lunes, 6 de enero de 2025

MORENA: entre movimiento social y partido político

 

Sin duda, Morena es hoy un partido-movimiento dominante, no solo por ganar estados a diestra y siniestra, sino también por sostener políticas sociales y económicas que han dado grandes resultados. Los apoyos a personas adultas mayores, discapacitados, mujeres de menos de 65 años, becas, entre otros, son ya derechos consignados en la Constitución. Asimismo, cambios trascendentales como el crecimiento económico, inversión extranjera, empleo, reducción de la pobreza, salario mínimo, etc., han reconfigurado de algún modo al país. Pero Morena tiene en sus entrañas una disputa por el poder. No es solo que como movimiento haya integrado a impresentables de diversos partidos políticos, como el PRI y el PAN, quienes pelean por posiciones que urge neutralizar, sino también sectores que fundaron el movimiento y el partido que no se sienten nada cómodos con el rumbo de Morena.

La derecha opositora insiste en su narrativa de que Morena, al ser el partido hegemónico, se convertirá en el viejo PRI, pero el PRIAN, aunque aparentemente hicieron cambios cosméticos, en realidad siguen siendo el viejo PRI. Reforzaron las viejas mañas saqueadoras y corruptas, además de acentuar su conservadurismo. El neoliberalismo condujo al PRIAN a una alianza en la que arrastraron al otrora partido de izquierda, el PRD –hoy sin registro federal, pero cooptado por facciones locales igual de corruptas y saqueadoras. Pero Morena y sus principales dirigentes, incluida la mandataria mexicana, quien ha demostrado que su voz tiene peso en el partido, deben replantear sus estrategias. Cuando AMLO decidió la estrategia heterodoxa que finalmente lo llevó al poder, incluido su movimiento-partido, fue necesario que las izquierdas y algunas derechas convergieran. El triunfo arrollador de la presidenta de México refrendó esa estrategia.

Sin embargo, es el momento de redefinir estrategias, convergencias y las maneras de las políticas partidistas obradoristas. Es la hora de impedir que los políticos del viejo régimen se apropien, no solo de posiciones en el Congreso de la Unión, sino también en el partido-movimiento. No estoy seguro que Luisa María Alcalde sea la persona capaz de cambiar el actual rumbo, menos con el peso político y social que tiene la presidenta de México. Quizás sea el momento en que Claudia Sheinbaum recuerde sus tiempos –como lo ha estado haciendo en algunas de sus conferencias del pueblo- en el CU y posteriormente. Como científica, sabe que la hipótesis sobre Morena comprometida con las derechas, es una amenaza a Morena fundada y ligada con las izquierdas mexicanas. No es solo afiliar a militantes, sino también escuchar a quienes acompañaron durante décadas al líder fundador. Es la apuesta de las izquierdas que convergen en Morena.

Desde el punto de vista de este escribano, Morena debe conservar su esencia como movimiento, en tanto se estructura como partido político que no debe desligarse de sus orígenes. Habrá tiempo para una depuración profunda de personajes que, al primer intento, se deslindan. Como es el caso de Javier Corral y la autollamada izquierda buenaondita. No se trata de un apoyo ciego y sin cortapisas. Es obvio que hay situaciones que cuestionan a las bancadas legislativas, los liderazgos del partido y a Morena misma, y no se debe callar. Pero sobran las opiniones apocalípticas. De lo que se trata es construir el cambio de régimen, para que termine de ponérsele ruedas a la 4T, al segundo piso que hoy lidera Claudia Sheinbaum. Los últimos seis años y tres meses de la 4T, han mostrado que una revolución política y social es posible, en el contexto de una oligarquía poderosa y groseramente rica, partidos de derecha que no luchan políticamente, sino con mentiras y arrebatos buscan regresar al poder, medios corporativos que siguen en campaña permanente para derrocar al gobierno democrático. Hoy lunes 6 de enero de 2025, El Financiero y El Heraldo, periódicos nada afines a la 4T, publican resultados de sus recientes encuestas, en las que la presidenta de México tiene una aprobación de entre 70% y 80% de los mexicanos.

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