La reciente rebatinga de algunos diputados de Morena, capitaneados por
el impresentable Ricardo Monreal, en la Cámara de Diputados, recibió un portazo
en las narices. La presidenta de México, ejerciendo el poder político que la
ciudadanía le ha otorgado –80% de aprobación ciudadana- rechazó las prácticas
prianistas que esos legisladores morenistas quieren que regresen: No al
clientelismo, no al corporativismo, no al nepotismo electoral, no a los actos
de campaña adelantados, no al uso y apropiación de los programas sociales para
fines partidistas, personales, intereses locales y abuso de poder. La
reconvención a la senadora Andrea Chávez, por su adelanto en su ambición por la
gubernatura de Chihuahua, fue solo parte de ese rechazo. Los gritos en contra
de la secretaria del Bienestar, sellaron la postura de Claudia Sheinbaum.
Ariadna Montiel, no es solo una mujer poderosa y eficiente, sino también está
haciendo su trabajo acorde con las instrucciones presidenciales y los diputados
y diputadas de Morena, nada tienen que hacer.
El golpe es directo a Ricardo Monreal, quien inventó una “rebelión” de
diputados que suponen que pueden presionar a la presidenta de México para
destituir a una de sus poderosas funcionarias, y a ese grupo de diputados y
diputadas que no entienden lo que es la 4T. La trayectoria del diputado
Monreal, cuyas habilidades para relacionarse políticamente con la oposición,
sufrió ahora un descalabro y le recordó que Claudia Sheinbaum es la titular del
Poder Ejecutivo y sigue teniendo mando en Morena. Los diputados y diputadas que
se quejaron en contra de la secretaria del Bienestar, ahora saben que su poder
es relativo, incomparable con el de la presidenta de México, quien, aunque ha
declarado que como militante de su partido se ha retirado, su influencia y
poder es fundamental, sobre todo para corregir las “desviaciones” prianistas.
Morena no es aún un partido político, acorde con los parámetros para
entender al partido político tradicional, sino un movimiento-partido, el que sigue
operando como movimiento social, lo que entiende y sabe muy bien la presidenta
de México, mientras algunos diputados y senadores de Morena suponen que el
prianismo podría adueñarse de la herencia de AMLO. Claudia Sheinbaum ha sido
muy clara: el trabajo in situ es fundamental, pero no usando recursos públicos
y menos haciéndose de los programas sociales que están en la Constitución
mexicana. Los diputados y diputadas “rebeldes” tienen que hacer su propio
trabajo y no usar la estructura gubernamental, menos los recursos públicos,
para que la población los conozca y sepa de sus intenciones políticas.
Sin duda, la apertura de Morena como movimiento social, se tiende a
convertir en un obstáculo para so consolidación como partido político.
Nepotismo, clientelismo, corporativismo, uso de recursos públicos, apropiación
de programas sociales, que son Constitucionales, son algunos de los obstáculos,
sobre todo porque muchos espacios públicos han sido ocupados por políticos y
políticas de diverso origen, incluidos gente del PRI, el PAN, el PRD y otras
denominaciones políticas, a quienes les interesa más actuar como lo hacían
antes, pero no de acuerdo con los principios de la 4T.
Pero la presidenta de México, se equivoca en el caso de Adrián
Ruvalcaba, exjefe delegacional y expriista, al pedir que se le dé una
oportunidad al ser nombrado como nuevo director del Metro de la CDMX. La andanada
de críticas copa las redes sociales, los medios corporativos y la postura de connotados
obradoristas y 4teístas. El personaje es conocido por violento y corrupto. Ojalá
Claudia Sheinbaum no se equivoque ante tamaña decisión. El prianismo que dice
combatir parece que llegó con el nuevo funcionario, producto de una cuota
política que se ve obligada a cumplir. No comparto las especulaciones de la
izquierda buenaondita, como es el caso de Julio Astillero y sus huestes estalinistas,
pero es necesario debatir el arribo de un individuo que era acérrimo enemigo de
AMLO y la 4T, pero que al inclinarse a favor de la presidenta, parece que se
purificó.
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