El New York Times, medio
corporativo golpista, aterrizó su artículo sobre un supuesto laboratorio de
fentanilo, en las redes sociales. Acorde con un reciente estudio de Carlos
Augusto Jiménez, experto en neointeracciones, en Estados Unidos han dado
seguimiento –likes, reposts, comentarios- unas 75 mil cuentas, las cuales son,
en general de estadounidenses, mientras en México se ha dado vuelo al hashtag
con más de 200 mil cuentas, a tras de muchas de las cuales están políticos,
medios corporativos y sus comentócratas mexicanos, conocidos grupos e
individuos de la derecha, y miles de bots de Argentina, España, Colombia y
otros lugares del mundo. Es decir, en X y otras redes sociales se construye –de
nuevo- una tendencia artificial golpista en contra el gobierno mexicano. Para
la derecha mexicana es urgente asirse de cualquier tendencia en redes sociales,
para intentar influir en Estados Unidos para que invada México.
La cocina de fentanilo, la cual podría estar ubicada en la casa o el
departamento que cualquier mexicana y mexicano, cuyos alimentos podrían ser
confundidos por Natalie Kitroeff y Paulina Villegas con fentanilo, es un
montaje del New York Times, que no es
nuevo. La historia pasada y reciente de ese medio corporativo ejemplifica una
serie de notas periodísticas, algunas de las cuales fueron motivo de disculpas
por los desmentidos evidentes de países, poblaciones e individuos. El
“prestigiado” periódico ha perdido –sigue perdiendo- credibilidad. Lo grave es
que sus mentiras y fakenews sirven a la derecha mexicana para golpear al
gobierno mexicano, cuyos resultados no son reconocidos, pero que añora la
intervención e invasión del imperio estadounidense.
El año pasado, en redes sociales el New
York Times, con la publicación de un artículo en el que se pretendió
vincular al expresidente AMLO con una supuesta recepción de dinero del narco
Mayo Zambada, para las elecciones de 2006, dio pie a una oprobiosa y perversa
campaña con varios hashtags sobre AMLO narcopresidente y posteriormente,
Claudia Sheinbaum narco candidata, sin una sola prueba documental. Misma que
fue impulsada por conocidas cuentas de políticos, medios corporativos y sus
comentocratas, la oligarquía y la extrema derecha mexicana, y miles de botos de
Argentina, España y otros lugares de mundo. Al final, la población mexicana
respondió favorablemente a AMLO, Claudia Sheinbaum, la 4T y Morena y sus
aliados, dándoles contundente triunfo en las urnas.
Las redes sociales, en particular X (Twitter), se han convertido en
campos de batalla tóxicos, donde el odio, la rabia, el desprecio, racismo,
clasismo y misoginia de la derecha crece. Por supuesto, el hecho de que Elon
Musk, aliado multimillonario del próximo presidente derechista de Estados
Unidos, Donald Trump, haya comprado esa plataforma y dado paso al odio, ha
permitido ataques a gobiernos y personajes, sobre todo progresistas, con la
finalidad de descarrilar la democracia en América Latina. Por ello es
reprobable que el New York Times se
asuma como venta al mundo y que lo que se muestra en su reportaje “está
establecido”. Es decir, es el mundo que ese periódico corporativo golpista
fabrica. No hay más. El mundo del fentanilo periodístico es el único y válido,
no es refutable, aunque las evidencias científicas lo desmientan. Es lo peor
que el periodismo corporativo puede defender. Es un periodismo de montajes y
fakenews. Este periódico reivindica así sus peores momentos en los que ha
colaborado, con particular ahínco, en mentiras y basura a las que llama
periodismo “independiente”. Patético.
En este casi primer cuarto de siglo del presente milenio, el periodismo
corporativo que se autoasume “independiente”, solo muestra que es parte de esa
corriente de pensamiento fundada en la mentira, la derecha y el fascismo. El periodismo
que trabaja para la oligarquía y el imperialismo. Es la frivolidad y la
banalidad de un medio corporativo en el que esencialismo imperialista es lo
único que importa. El progresismo es el enemigo. El México izquierdista es el
enemigo.
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