Uno de los objetivos del “humanitarismo” estadounidense que la USAID
solía financiar, es el periodismo. Incluía ONG y OSC que declaraban hacer
periodismo de investigación y periodistas, ideológica y políticamente diversos.
Algunos identificados sin ambages con la derecha, y otros, autodeclarados de
izquierda, pero cuyas narrativas son a veces más cercanas a la derecha. En
México, han recibido financiamiento directo o indirecto, escuelas de
periodismo, organizaciones de la “sociedad civil” que supuestamente combaten la
corrupción y otras que dicen generar datos sobre la competitividad y la
innovación, periodistas de distinto signo ideológico, muchos dedicados a
golpear al gobierno mexicano de la 4T, lo que no hicieron contra los gobiernos
del PRIAN. Asimismo, en el espectro político-ideológico de las izquierdas
mexicanas, los progres buenaondita han manejado narrativas anti 4T, en el
contexto de lo que los medios corporativos de la derecha repiten a diario en la
prensa, la radio, la televisión privada, plataformas digitales y redes
sociales: “el periodismo revisa al poder”, es decir, a los gobiernos
progresistas, no a los del PRIAN, menos a los poderes facticos.
Para muchas agencias de Estados Unidos –espionaje, antidrogas, ayuda
“humanitaria”, “democracia”, “desarrollo”, etc.- el financiamiento al
periodismo, abierto o soterrado, es fundamental, pues les da la oportunidad de
influir, muchas veces con mentiras y posverdades, y diseminar narrativas en
contra de los gobiernos y movimientos sociales progresistas. Usan, de manera
grosera, la libertad de expresión, dejando a un lado el derecho a la
información, para armar campañas contra los gobiernos que le representan, al
gobierno estadounidense, “problemas” para sus planes injerencistas e
intervencionistas. En América Latina, diversos portales y periódicos
supuestamente independientes recibieron con estupor el cierre de la USAID,
porque sostienen sus plataformas y transmisiones a través de redes sociales
–Youtube, por ejemplo- que, de otra manera, no podrían continuar transmisiones.
En este espectro hay una importante diversidad, pero, por ejemplo, buena parte
del periodismo financiado por la USAID se ubica en Colombia y Venezuela, buena
parte del cual es anti Petro y anti Maduro.
El uso de los medios corporativos, los llamados medios alternativos que
han proliferado en las redes sociales, y el periodismo y algunos periodistas,
comentócratas, locutores de radio, lectores de noticias y analistas de la
televisión privada, es fundamental para armar una estrategia en la que Lawfare
y narrativas periodísticas, muchas veces convergen para golpear y, en algunos
casos, derrocar gobiernos progresistas. En este contexto, es importante
cuestionar el papel de algunos periodistas, tanto de derechas como de
izquierdas, en los procesos que minan la legitimidad de los movimientos
sociales y gobiernos progresistas. El periodismo de derechas es muy claro en
sus intenciones: derrocar gobiernos democráticamente electos para detener los
cambios que afectan a las oligarquías locales, nacionales e internacionales,
recuperar el poder y regresar a momentos previos que hunden a las mayorías en
la ignominia, la pobreza y la violencia del Estado. En el caso del periodismo
de izquierdas, los cuestionamientos a las políticas progresistas y, como México,
a las alianzas perversas del progresismo con otras fuerzas políticas y
políticos, se convierten en puntas de lanza para apuntalar a las derechas en
sus intenciones golpistas.
La USAID tuvo aparentes buenas intenciones cuando en 1961 el Congreso de
Estados Unidos la creó. Pero el “humanitarismo” que enarboló fue en realidad el
parapeto de actividades soterradas para promover golpes de estado y derrocar
gobiernos progresistas. Sin duda, un gran porcentaje de las inversiones de la
agencia estadounidense han impulsado proyectos a favor de los derechos,
educación, las minorías sexogenéricas, ambiente, entre otros, los que
contrastan con la captura del periodismo alternativo, cuyo financiamiento es potencialmente
disruptivo.
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