lunes, 17 de marzo de 2025

Desaparecidos y la miseria moral de la derecha mexicana

 

El sábado 15 de marzo, diversos colectivos de madres y padres buscadores de sus familiares desaparecidos, marcharon en una vigilia para recordar Teuchitlán, Jalisco. Al Zócalo de CDMX llegaron los colectivos y acompañantes, acción que se repitió en al menos otras 20 ciudades del país. La importancia de los desaparecidos, que Teuchitlán vino a recordarnos que la crisis humanitaria de las personas desaparecidas, no ha sido atendida en todas sus dimensiones por los gobiernos de la 4T y, en general, por la izquierda, no solo la obradorista y morenista, también por otras facciones, en las que predomina el oportunismo y el uso político de esta crisis.

Como quiera, lo peor que sucedió en la marcha, fue la autoexhibición de la miseria moral de la derecha mexicana. En diversos videos en redes sociales y algunos medios alternativos digitales, se dio cuenta de los deslindes que marcaron los colectivos, cuya legitimidad no está a aprueba, y grupúsculos que insultaron a la presidenta de México e intentaron derribar la puerta de Palacio Nacional, además de la presencia de seguidores y exfuncionarios del PRIAN, partidos que durante sus gobiernos desataron la llamada guerra contra el narco y la crisis de desapariciones. Recordemos un icónico cartón de conocido caricaturista mexicano que tituló “No+Sangre”.

Al PRIAN le va bien la violencia, tanto verbal como física. En redes sociales convergen, pagando millones de pesos en bots ubicados en cualquier país del mundo para inflar hashtags que en X México no recibirían esos millones de vistas. La derecha mexicana y sus partidos políticos, van de suplicarle a Donald Trump que invada México a intentar apropiarse de la legitimidad de movilizaciones como la de los colectivos de los familiares de los desaparecidos. Los mexicanos no podemos olvidar, a pesar del ruido mediático, las narrativas manipuladoras de los medios corporativos y sus comentócratas, y la furia derechista en las redes sociales, que el horror comenzó con el narcopresidente Felipe Calderón, quien además tuvo un funcionario que hoy está preso en Estados Unidos, acusado de narco.

En este contexto, vale la pena retomar la reciente sentencia de la hermana de la derechista Xóchitl Gálvez, quien fue sentenciada 89 años por secuestradora, y quien usaba el nombre de la excandidata del PRIANRD y Claudio X. González, para atraer a personas para secuestrarlas y cobrar rescates. Es un caso, junto con el Genaro García Luna, que exhibe muy bien al PRIAN y sus gobiernos. Tampoco los mexicanos deben olvidar que las desapariciones forzadas tienen el sello del PRI, durante las represiones del 68 y el 71. Fue un camino ya muy bien fundado por los gobiernos del PRI. O el asesinato –se estima unos 300- de militantes del PRD durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. La guerra de Felipe Calderón refina toda la experiencia del Estado del PRIAN en este tipo de hechos. El narcopresidente, no solo desapareció personas, sino también mando ejecutar a miles de mexicanos, además de criminalizar a los jóvenes.

La derrota moral de la derecha mexicana revela también el tamaño de su miseria moral. Usar el movimiento de las familias de los desaparecidos, no es extraño, porque los carroñeros son capaces de manipular e inventar cualquier momento y narrativa que les favorezca, en sus ambiciones por regresar los gobiernos corruptos, asesinos, saqueadores, empobrecedores del PRIAN. Usar a las víctimas de cualquier situación, es la forma “natural” que el fascismo mexicano sigue refinando. Ayer celebraron ejecuciones, asesinatos y desapariciones encabezadas por el PRIAN, hoy buscan montarse en movimientos sociales legítimos. Sin duda, la respuesta de la presidenta de México ha sido contundente. Por un lado, lanza una serie de acciones e iniciativas de cambio legal para reencaminar la obligación del Estado mexicano a favor de las víctimas, y por el otro, deslinda de las perversas acciones e insultos de la derecha y la hipocresía de exfuncionarios, quienes llegaron al Zócalo de CDMX para intentar apropiarse del dolor de las víctimas de desaparición.

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