domingo, 23 de febrero de 2025

Comparsa mediática y neofascismo

 

Los medios corporativos, en México, Estados Unidos, Europa, no puede ocultar su afán de normalizar la idea de que los excelsos integrantes de la extrema derecha son “polémicos”, libertarios” o “ultraliberales”, cuando en los hechos son parte de un movimiento mundial que busca acabar con la sociedad de derechos y hundir en una profunda crisis civilizatoria a Occidente. No es solo que Trump, Musk, Milei, pretendan reducir la burocracia para eficientar al gobierno; tampoco que repelan la diversidad sexual, o Trump, en sus afanes expansionistas, pretenda adueñarse de Groenlandia, Gaza, parte de Ucrania y el Canal de Panamá, son representantes del neofascismo que violenta todos los derechos de las personas –sexogenéricos, trabajo, reproductivos, bienestar, ciudadanía, territorio, migración, identidad, etc.- en aras de lo que llaman eficiencia, libertad, libre mercado, capitalismo de cuates, imperialismo, capitalismo salvaje. Es el fascismo depredador.

Quizás la gran diferencia con el fascismo de la primera mitad del siglo XX, es que no son los judíos el objetivo racial y étnico a eliminar, tampoco la emergencia de sociedades en las que se garantice empleo –Alemania, Italia. Los neofascistas van por la destrucción de la sociedad occidental como la conocemos actualmente –con sus devaneos socialdemócratas, Estado de bienestar, derechistas, izquierdistas derechizados (España), promoción de los derechos de todos, incluyendo las mujeres y las minorías, justicia social, etc. El problema es que los medios corporativos no llaman por su nombre los fascismos latinoamericanos, estadounidense y europeo, sino que buscan instalar su accionar como narrativas de la posverdad, en la que el colapso de un país entero –Argentina- es una anécdota del “libertarismo-, mientras a millones de ciudadanos les arrebatan sus derechos, bienestar, bienes, empleos, y ven a la baja inflación como que todo va bien y las atrocidades del capitalismo salvaje “funcionan”.

En México, los medios corporativos se incorporaron temprano, y sin ambages, a las hordas derechistas cuando AMLO triunfó en las urnas en 2018 y desplegó un gobierno en el que privilegia la redistribución del ingreso, la justicia social, el bienestar de millones de ciudadanos, los derechos sociales, el cobro de impuestos, el combate a la corrupción –aunque organismos como Transparencia Internacional y su franquicia Transparencia Mexicana, afirmen que hay más corrupción que en los gobiernos del PRIAN. En el primer sexenio de la 4T, columnistas, comentócratas, conductores y lectores de noticias, mesas de análisis, en la prensa, radio, televisión y plataformas digitales, siguieron el guion de la derecha: mentiras, fakenews, hashtags en redes sociales (narcopresidente). Y nada de crítica constructiva y análisis. Todo, estuvo mal, era un desastre, el país se caía. La comparsa mediática del neofascismo estaba en marcha.

Actualmente, los medios corporativos en México siguen cumpliendo con ese ominoso papel, pero le han agregado grandes y ofensivas dosis de misoginia, desprecio por las mujeres, clasismo, racismo. El arribo de la presidenta Claudia Sheinbaum, significa, no solo para los neofascistas mexicanos, estadounidenses y europeos, el impedimento por retomar el control del país, sino también la extensión de los derechos, justicia social y bienestar de millones de personas, en tanto la oligarquía no puede embolsarse el dinero público y tiene que, a pesar de sus exorbitantes ganancias –caso de los bancos y otras empresas-, pagar impuestos. De ahí el malestar de Trump con México. Canadá es un caso aparte, pues los políticos canadienses le han cumplido sus caprichos al energúmeno naranja, pero esperaba que le entregaran Canadá como estado 51. Y en el caso de México, esperaba que les abrieran las puertas a incursiones, invasiones, injerencismo para combatir al narco. Al neofascismo no le interesan los ciudadanos, solo despejar el camino para fraudes tipo Javier Milei y destrucción de los Estados nación.

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