martes, 25 de marzo de 2025

Derrumbe de narrativas

 

El rancho Izaguirre fue asegurado en 2024 por la Guardia Nacional, corporación que se lo entregó a la Fiscalía de Jalisco, la que, según la FGR, no realizó los procedimientos que debió haber hecho para asegurar el predio y cumplir con la cadena de custodia y otros aspectos relacionados con un sitio del que la derecha y la izquierda buenaondita se están agarrando para construir una narrativa basada en el exterminio y el traslape ahistórico y distópico de lo sucedido en la Alemania nazi. Hoy, la izquierda buenaondita se “duele” porque la apertura del rancho a la prensa y las madres buscadoras pudo implicar la “destrucción de evidencias”. Al parecer, a esa izquierda que se subió a especular periodísticamente, se le está cayendo otra narrativa y una supuesta certeza sobre la desaparición en México.

La izquierda buenaondita, en primer lugar, Julio Astillero, hoy lamenta el derrumbe de sus certidumbres. Lo mismo sucede entre el periodismo “en resistencia”, en realidad especulativo, y periodistas activistas, como Marcela Turati, quienes pretenden hundir al gobierno de la 4T, sin cuestionar el momento en que fue “revelada” la existencia de un rancho que fue previamente intervenido y asegurado en 2024. Asimismo, no hay preguntas sobre la filtración y acceso que se otorgó, como una especie de privilegio, a un colectivo buscador de desaparecidos. No hay que desconfiar en los hallazgos del grupo que busca a sus familiares, pero hay que cuestionar las narrativas y los escenarios que dieron, tanto a la derecha como a la izquierda buenaondita y el periodismo especulativo, elementos para convertir el rancho Izaguirre en un campo de exterminio nazi, para construir, ideológica y políticamente, un “holocausto mexicano”.

El derrumbe de las certidumbres de la derecha y la izquierda buenaondita, es realmente pasmosa. Ahora bien, la FGR frivolizó un hecho que duele, con un fiscal en el que nadie confía, pero desnudó la narrativa de la derecha y la izquierda del exterminio y el campo nazi. Si a la izquierda buenaondita se le derrumban sus certezas, igualmente, a la derecha carroñera se le están cayendo su propias narconarrativas. Sin duda el show mediático de las fiscalías federal y jalisciense, no deja de ser insultante. Sobre todo, el golpe a los colectivos de madres y padres que buscan a sus desaparecidos, pero los montaron en una narrativa que podría reducir su credibilidad. Recordemos a la madre buscadora que supuestamente “encontró” un sitio en el que fueron incinerados cuerpos en CDMX, pero lo hizo para apoyar a la corrupta candidata del PRIAN, Xóchitl Gálvez.

Los desaparecidos son una realidad en México. Durante los gobiernos del PRIAN, la desaparición fue una práctica del Estado mexicano. Décadas antes, el PRI desapareció a miles de mexicanos por la represión y la guerra sucia. Después, el PRIAN aprendió muy bien la lección. Entre 1988 y 2017, miles de mexicanos fueron ejecutados y desparecidos, sin que la derecha y la izquierda buenaondita se percataran. Y si se dieron cuenta, recataron sus comentarios. Nunca Julio Astillero especuló tanto –en su periodismo dizque de “resistencia”- por los desaparecidos. San Fernando, Tamaulipas se le perdió a Julio Astillero en sus especulaciones, pero el rancho Izaguirre es hoy su gran tema.

No hay duda de las desapariciones. Quizás tampoco de que algunas propiedades hayan funcionado como sitios de entrenamiento y quizás de asesinato de algunas personas reclutadas y que se rehusaran a ser parte del sicariato, pero de ahí a afirmar que México es un campo de “exterminio”, como los fascistas en México y Estados Unidos pregonan en redes sociales y los medios corporativos golpistas, es solo la fantasía de la derecha mexicana para invadir nuestro país. Los desaparecidos vienen de los gobiernos del PRIAN, no del actual gobierno. Los mexicanos deben tener claro que estamos ante una campaña hueca e insultante en contra de la presidenta de México. Es hasta vergonzosa la campaña de la ultraderecha, derecha y fascistas en México.

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