Bolivia tendrá que ser un referente obligado de la izquierda y el
progresismo en América Latina, pues la derrota del MAS, el partido actualmente
en la presidencia boliviana, no solo obedece a la disputa, cínica e
individualista, de dos personajes de esa organización que hundieron a la
izquierda tras 20 años en el poder político, sino también a un manejo
desastroso de la economía –Luis Arce, el actual presidente de Bolivia, un
economista que gestionó el desastre económico y el fracaso- y a la
reorganización de la derecha en América Latina, apoyada por el imperio
estadounidense.
Las izquierdas latinoamericanas, en sus diversas vertientes, olvidan que
el mundo sigue regido por el capitalismo y sus oligarquías. No basta con
construir su mundito aparte, como es el caso del EZLN. La organización de
encuentros con asistencia de grupos europeos, mexicanos y de otros países,
muchos financiados con fondos de los gobiernos capitalistas del mundo, pueden
ser alentadores y abrir puertas a pensamientos diferentes, pero su impacto
siempre será limitado porque, en el caso del neozapatismo, aislarse para
autoorganizarse y desarrollar sus propias formas de convivencia, no implica la
derrota del capitalismo y el imperialismo.
En este contexto, es central cómo las izquierdas que alcanzan el poder
político en algunos países ejercen ese poder político y gestionan las economías
nacionales. Los intereses personales, facciosos y cínicos, no pueden imponerse
por encima del bienestar de los pueblos que eligieron a los progresistas. ¿De
qué le sirvió a Evo Morales que en un momento dado los protegiera AMLO de la
furia de la derecha? Al parecer solo para salvar su vida, lo que no es poco, pero
regresó a su país para dinamitar un proyecto progresista por intereses
mezquinos y personales. En un muy interesante texto del exvicepresidente Álvaro
Linera (La Jornada, 16/08/25), en el
que anuncia la derrota de la izquierda en su país hace demasiado hincapié en la
pésima gestión económica.
Si bien parte de la derrota de la izquierda boliviana es explicable por
la desastrosa gestión económica, el voto de castigo de los sectores medios y
emergentes, las posturas personales, mezquinas, egoístas y cínicas del actual
presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, operaron en contra de su
propio partido y proyecto político. Es vergonzoso cómo ese conflicto personal les
importó más que el pueblo boliviano, reciclando las viejas y anquilosadas
disputas de la izquierda latinoamericana, en las que las pugnas entre
liderazgos, los choques ideológicos, las posturas facciosas, fragmentaban aún
más a las izquierdas.
En este contexto, es importe analizar el retorno de la derecha en Bolivia,
cuyos resultados electorales configuraron un desastroso panorama en la que dos
candidatos de la derecha disputarán en segunda vuelta la presidencia boliviana,
mientras la izquierda prácticamente es borrada del espectro político de ese
país. Entonces, no es solo la pésima gestión económica, es un complejo
entramado en el que la derecha boliviana juega un papel fundamental. El fracaso
de la izquierda boliviana, a pesar de los cambios que promovió en los inicios
de su primer gobierno, es una alerta para toda la izquierda latinoamericana. La
reorganización de la derecha sigue adelante. Se vislumbra un bloque que tendrá
el apoyo de Donald Trump. El problema es que la propia izquierda promueve su
fracaso con disputas estériles y mezquinas.
La mirada político-ideológica del exvicepresidente de Bolivia, Álvaro
Linera, es interesante, pero al final, es una especie de cortina de humo que
pretende salvar las mezquindades de Evo Morales y Luis Arce. Ambos son
responsables del fracaso de su proyecto político. El contexto –económico,
social, político, reorganización de la derecha- es fundamental, pero también el
conflicto entre ambos líderes cimbró a la izquierda boliviana, más allá de las
bases del propio político del MAS. Es necesario repensar el daño que los
conflictos internos anuncian el fracaso de una opción política que, en su
momento, fue ejemplo en América Latina. El resultado es evidente.
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