En Estados Unidos recientemente se llevó a cabo el encuentro neofascista
de la derecha internacional. A un mes del arribo de Donald Trump, los
filofascistas se reúnen en el imperio, coronando con una escena machista y
patriarcal, en la que Javier Milei le obsequia el fascista Elon Musk, una
motosierra. El oligarca recibe el artefacto y lo exhibe como un gran miembro
con el que va a acabar con el mundo. A Musk no le bastan sus fracasado y
costosos autos, despedir trabajadores, cerrar agencias. Se exhibe como el macho
racista y clasista, con un artefacto que le entregó un fascista estafador.
La estafa perpetrada por el presidente de Argentina, exhibe claramente a
los filofascistas, personajes que se aprovechan de su posición –en este caso,
presidente de un país- para embaucar a miles de personas con una criptomoneda,
la que representa bien al capitalismo salvaje y depredador. No es extraño que
la convención que celebra el regreso de Donald Trump a la presidencia del
imperio, sea motivo de gozo para quienes ven en la vida humana simples objetos
por estafar, con la finalidad de favorecer a una elite. No hay entre sus
valores asomo de humanidad. Empobrecer y degradar al otro es su objetivo.
Quizás si no fuese sido un presidente de un país el estafador, la estafa
habría pasado desapercibida. Pero como Javier Milei es digno representante de
un grupo de filofascistas, ya muy conocido, que alimenta el odio cotidiano en
contra del progresismo, mientras hunde a su país en la pobreza y la desazón. La
medición de la inflación, que ha tendido a la baja en Argentina, es la ilusión
de los libertarios extremistas y del FMI, pues a costa de la drástica reducción
del consumo y la falta de recursos de la población mayoritaria, se ha contraído
el mercado interno, al punto de que la gente apenas tiene para comer. En tanto la
pobreza y la indigencia aumentan.
Asimismo, el papel de Milei en esta estafa millonaria de criptomoneda,
muestra la decadencia, no solo de un pensamiento que pretende defender la “libertad”
a costa de la colectividad, sino del fascismo que pretende retornar para
dominar a las masas y hacer de sus vidas un infierno. La libertad de mercado,
muestra también el verdadero carácter del capitalismo salvaje y depredador. No hay
regulación, menos respeto por los derechos sociales, económicos, políticos,
humanos, sexuales de las personas. La diversidad sociocultural es una anomalía
para el capitalismo que busca llevar a los límites de la subsistencia a un país
entero.
Los acompañantes de Donald Trump en su celebración del regreso del
oligarca, quien busca destruir al Estado estadounidense y a todas las naciones
que se le opongan, han convertido el libertarismo, la libertad de mercado, el
individualismo, en auténticas armas de destrucción masiva. No es necesario que
el Estados Unidos de Trump haga guerras. Basta con que amenace y el mundo se
agazape esperando lo peor. Del genocidio de Gaza, justificado y tolerado por
los Estados Unidos anglosajón y la Europa blanca, se pretende pasar a la
limpieza étnica, arrebatando una tierra ancestral –una parte- a un pueblo que
ha resistido durante décadas al exterminio promovido por Occidente y orquestado
por el Estado sionista de Israel.
Igualmente, al comediante “medianamente exitoso”, acorde con Donald
Trump, se busca cobrar, arrebatando territorios de otro pueblo, la costosa
guerra –se calcula en 400 mil millones de dólares- emprendida por los
anglosajones estadounidenses. Una guerra inventada por la Unión Europea y
Estados Unidos, los que, en lugar de sentar al comediante de quinta, Volodimyr
Selenski, eligieron acompañarlo en una guerra suicida, incapaz de ganar ante el
armamentismo ruso. Con todo, los grandes ganadores de este conflicto son el
aparato industrial-militar estadounidense, las agencias golpistas y espías del
mismo país, y Rusia. Son los libertarios, cuyo turno es el de Javier Milei. Sus
defensores lo han salvado por ahora de estafar a miles de seguidores. Las urnas
hablarán.
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