En los últimos años, la periodista de ficción Anabel Hernández ha
pretendido que sus especulaciones, sin pruebas de ningún tipo, son la verdad en
contra de AMLO y la presidenta de México, pero su diatriba ha sido un gran
fracaso. Recordemos la ruda entrevista de Julio Astillero, quien le exigió
pruebas periodísticas que prueben los supuestos vínculos de AMLO con el narco,
lo que nunca presentó, mientras Carmen Aristegui @AristeguiOnline jamás la
cuestiona, le da un trato de estrella periodística para sus fines derechistas.
Pero el fallo en contra de la casa editorial –Grijalbo en México- Penguin Random
House, inapelable, aunque Anabel Hernández y su misma editora digan lo
contrario, muestra que los cuentos de la periodista, en este caso en contra de
actrices de Televisa, quienes supuestamente se prostituían con el capo Beltrán
Leyva, no solo son ficción sino mentira. Esperemos que la derechista Carmen
Aristegui lo registre en sus cada vez menos vistos programas fascistoides.
La periodista Anabel Hernández, huyo del país amenazada por los
gobiernos del PRIAN. Residió varios años en Alemania, protegida por
organizaciones financiadas por el gobierno alemán y otros gobiernos europeos,
convirtiéndose en “ícono” de un periodismo perseguido por el poder político.
Tiempo después, cuando AMLO llegó a la presidencia de México, comenzó una
inexplicable diatriba en contra del expresidente, acusándolo, sin pruebas de
ningún tipo, de supuestos vínculos con el narco. Inventó que recibió millones
de pesos para su campaña en 2006, pero nunca aporto pruebas, solo su
imaginación, alimentada por las imbecilidades de la DEA, agencia estadounidense
que fue proscrita por AMLO en el país, cuando en los gobiernos del PRIAN sus agentes
hacían y deshacían lo que se les pegara en gana. Incluso, durante el gobierno
del asesino Felipe Calderón, dirigieron operativos en los que fueron asesinados
muchos mexicanos, sin aclarar si eran o no narcos, delincuentes o simples
ciudadanos.
El periodismo ficción de Anabel Hernández ha pretendido convertirse en
verdad única, pero la sentencia en contra de Penguin Random House –Grijalbo-
pone las bases para que cierto ejercicio periodístico tenga las pruebas de lo
que los autores afirmen. No es censura. Se trata de que el periodismo ficción
no engañe para vender ejemplares de libros que no pueden probar lo que en esas
ediciones se señala. A la fecha, las mentiras en contra de AMLO y la presidenta
de México, jamás han sido probadas, a pesar de que las mentiras y ficciones han
sido publicadas en casas editoriales prestigiosas y globales como Penguin Random
House. Quizás la mentirosa Anabel Hernández y Penguin Random House decidan
acudir a la SCJN, pero el fallo es inapelable. Esperemos que la editorial se
disculpe. Y como se plantea, el fallo puede ser motivo de demandas por daño
moral que podrían implicar millones de pesos. ¿Quién pagará? ¿La mentirosa
Anabel Hernández o la editorial?
Usar el término “entredicho” para referirme a la esquizofrénica
periodista Anabel Hernández es un eufemismo. No hay explicación de cómo pasó,
de asegurar que no le había encontrado a AMLO nada sobre supuestos vínculos con
el narco, a afirmar, sin pruebas, pero con una feroz diatriba mediática, que “siempre
sí” el expresidente tenía algún tipo de relación con el cartel de Sinaloa,
incluyendo una supuesta reunión del propio AMLO con un capo, quien le
entregaría unas maletas llenas de dinero para financiar su campaña. Con excepción
de la derecha y los medios corporativos, algunos periodistas, como Julio
Astillero, la cuestionaron sobre las pruebas que sostenían sus dichos. Jamás presentó
ninguna prueba. Y Julio Hernández López, hay que puntualizarlo, jamás ha sido
fan de AMLO. Julio Astillero es parte de ese sector de la izquierda, la
izquierda buenaondita, que le reclaman a AMLO, ahora a Claudia Sheinbaum, la
falta de radicalidad como progresistas. No es que Astillero ignore el contexto.
El estalinismo es su marca.
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