En la frontera México-Estados Unidos, unas 10 mil personas han fallecido
intentando ingresar a Estados Unidos. En algunos casos, hay algunas evidencias
videograbadas, causando conmociones en redes sociales, además de ser usadas por
los medios corporativos golpistas mexicanos para acusar al gobierno mexicano.
Pero muchas de esas muertes, tragedias para las familias mexicanas y de otras
latitudes, son producto de las políticas migratorias de los países de destino,
no de la desesperación de los migrantes por llegar a un lugar supuestamente
seguro. Pero, las tragedias de nuestra frontera norte y de las fronteras en
Europa, solo implican tragedias. Miles de migrantes que sucumbieron ante el mar
y el río Bravo.
La inmigración en Europa es más que trágica. Personas de África
sucumbiendo ante los mares no conmueven a los europeos. Son negros, humanos de
5a, son gente que no tiene por qué ir a la Europa blanca, prístina. Occidente
no quiere más musulmanes y menos negros. Es suficiente. Como Trump, pensarán en
Italia, Francia, Alemania, que los migrantes “envenenan la sangre” occidental.
Miles –triplican o cuadriplican a los migrantes muertos en la frontera
México-EEUU, sin minimizar nada- están muriendo cada año al intentar llegar a
las costas europeas, huyendo de hambrunas y gobiernos dictatoriales, pero a la
mayoría de los blancos europeos no les importan.
En la frontera México-EEUU la percepción es contradictoria. A las ONG
promigrantes les consternan los miles de muertes de inmigrantes. Y acorde con
estudios académicos, cientos de sus familiares buscan sus restos o algún rastro,
en México, provenientes de Centroamérica u otros países de Latinoamérica y de
nuestro propio país. En varios años, madres de migrantes de otros lares
latinoamericanos, hacen algunas peregrinaciones en México, buscando a sus
hijos/as o parientes, sin que a las estructuras gubernamentales les interesen.
Son madres buscando a sus hijos/as que partieron de sus países de origen por
alcanzar el mañoso “sueño americano”.
¿Las tragedias migrantes, son culpa de los países de tránsito? ¿Son
culpa de los migrantes? ¿Son culpa de los gobiernos que a regañadientes los
dejan pasar, a pesar de la peligrosidad del tránsito? El gobierno mexicano
tiene que repensar y reescribir las leyes migratorias mexicanas. México no es
más un país de tránsito, aunque los migrantes que quieren ingresar a Estados
Unidos son mayoritarios. Las caravanas migrantes tienen el interés de llegar al
vecino del norte, ya sea para pedir asilo o para intentar experimentar el sueño
americano. Un sueño que implica trabajar tres turnos por salarios en dólares
que parecen atractivos, pero que desgastan al soñador. Mientras, miles de
homeless se agolpan en las calles de muchas ciudades estadounidenses. Nativos,
inmigrantes, de todos los colores de piel, de todos los géneros, de todas las
adicciones, viven, algunos, en sus autos, la mayoría en refugios y en la calle.
El sueño americano jamás los tocará.
En Europa, miles no alcanzan las costas, el mar, el clima, los sepulta
entre marejadas y olas traicioneras. Mueren sin el honor de experimentar el
¿sueño de la Europa colonialista? Los miles de migrantes que buscan llegar a
Europa, son parte de las colonias que explotó y esclavizó la Europa blanca y
cristiana. Sin importarles que su blanquitud es producto de la adaptación del
homo sapiens que salió de África hace miles de años, repelen a sus congéneres
por su negritud, no por su pobreza, desesperación y desesperanza por vivir una
vida diferente. Si bien la genética no es culpable del odio racial, la supremacía
y la racialización de la humanidad sí lo es.
Fronteras y mares, políticas migratorias, intereses mezquinos y
raciales, prevalecen en las tragedias migratorias. Durante el colonialismo
europeo, no se cuestionó la movilidad forzada. La población indígena desplazada
de sus lugares de origen y confinada –México, Estados Unidos, Canadá y toda
Latinoamérica- y los africanos esclavizados y obligados a estar en otros
territorios, jamás fue cuestionada. Es hora que los gobiernos progresistas
tomen cartas en el asunto migratorio.
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