump
para que esa nación fuera incluida.
Sin duda, Canadá es una nación parecida a Estados Unidos. La mayoría de
la población es blanca, aunque de otros orígenes europeos, protestante y muy
conservadora. Derechista, a pesar de que Justin Trudeau se haga pasar por “progresista”.
Aunque la economía canadiense, mostró buenos resultados en el segundo trimestre
del presente año, el PIB per cápita permaneció estancado y su economía depende
un 70% del mercado de Estados Unidos. No es solo que le venda gasolina refinada,
si Trump aplica su amenaza de 25% de aranceles, Canadá se hunde. Y esto en
periodo electoral –el próximo año. Y, en general, según los datos más
recientes, el ingreso de los trabajadores sigue cayendo. Asimismo, tiene graves
problemas de consumo de fentanilo. Si en Estados Unidos, las muertes de
consumidores por esta droga llegan a más de 90 mil ciudadanos, en Canadá el
alza es impresionante. Este es otro de los “parecidos” de Canadá con Estados
Unidos.
No hay duda que las maneras en que el desarrollo en ambas sociedades
tiene sus problemas graves, mientras en México el consumo de fentanilo y otras
drogas, sigue siendo menor respecto a Estados Unidos y Canadá. Señalar lo que
aparentemente distingue a Canadá y México, podría resultar discriminatorio,
pero quizás las profundas raíces de la mayoría de la sociedad mexicana, pueda
explicar algo. Los problemas de consumo de fentanilo en Canadá, no se acercan
en nada a los graves problemas de adicciones en México. En Estados Unidos y en
Canadá, la crisis de fentanilo es asumida como un simple problema de carácter individual,
no como un problema de salud pública. No hay duda de que problemas como las
adicciones tienen sus causas en problemas de las sociedades capitalistas y sus
crisis cíclicas.
Ahora bien, tanto Estados Unidos como Canadá se parecen en cuanto a migración legal procedente de México. Nuestro país mantiene sendos tratados laborales con ambos países. Con Estados Unidos el tratado requiere, tanto trabajadores agrícolas como especializados en otros rubros, sobre todo urbanos –Visas H-2A y H-2B-, mientras con Canadá son básicamente empleos en el sector agrícola. Si bien los dos tratados limitan los derechos de los inmigrantes mexicanos, sometiéndolos a jornadas laborales que violan, tanto sus derechos laborales como humanos, pero es el acuerdo con Canadá que las violaciones son realmente devastadoras. Canadá ofrece condiciones que son violadas frecuentemente, no solo por el gobierno canadiense, sino también por los empleadores. A los trabajadores, supuestamente para “prevenir” que permanezcan ilegalmente en Canadá, se les confiscan visas y cualquier documento legal, además de confinarlos en instalaciones que los parecen esclavizar y no tratar como humanos. Es un tema que el gobierno mexicano tendrá que atender. Finalmente, se sabe que actualmente el 85% de las muertes por fentanilo en Canadá, supera otras causas. Y en la provincia de la Columbia Británica, el fentanilo es la principal causa de muerte.
Efectivamente, Trump no comparó a Canadá con México, sino, al
parecer, ahora sí tenía cierta información. México no corre para tener “buena”
negociación. Es inteligente.
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