Teuchitlán, localidad cabecera del municipio del mismo nombre del estado
de Jalisco, está hoy en boca de todos. No solo en Jalisco y el país, sino
también a nivel mundial. Los medios corporativos nacionales, plataformas de
Internet y redes sociales, tienen al campo de entrenamiento y exterminio,
ubicado en el rancho Izaguirre, que un grupo de buscadores de personas
desaparecidas dio a conocer, en sus portadas y comentócratas. Asimismo, varios
medios corporativos internacionales le han dedicado algunas columnas y
reportajes. Según cifras no oficiales, en ese sitio el CJNG pudo haber
exterminado a más de 1,500 personas. El horror alarma y asombra a muchos, pero
no es el único lugar en donde se han encontrado fosas clandestinas. Recordemos que
durante los sexenios del narcopresidente Felipe Calderón y el corrupto Enrique
Peña Nieto, del PRIAN, convirtieron a México en una gran fosa clandestina y un
campo de miles de desaparecidos, desplazados y ejecutados por la delincuencia
organizada y el Estado mexicano.
Incluso, algunos medios internacionales han caído en la odiosa
comparación con los campos de concentración y exterminio nazis, los que dieron
pie al holocausto judío, olvidándose que el holocausto palestino está en proceso
en televisión y redes sociales. La comparación lo único que hace es
revictimizar a las personas desaparecidas. En este contexto, destaca el intento
por responsabilizar a los gobiernos de AMLO y Claudia Sheinbaum, pero los desaparecidos
se incrementaron en tanto las guerras del PRIAN asolaban al país. También es
necesario recordar que varios gobernadores, algunos incluso encarcelados, y
otros exfuncionarios públicos del PRIAN, han sido vinculados al crimen
organizado. Algunos periodistas de investigación han documentado cómo diversos
gobiernos del PRIAN mantenían estrechas relaciones con narcos y otros
delincuentes. El ejemplo preciso es el exsecretario de Seguridad del asesino
Calderón, Genaro García Luna, quien actualmente está preso por narco, en
Estados Unidos.
Ahora bien, algunos gobernadores y exgobernadores plantearán que lo
sucedido en Teuchitlán es un asunto federal, pero recordemos que las
autoridades locales y estatales son las que deben conocer de primera mano lo
que pasa en esos niveles. En todo caso, solicitar la intervención del gobierno
federal, lo que en el caso de Jalisco jamás sucedió. Enrique Alfaro,
exgobernador de Jalisco, ocultó las cifras de las numerosas desapariciones en
la entidad, aduciendo que se usaba políticamente, además de que nunca se
coordinó o solicitó la intervención de AMLO. Algunos periodistas han
documentado sus relaciones con criminales. No olvidemos que un exgobernador de
ese estado, Aristóteles Sandoval, del PRI, fue asesinado en 2020, por presuntos
vínculos con el narco. Igualmente, las Fiscalías estatales no parecen estar
actuando acorde con sus atribuciones y, en varios casos, se presume de
relaciones con narcos.
Lo hallado en Teuchitlán, da cuenta de la deshumanización del narco y el
desprecio del crimen organizado por la humanidad. Según algunos testimonios de
personas que lograron escapar, bajo engaños los atraían a la propiedad y
después, por medio de vejaciones, abuso físico y psicológico, buscaban
integrarlos a sus filas. Y quienes se oponían, eran asesinados sin el menor
asomo de humanidad. Se ha documentado que el CJNG es una de las organizaciones
criminales más violentas y deshumanizadas, cuyo poderío alcanza diversas
entidades del país, pero la complicidad y contubernio con las autoridades
locales y estatales, le ha permitido consolidarse. Por ejemplo, en Michoacán,
su intento de consolidarse como el cartel dominante ha implicado enfrentamientos
con otros grupos criminales y con la Guardia Nacional, las fuerzas armadas y la
Guardia Civil estatal. En todos los casos, prevalece una violencia cruel e
inusitada. Los enfrentamientos incluyen armas de alto poder y sicarios
dispuestos a morir por su agrupación. Esto sería parte de la violencia con la
que el CJNG “adiestra” a los jóvenes que secuestra para esclavizar con más
violencia.
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