sábado, 8 de marzo de 2025

Violencias contra las mujeres

 

Arriba la sociedad mundial a un 8 de marzo, día en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, fecha que el patriarcado oficial ha pretendido normalizar como una “celebración”, cuando históricamente fue un día trágico en el que el patriarcado capitalista asesinó a varias mujeres. Asimismo, es un 8 de marzo en el que los fascismos, tanto en Estados Unidos y Europa, como en Argentina, amenazan los derechos, no solo de las mujeres, pero particularmente contra ellas, de todos los ciudadanos. En México, la derecha opositora, sigue pretendiendo normalizar su misoginia y desprecio contra la presidenta de México, intentando pasar su odio político e ideológico contra una mujer que es reconocida, no solo en nuestro país sino en todo el mundo, como “opinión”, una narrativa que, en realidad, los representa muy bien.

Según la ONU, una mujer es asesinada cada diez minutos por un familiar, además de que muchas niñas, adolescentes y mujeres, son abusadas en el núcleo familiar. Leí con atención y dolor, estupefacto, el testimonio de la escritora y poeta Julia Santibáñez, quien le dice a su abusador –y lo llama por su nombre- todo lo que sufrió en silencio. Era uno de sus hermanos. Era una niña cuando sucedió. Es desgarrador. Las mujeres, por su vulnerabilidad y por la manera en la que la familia patriarcal y el machismo de hombres y mujeres las educan, sufren múltiples abusos en sus vidas cotidianas en la familia. Conozco varios casos que jamás fueron denunciados. Algunos hombres también hemos sido abusados en la familia, pero no hablaré de mi o de otros casos, en momentos en los que los hombres deberían de asumir su responsabilidad por el maltrato y abuso contra las mujeres. Por ejemplo, los deudores de pensiones, es una forma de violencia contra las mujeres.

Pero es importante detenernos, no solo en las violencias contra las mujeres, sino también cómo algunas mujeres y hombres ejercen su cotidiano dominio arremetiendo en contra de las mujeres, niñas y adolescentes. No se si las violencias en contra de las mujeres hayan escalado; creo que va en dos rutas. Por un lado, se han incrementado las denuncias y la visibilidad, y por el otro, tenemos más evidencias de violencias que siempre han estado ahí, y no eran reveladas. Se guardaban como secretos de familia, secretos que el patriarcado, vía las propias mujeres, en muchos casos, se silenciaban, por el supuesto “bien” de padres, madres, hermanos, hermanas. La revelación de Julia Santibáñez nombra esa violencia, el abuso patriarcal. Ocultó la agresión que sufrió por su madre, quien de seguro no hubiese soportado saber que uno de sus hijos, un hermano de la escritora, fue el perpetrador de una atroz violencia.

Asimismo, es importante visibilizar la postura de algunas feministas mexicanas que afirman que, a contrapelo de lo que la presidenta de México afirma, no todas llegaron con ella. Es válido, pero igualmente es necesario reconocer que la primera mujer que ocupa el Poder Ejecutivo en México, está comprometida con todas y todos. Mal haría Claudia Sheinbaum en hacer un gobierno nada más para un sector de la población mexicana. Si bien, las mujeres no reciben toda la atención del gobierno de la 4T, es porque gobierna un país de 130 millones de mexicanos y mexicanas, estructurado en clases sociales y atravesado por violencias de todo tipo. El feminicidio es uno de los asuntos que sigue pendiente, pero prevenirlo requiere también de la familia mexicana, no solo del gobierno de la primera mujer presidenta. El bullying que azota todos los niveles educativos del país, no nada más tiene que ser atendido por el Estado mexicano. Las familias y las clases sociales mexicanas tienen que tomar cartas en el asunto. Un padre o una madre que saben que su hijo o hija son acosados en la escuela, debe confrontar a las autoridades educativas, visibilizar el problema, no aconsejarle a sus hijas o hijos que golpeen al acosador o acosadora. La igualdad será o no será. Este 8M es fundamental para avanzar en la igualdad entre mujeres y hombres.

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