El sábado 15 de marzo, diversos colectivos de madres y padres buscadores
de sus familiares desaparecidos, marcharon en una vigilia para recordar
Teuchitlán, Jalisco. Al Zócalo de CDMX llegaron los colectivos y acompañantes,
acción que se repitió en al menos otras 20 ciudades del país. La importancia de
los desaparecidos, que Teuchitlán vino a recordarnos que la crisis humanitaria
de las personas desaparecidas, no ha sido atendida en todas sus dimensiones por
los gobiernos de la 4T y, en general, por la izquierda, no solo la obradorista
y morenista, también por otras facciones, en las que predomina el oportunismo y
el uso político de esta crisis.
Como quiera, lo peor que sucedió en la marcha, fue la autoexhibición de
la miseria moral de la derecha mexicana. En diversos videos en redes sociales y
algunos medios alternativos digitales, se dio cuenta de los deslindes que
marcaron los colectivos, cuya legitimidad no está a aprueba, y grupúsculos que
insultaron a la presidenta de México e intentaron derribar la puerta de Palacio
Nacional, además de la presencia de seguidores y exfuncionarios del PRIAN,
partidos que durante sus gobiernos desataron la llamada guerra contra el narco
y la crisis de desapariciones. Recordemos un icónico cartón de conocido caricaturista
mexicano que tituló “No+Sangre”.
Al PRIAN le va bien la violencia, tanto verbal como física. En redes
sociales convergen, pagando millones de pesos en bots ubicados en cualquier
país del mundo para inflar hashtags que en X México no recibirían esos millones
de vistas. La derecha mexicana y sus partidos políticos, van de suplicarle a
Donald Trump que invada México a intentar apropiarse de la legitimidad de
movilizaciones como la de los colectivos de los familiares de los
desaparecidos. Los mexicanos no podemos olvidar, a pesar del ruido mediático,
las narrativas manipuladoras de los medios corporativos y sus comentócratas, y
la furia derechista en las redes sociales, que el horror comenzó con el
narcopresidente Felipe Calderón, quien además tuvo un funcionario que hoy está
preso en Estados Unidos, acusado de narco.
En este contexto, vale la pena retomar la reciente sentencia de la
hermana de la derechista Xóchitl Gálvez, quien fue sentenciada 89 años por
secuestradora, y quien usaba el nombre de la excandidata del PRIANRD y Claudio
X. González, para atraer a personas para secuestrarlas y cobrar rescates. Es un
caso, junto con el Genaro García Luna, que exhibe muy bien al PRIAN y sus
gobiernos. Tampoco los mexicanos deben olvidar que las desapariciones forzadas
tienen el sello del PRI, durante las represiones del 68 y el 71. Fue un camino
ya muy bien fundado por los gobiernos del PRI. O el asesinato –se estima unos
300- de militantes del PRD durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. La
guerra de Felipe Calderón refina toda la experiencia del Estado del PRIAN en
este tipo de hechos. El narcopresidente, no solo desapareció personas, sino
también mando ejecutar a miles de mexicanos, además de criminalizar a los
jóvenes.
La derrota moral de la derecha mexicana revela también el tamaño de su
miseria moral. Usar el movimiento de las familias de los desaparecidos, no es
extraño, porque los carroñeros son capaces de manipular e inventar cualquier
momento y narrativa que les favorezca, en sus ambiciones por regresar los
gobiernos corruptos, asesinos, saqueadores, empobrecedores del PRIAN. Usar a
las víctimas de cualquier situación, es la forma “natural” que el fascismo mexicano
sigue refinando. Ayer celebraron ejecuciones, asesinatos y desapariciones
encabezadas por el PRIAN, hoy buscan montarse en movimientos sociales
legítimos. Sin duda, la respuesta de la presidenta de México ha sido
contundente. Por un lado, lanza una serie de acciones e iniciativas de cambio
legal para reencaminar la obligación del Estado mexicano a favor de las víctimas,
y por el otro, deslinda de las perversas acciones e insultos de la derecha y la
hipocresía de exfuncionarios, quienes llegaron al Zócalo de CDMX para intentar
apropiarse del dolor de las víctimas de desaparición.
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