domingo, 16 de marzo de 2025

Violencia contra los animales

 

El arte también es violento, pero como Eric Hobsbawm afirmó, las tradiciones son inventadas. Por lo que el proceso civilizatorio también implica cambios profundos en costumbres, tradiciones y prácticas sociales y culturales que muchas sociedades han inventado para crear comunidad, colectividad, pero que finalmente la concientización de la humanidad lleva a alumbrar una consciencia que favorece dejar el horror de la violencia, no solo contra los animales, sino en contra de los humanos. En Estados Unidos y Europa, países que se jactan de ser “altamente civilizados”, diversos estudios psiquiátricos, psicológicos y socioantropológicos, han concluido que matar y asesinar animales es un paso hacia la conversión de muchos en asesinos seriales. Comienzan maltratando y matando animales y terminan abusando y asesinando humanos –mujeres y hombres.

Según tales estudios, maltratar y asesinar animales es parte de un contexto en el que se celebran esas prácticas. En España, México y Latinoamérica en general, se ha refinado social y culturalmente al torero y la tortura y muerte de animales que son criados para matarlos en un espectáculo perverso e insano. Este escribano no sugiere que los toreros sean potenciales criminales, pero es obvio que gozan sus faenas y la eliminación de un animal cansado, lloroso y vulnerable. Igualmente, le dan millones de ingresos a los dueños de los toros que criaron para que fueran matados en un contexto que jamás será una tradición. Las tradiciones las comparte una comunidad entera, pero no es así en cuanto al espectáculo torero. Hay, a pesar de las quejas de los fanáticos del torerismo, en medios incluso de izquierda, como La Jornada, sinsentidos que únicamente alimentan la violencia contra los animales.

La violencia contra los animales existe. No es una entelequia, un invento de algunos que los defienden. Así como entre los humanos hay violencia sistemática, hacer de una práctica social y cultural un espectáculo en el que un hombre y sus esbirros someten a un animal, bajo el supuesto de que fue criado para ser matado, cuando el toro no tiene consciencia de su violenta muerte, es simple violencia. Efectivamente, la violencia entre los humanos –mujeres, niños, niñas, guerras, etc.- suele ser más llamativa, pues los medios corporativos, de cualquier tendencia ideológica y política, y las redes sociales, la exhiben en vivo y sin ambages, se trata de la normalización de situaciones que, como en el caso de la llamada tauromaquia, implica más violencia. Asistir a una corrida de toros es normalizar la violencia humana contra los animales. Es lo que no entienden los fanáticos del torerismo.

Argumentarán ¿y qué pasa en los rastros, los criaderos de aves, los criaderos de vacas, cerdos y otros animales que son sacrificados para la alimentación humana? Si bien, también se abusa y maltrata de los animales, no es comparable justificar un espectáculo en el que se normaliza, vía un show mediático y mediatizable, una masacre en contra de un animal que responde instintivamente a los embates de un hombre que solo busca el lucimiento de un supuesto arte, quien vestido con un traje lleno de parafernalia transexual –pido disculpas por usar inapropiadamente el término- que exhibe ante las excitadas multitudes su abultado miembro, tiene en mente humillarlo y finalmente matarlo. No es arte. Es simplemente un espectáculo del capitalismo salvaje. Cuando la lidia de toros surgió no se buscaba simplemente matar por el lucimiento de un perverso torero, cuyas ventas en taquilla le dan buen dinero, sino que respondía al morbo de la realeza y la nobleza medieval.

El espectáculo de la tauromaquia atenta contra el proceso civilizatorio, en el que la humanidad ha arrebatado al patriarcado capitalista derechos humanos esenciales, pero entre ellos, está la lucha por los derechos de los animales, los que existen. No son entelequias. Urge acabar con la mal llamada “fiesta brava”. Con ese nombre debemos entender que no es más una tradición. Es un simple negocio que gozan quienes lo defienden.

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