sábado, 12 de enero de 2013

Nuestro abismo

El primer mes del nuevo gobierno federal transcurrió entre represión, “ni te veo ni te escucho”, y fanfarrias mediáticas. La cereza del pastel fue el adelanto del gasolinazo, que incluyó un alza adicional. Entre las viejas y las nuevas mañas de las élites políticas, únicamente nos toca observar cómo crece nuestro abismo.
Según diversas fuentes, en ese primer mes se contabilizaron entre 300 y mil asesinatos producto de la guerra contra los cárteles de las drogas, mientras los bancos -extranjeros la mayoría- hacían su agosto en los dos últimos meses de 2012, al favorecer el endeudamiento de sus tarjetahabientes en niveles históricos.
En el plano migratorio, nuestro abismo sigue creciendo también. Los abusos, documentados y algunos en litigio en las cortes estadounidenses, de la Patrulla Fronteriza, solamente dieron pie a una nota diplomática de la Secretaría de Relaciones Exteriores, muestra del desinterés del gobierno federal por emprender acciones reales y de largo alcance.
Durante los pasados veinte años, el riesgo migratorio aumentó desproporcionadamente como corolario de las políticas inmigratorias restrictivas de Estados Unidos, los abusos de la delincuencia contra los migrantes, el alza en los costos del cruce fronterizo indocumentado, y las arbitrariedades de la Patrulla Fronteriza hacia los migrantes.
Las deportaciones siguen su marcha. Datos del U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE), revelan que en el último año fiscal (octubre 2011-septiembre 2012), las deportaciones de personas ascendieron a casi 410 mil. Entre este récord de inmigrantes indocumentados expulsados, destaca que 55 por ciento tenía antecedentes penales.
Sin duda, la criminalización de los inmigrantes indocumentados es la punta de lanza de la política estadounidense. El dato de extranjeros criminales expulsados representa cerca del doble de los deportados en similar categoría en el año fiscal 2008, y la cantidad más alta de extranjeros criminales deportados en la historia del ICE (www.ice.gov/removal-statistics/).
La mayoría de los “extranjeros criminales convictos” expulsados fueron detenidos por homicidios, abuso sexual, crímenes por drogas y conducir alcoholizados o drogados; estas dos últimas categorías implicaron a más de 40 mil y 36 mil individuos, respectivamente. Los deportados por cruzar recientemente la frontera han descendido con dramatismo.
En nuestro abismo también ocupa un lugar importante la deuda pública que en doce años de panismo esquizofrénico escaló niveles históricos. Durante el calderonato, la deuda interna creció más de dos billones de pesos (168 por ciento) y la externa pasó de 49 mil millones a 123 mil millones de dólares (146 por ciento). En total, cinco billones 170 mil millones de pesos.
A pesar de este atroz endeudamiento, el abismo en infraestructura, seguridad, empleo, servicios públicos, salud, educación, entre otros, creció a pasos agigantados. El endeudamiento de municipios y estados es igualmente preocupante, pero los panistas, dirigentes, militantes, nos deben respuestas antes de acusar a otros por lo mismo.
Lo del supuesto “manejo responsable” es una patraña. Durante el calderonato pretendieron engañarnos, acudiendo incluso a datos de la OCDE que hacen ver la deuda de México debajo de países como Grecia, por ejemplo, pero nuestro abismo es producto del caos y el desastre que el panismo impuso, con altas dosis de corrupción e impunidad.
Nuestro abismo en cuanto al empleo es notorio. Nuevas mediciones del Inegi muestran que seis de cada diez mexicanos está incrustado en la economía informal. El 60.1 por ciento de la población ocupada tiene remuneraciones 35.4 por ciento menores respecto a la economía formal. Trabajo precario, sin prestaciones, sujeto a múltiples carencias.
El panorama laboral no se atenuará en el corto plazo; al contrario, la reforma laboral panista-priísta, aunada a las implicaciones de los excesos financieros de los últimos años y la necesidad de incorporar a quienes favorecieron al nuevo-viejo grupo en el poder, cerrarán la llave de los empleos a otros colores, partidistas o no.
Por su parte, la iniciativa privada, favorecida por una reforma laboral que privilegia el actuar discrecional y el trabajo precario, y presionada por el accionar de la delincuencia organizada, empujará a los necesitados de un empleo a la economía informal, alimentando un sector con mano de obra que se mueve entre la ilegalidad y la clandestinidad.
Nuestro abismo se profundizará, mientras las políticas públicas promueven, por un lado, al mercado como única palanca del crecimiento económico y, por el otro, el combate a la pobreza, encabezada por una neo-priísta, se vuelve punta de lanza del clientelismo y las miras electorales. La nueva administración de la pobreza.

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