La reciente encuesta de El País,
ratifica las cifras de al menos cinco encuestas previas de los medios
corporativos que dan cuenta de la aprobación a Claudia Sheinbaum, la que oscila
entre 70% y 80%, mientras la derecha mexicana se “indigna” por las respuestas
de la presidenta de México al agente naranja Donald Trump. Los primeros cien
días han mostrado, como se afirma en el periódico citado, el poder seductor de
la primera presidenta de México. Pero la seducción va más allá, porque el acto
de seducir puede leerse también como discriminatorio: es una mujer seductora,
no una mujer profesional, que ha sabido navegar entre golpes mediáticos de la
prensa corporativa internacional y nacional, el insulto y el odio en las redes
sociales, la descalificación de la comentocracia mexicana, la misoginia
ejercida por hombres y mujeres, el desprecio de la derecha por una mujer que
está demostrando con creces que sabe gobernar.
El 2 de junio de 2024, como Claudia Sheinbaum dijo en varios contextos,
llegaron todas las mujeres. Es decir, llegó al Poder Ejecutivo, al Palacio
Nacional, la dignidad. Por ello, por más gritos de la derecha para que la mujer
que encabeza por primera vez en 200 años la presidencia de México se comporte
de manera sumisa ante un criminal recién condenado, pero que como es el próximo
presidente de Estados Unidos, está protegido por la impunidad, la presidenta de
México asume la dignidad de todas y todos los mexicanos. Una mujer que nunca
fue condenada por delitos tan deleznables como los que le imputan a Donald
Trump, que ha luchado durante años, a pie de calle o en la academia, por un
México diferente. La derecha mediática, política, oligárquica, en redes
sociales, en los medios corporativos, nada saben de dignidad.
La sumisión es una de las maneras que el patriarcado ejerce para dominar
a las mujeres y a otros hombres. La mayoría de las mujeres son educadas, por
otras mujeres y por los hombres, para ser objetos. El poder patriarcal exige
sumisión, no solo ante el presidente de Estados Unidos, ante el imperio, sino
particularmente ante un hombre fanatizado, racista, misógino, criminal,
supremacista, cualidades que la derecha mexicana, hombres y mujeres, celebran.
La condena a Donald Trump, aunque sea impugnada por sus abogados, ya está
dictada. No se le encarcela o se le impone una sanción, porque tiene inmunidad,
como el juez afirmó y el acusado lo presume y se jacta. Guardadas las
distancias, cuando Genaro García Luna fue atrapado, encarcelado, enjuiciado y
condenado a 38 años de prisión, la derecha mexicana continuó defendiéndolo –en
los medios corporativos lo siguen defendiendo-, pues son los hombres que alaba
y encumbra. Los criminales tienen “derecho” a la impunidad, no así las mujeres
dignas.
Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta constitucional de los Estados Unidos
Mexicanos –la América Mexicana, como troleó a Trump con su estupidez por querer
cambiar el nombre al Golfo de México-, lleva 100 días en el poder y todos los
días, en sus conferencias de prensa y sus giras de fin de semana, marca la
agenda, no solo nacional, sino también bilateral y trilateral. A Donald Trump
le ha respondido con inteligencia y dignidad, mientras Justin Trudeau, casi
exprimer ministro de Canadá, se arrastraba lamiéndole las bolas al agente
naranja en su propio territorio: su residencia en Mar-a-Lago, Florida. Ante el
repudio de la ciudadanía canadiense, tuvo que admitir su derrota mediática y
política, en tanto la presidenta de México acumula casi 80% de aprobación entre
los mexicanos. El 2 de junio fue votada por 60% de los electores mexicanos; hoy
los cerca de 20 puntos adicionales, hablan, no solo de popularidad, sino de
cabal desempeño.
A 100 días de gobierno, en un Zócalo colmado por gente, Claudia
Sheinbaum reivindicó su triunfo como primera presidenta de México, mientras la
derecha sigue lamentando sus pérdidas y la extrema derecha neoliberal continúa
reviviendo de entre los muertos política y socialmente, a corruptos,
saqueadores y amigos de delincuentes como Ernesto Zedillo, Carlos Salinas.
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