jueves, 13 de marzo de 2025

Exterminio

 

Teuchitlán, localidad cabecera del municipio del mismo nombre del estado de Jalisco, está hoy en boca de todos. No solo en Jalisco y el país, sino también a nivel mundial. Los medios corporativos nacionales, plataformas de Internet y redes sociales, tienen al campo de entrenamiento y exterminio, ubicado en el rancho Izaguirre, que un grupo de buscadores de personas desaparecidas dio a conocer, en sus portadas y comentócratas. Asimismo, varios medios corporativos internacionales le han dedicado algunas columnas y reportajes. Según cifras no oficiales, en ese sitio el CJNG pudo haber exterminado a más de 1,500 personas. El horror alarma y asombra a muchos, pero no es el único lugar en donde se han encontrado fosas clandestinas. Recordemos que durante los sexenios del narcopresidente Felipe Calderón y el corrupto Enrique Peña Nieto, del PRIAN, convirtieron a México en una gran fosa clandestina y un campo de miles de desaparecidos, desplazados y ejecutados por la delincuencia organizada y el Estado mexicano.

Incluso, algunos medios internacionales han caído en la odiosa comparación con los campos de concentración y exterminio nazis, los que dieron pie al holocausto judío, olvidándose que el holocausto palestino está en proceso en televisión y redes sociales. La comparación lo único que hace es revictimizar a las personas desaparecidas. En este contexto, destaca el intento por responsabilizar a los gobiernos de AMLO y Claudia Sheinbaum, pero los desaparecidos se incrementaron en tanto las guerras del PRIAN asolaban al país. También es necesario recordar que varios gobernadores, algunos incluso encarcelados, y otros exfuncionarios públicos del PRIAN, han sido vinculados al crimen organizado. Algunos periodistas de investigación han documentado cómo diversos gobiernos del PRIAN mantenían estrechas relaciones con narcos y otros delincuentes. El ejemplo preciso es el exsecretario de Seguridad del asesino Calderón, Genaro García Luna, quien actualmente está preso por narco, en Estados Unidos.

Ahora bien, algunos gobernadores y exgobernadores plantearán que lo sucedido en Teuchitlán es un asunto federal, pero recordemos que las autoridades locales y estatales son las que deben conocer de primera mano lo que pasa en esos niveles. En todo caso, solicitar la intervención del gobierno federal, lo que en el caso de Jalisco jamás sucedió. Enrique Alfaro, exgobernador de Jalisco, ocultó las cifras de las numerosas desapariciones en la entidad, aduciendo que se usaba políticamente, además de que nunca se coordinó o solicitó la intervención de AMLO. Algunos periodistas han documentado sus relaciones con criminales. No olvidemos que un exgobernador de ese estado, Aristóteles Sandoval, del PRI, fue asesinado en 2020, por presuntos vínculos con el narco. Igualmente, las Fiscalías estatales no parecen estar actuando acorde con sus atribuciones y, en varios casos, se presume de relaciones con narcos.

Lo hallado en Teuchitlán, da cuenta de la deshumanización del narco y el desprecio del crimen organizado por la humanidad. Según algunos testimonios de personas que lograron escapar, bajo engaños los atraían a la propiedad y después, por medio de vejaciones, abuso físico y psicológico, buscaban integrarlos a sus filas. Y quienes se oponían, eran asesinados sin el menor asomo de humanidad. Se ha documentado que el CJNG es una de las organizaciones criminales más violentas y deshumanizadas, cuyo poderío alcanza diversas entidades del país, pero la complicidad y contubernio con las autoridades locales y estatales, le ha permitido consolidarse. Por ejemplo, en Michoacán, su intento de consolidarse como el cartel dominante ha implicado enfrentamientos con otros grupos criminales y con la Guardia Nacional, las fuerzas armadas y la Guardia Civil estatal. En todos los casos, prevalece una violencia cruel e inusitada. Los enfrentamientos incluyen armas de alto poder y sicarios dispuestos a morir por su agrupación. Esto sería parte de la violencia con la que el CJNG “adiestra” a los jóvenes que secuestra para esclavizar con más violencia.

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