miércoles, 12 de febrero de 2025

USAID, periodismo y golpismo

 

Uno de los objetivos del “humanitarismo” estadounidense que la USAID solía financiar, es el periodismo. Incluía ONG y OSC que declaraban hacer periodismo de investigación y periodistas, ideológica y políticamente diversos. Algunos identificados sin ambages con la derecha, y otros, autodeclarados de izquierda, pero cuyas narrativas son a veces más cercanas a la derecha. En México, han recibido financiamiento directo o indirecto, escuelas de periodismo, organizaciones de la “sociedad civil” que supuestamente combaten la corrupción y otras que dicen generar datos sobre la competitividad y la innovación, periodistas de distinto signo ideológico, muchos dedicados a golpear al gobierno mexicano de la 4T, lo que no hicieron contra los gobiernos del PRIAN. Asimismo, en el espectro político-ideológico de las izquierdas mexicanas, los progres buenaondita han manejado narrativas anti 4T, en el contexto de lo que los medios corporativos de la derecha repiten a diario en la prensa, la radio, la televisión privada, plataformas digitales y redes sociales: “el periodismo revisa al poder”, es decir, a los gobiernos progresistas, no a los del PRIAN, menos a los poderes facticos.

Para muchas agencias de Estados Unidos –espionaje, antidrogas, ayuda “humanitaria”, “democracia”, “desarrollo”, etc.- el financiamiento al periodismo, abierto o soterrado, es fundamental, pues les da la oportunidad de influir, muchas veces con mentiras y posverdades, y diseminar narrativas en contra de los gobiernos y movimientos sociales progresistas. Usan, de manera grosera, la libertad de expresión, dejando a un lado el derecho a la información, para armar campañas contra los gobiernos que le representan, al gobierno estadounidense, “problemas” para sus planes injerencistas e intervencionistas. En América Latina, diversos portales y periódicos supuestamente independientes recibieron con estupor el cierre de la USAID, porque sostienen sus plataformas y transmisiones a través de redes sociales –Youtube, por ejemplo- que, de otra manera, no podrían continuar transmisiones. En este espectro hay una importante diversidad, pero, por ejemplo, buena parte del periodismo financiado por la USAID se ubica en Colombia y Venezuela, buena parte del cual es anti Petro y anti Maduro.

El uso de los medios corporativos, los llamados medios alternativos que han proliferado en las redes sociales, y el periodismo y algunos periodistas, comentócratas, locutores de radio, lectores de noticias y analistas de la televisión privada, es fundamental para armar una estrategia en la que Lawfare y narrativas periodísticas, muchas veces convergen para golpear y, en algunos casos, derrocar gobiernos progresistas. En este contexto, es importante cuestionar el papel de algunos periodistas, tanto de derechas como de izquierdas, en los procesos que minan la legitimidad de los movimientos sociales y gobiernos progresistas. El periodismo de derechas es muy claro en sus intenciones: derrocar gobiernos democráticamente electos para detener los cambios que afectan a las oligarquías locales, nacionales e internacionales, recuperar el poder y regresar a momentos previos que hunden a las mayorías en la ignominia, la pobreza y la violencia del Estado. En el caso del periodismo de izquierdas, los cuestionamientos a las políticas progresistas y, como México, a las alianzas perversas del progresismo con otras fuerzas políticas y políticos, se convierten en puntas de lanza para apuntalar a las derechas en sus intenciones golpistas.

La USAID tuvo aparentes buenas intenciones cuando en 1961 el Congreso de Estados Unidos la creó. Pero el “humanitarismo” que enarboló fue en realidad el parapeto de actividades soterradas para promover golpes de estado y derrocar gobiernos progresistas. Sin duda, un gran porcentaje de las inversiones de la agencia estadounidense han impulsado proyectos a favor de los derechos, educación, las minorías sexogenéricas, ambiente, entre otros, los que contrastan con la captura del periodismo alternativo, cuyo financiamiento es potencialmente disruptivo.

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