viernes, 31 de enero de 2025

Nazismo Trumpista o Trumpismo nazi

 

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Existen suficientes evidencias históricas que afirman que el Nacionalsocialismo de Hitler, tiene sus raíces en la ideología y política de Estados Unidos, y no al revés. En tiempos como el que ahora se está configurando con el segundo mandato de Donald Trump, quien ya prepara una batalla legal para tener un tercer mandato, el extremismo de derecha Trumpista no parece ser más que expresión de ese Estados Unidos profundo, blanco, protestante, anglosajón, racista. El esclavismo sureño, el Ku Klux Klan, y una larga carrera racista y clasista WASP, dieron forma a un país, con una Constitución alabada incluso por Tocqueville y otros europeos, que supo disimular, no ocultar, el odio racial, clasista, discriminatorio, de los inmigrantes ingleses que llegaron en el Mayflower y la posterior oleada de migrantes anglosajones, sobre todo de origen germánico. Tampoco olvidemos que el movimiento eugenésico, que postulaba la supremacía blanca con supuestas bases científicas, nació en Estados Unidos.

En este sentido, aunque al Trumpismo se le llame neonazismo, tecnoimperialismo, fascismo, es en realidad el resurgimiento del Estados Unidos profundo. Recurro aquí, con el respeto que me merece Guillermo Bonfil Batalla en su gran libro México profundo, sobre los pueblos originarios mexicanos, a la idea de profundidad social, política e ideológica que rescata y reinventa Donald Trump, la que es parte de la vida cotidiana de amplios sectores blancos, anglosajones, protestantes de ese país. Los inmigrantes envenenan la sangre estadounidense, les quitan sus empleos, son criminales. Sus socios comerciales –México, Canadá- le “roban” a Estados Unidos, prevé una extrema política expansiva en contra de Dinamarca y Panamá; declara terroristas a los carteles del narco. En contraste, las adicciones en ese país no son ni mencionadas y las ganancias de algunos multimillonarios crecen a costa de los mismos WASP.

Donald Trump ganó su primera elección con arengas y políticas similares a las actuales, pero lo fundamental es recurrir de nuevo a ese Estados Unidos profundo. Aunque un buen porcentaje de la minoría más grande de ese país, latinos o hispanos, se fueron con el canto de las sirenas y lo ayudaron a repetir en el cargo, mientras arrecia la persecución antiinmigrante. No hay muchos datos, pero en redes sociales se han citado algunos casos de latinos o hispanos que votaron por Trump, cuyos familiares están siendo amenazados con la deportación o el encarcelamiento. Esto no va a suceder con los WASP, pues su principal base, a la que realmente habla, es lo que le importa. Inmigrantes, particularmente residentes legales, naturalizados y nacidos en Estados Unidos, organizaciones de derechos de los migrantes, algunas iglesias, ciudades santuario, abogados, están en resistencia ante el embate Trumpista y la criminalización que enfrentan, mientras en redes sociales circulan videos y textos que repiten el discurso racista y de odio.

El Trumpismo es el nazismo, racismo y odio WASP relanzado por el propio presidente del imperio, sus acompañantes, reconocidos racistas, clasistas y odiadores, y la elite de multimillonarios que buscan acrecentar sus fortunas a costa de todos. Las amenazas de aranceles a México, Canadá, Brasil, Colombia, Europa y las expulsiones de inmigrantes, no son para favorecer a latinos o hispanos, afroamericanos y los propios WASP, sino para seguir fomentando el saqueo de un grupo de propietarios de plataformas digitales, transnacionales, etc. El impacto de los aranceles en el mercado interno estadounidense y en los consumidores de diverso origen social, étnico, económico, político e ideológico, será importante. Alimentos, electrodomésticos, automóviles, etc. No hay duda de que también afectará a los países a los que se le impongan las irracionales tarifas, por lo que en cada nación se deberán revalorar el crecimiento interno, el sector laboral, las inversiones, el tipo de cambio, entre otros. En México, cuya relación asimétrica con Estados Unidos es evidente, será necesario repensar las políticas económicas y sociales interna.

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