sábado, 19 de julio de 2025

La ideologización de los aranceles

 

La presidenta de México, junto con su gabinete económico, siguen abordando el tema de los aranceles que diariamente impone el criminal Donald Trump, como asuntos comerciales, mientras Trump y su gobierno los han convertido en armas ideológicas, aunque todos los aranceles que impone al mundo tendrán repercusiones en su propio país. El recién aprobado presupuesto por el Congreso de Estados Unidos, no solo favorece a los más ricos, sino que golpea a su propia base MAGA y a los estadounidenses pobres y de clase media. Los aranceles tienen similar fin. Por supuesto que en las naciones que exportan diversos productos a Estados Unidos, particularmente México, tendrán repercusiones negativas, pero el mayor impacto es entre los estadounidenses.

Aunque la recaudación por el alza de los aranceles ha aumentado, lo que Trump está manipulando al celebrarlo, la inflación, el déficit fiscal y el presupuesto dejarán a millones de estadounidenses en la ignominia. En este contexto, el acta en contra del fentanilo que recién firmó, acompañado de familias de adictos fallecidos, primariamente por medicamentos adictivos fabricados por las farmacéuticas de Estados Unidos, es otra puesta en escena propagandística que no va a los problemas centrales. No es una política de salud pública, prevención de las adicciones o apoyo gubernamental a los adictos y sus familias. A Donald Trump no le importa la gente, le importa la propaganda, el acoso y la amenaza a otros países, mientras el propio se hunde al ritmo del Trumpismo fascista.

Cada semana, el Trumpismo inventa aranceles o problemas de diversa índole. Es el caso del jitomate mexicano, gravado con un arancel de 17%, mientras los productores de jitomate en Estados Unidos, apenas pueden surtir al mercado de ese país, con 1 de cada 3 jitomates, o la nueva disputa en contra de la política mexicana para las aerolíneas de carga que fueron derivadas al AIFA, por la saturación del AICM, y la asociación de Aeroméxico con Delta Airlines. Según el Departamento de Transporte estadounidense, si no se atienden las “demandas” del gobierno de ese país, los problemas de “competencia” se agravarían, restringiendo operaciones de empresas mexicanas en Estados Unidos, además de prohibir que la empresa mexicana siga con su convenio con la estadounidense Delta Airlines, al retirársele a ésta la inmunidad antimonopolio.

El Trumpismo no busca establecer una relación comercial competitiva con México, tampoco que su socio comercial genere nuevas estrategias para eludir las imbecilidades ideológicas de la mafia que asaltó la Casa Blanca, sino derrocar a un gobierno progresista que le incomoda, y con cuyo país firmó un tratado comercial que pronto será revisado, y quizás cancelado, a pesar de que no hay signos de que las transnacionales estadounidenses se estén mudando al país del norte como Donald Trump añora, para satisfacer las perversiones ideológicas de la mafia en el poder y MAGA, cuyos miembros jamás van a cubrir la demanda laboral en los campos agrícolas o en las fábricas que eventualmente retornen a Estados Unidos, porque a los WASP no les interesa una vida laboral que solo los inmigrantes, documentados o no, cubren.

Los aranceles Trumpistas no son instrumentos comerciales, a pesar del aumento en la recaudación fiscal, la cual jamás va a cubrir el déficit fiscal estadounidense, pues esos ingresos irán a los bolsillos de las elites, mientras a las clases medias y trabajadoras estadounidenses se les traslada el costo de la ideologización de los aranceles. El hecho central es golpear a los países que mantienen relaciones comerciales competitivas con Estados Unidos para derrocar a sus gobiernos, como en el caso de Brasil, cuya autonomía judicial presiona al fascista Bolsonaro en sus intentos por huir de su país o preparar otra asonada golpista en contra del gobierno de Lula Da Silva, apoyado por el fascismo Trumpista. Retirar las visas a jueces y familiares, son acciones ridículas del fascismo Trumpista, a cuyo país ya a muy pocos les interesa ir.

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