jueves, 25 de enero de 2024

El affaire Uresti

 

El fin de semana pasado, la derecha y sus comentócratas de los medios corporativos, construyeron un relato fantasioso sobre supuesta censura, dada la narrativa de la locutora Azucena Uresti respecto a conjeturadas “circunstancias excepcionales” que afectarían a periodistas y escribanos al servicio de la derecha y la oligarquía. En realidad, su discurso refleja la crisis del periodismo corporativo en México. La lectora de noticias, sale de un medio por razones económicas, acorde con un comunicado interno de la empresa Milenio, pero aprovecha facciosamente para enturbiar la postura del presidente de México, además de buscar levantar votos para la candidata derechista. El affaire Uresti es parte del juego manipulador de los medios corporativos derechistas, pues cada vez que intentan golpear políticamente a AMLO, por medio de mentiras y discursos, se cae el montaje. La locutora se exhibe como una alumna adelantada del rey del montaje, Carlos Loret de Mola, quien, con otros escribanos, desgasta sus columnas con #Fakenews para justificarla.

La exlocutora de Milenio, pronto de Radio Fórmula y con mejor paga, no es periodista. Es una mujer que presenta “reportajes” que jamás hizo, de sus amigos –Carlos Loret de Mola, las ONG de Claudio X. González, Carmen Aristegui. Entonces, sin rubor y sin ética, acusa y difunde mentiras sobre los hijos del presidente de México y de AMLO. Aunque nadie pueda probar las especulaciones de sus amigos, pagados con dinero de agencias oficiales de Estados Unidos –USAID, entre otras- dedicaba su espacio a mentir e inventar supuestas situaciones de tráfico de influencias y corrupción, mientras que su amiga, la candidata de la derecha, Xóchitl Gálvez, realmente incurrió en tráfico de influencias y obtención de contratos públicos para sus empresas y su fortuna personal y la de su familia. Igualmente, aunque la derechista candidata del #PRIANRD y Claudio X. González, nunca ha presentado documentos y pruebas fehacientes sobre lo que Azucena Uresti difunde con particular ahínco.

No es la única locutora de noticias con espacios privilegiados que se dedica a golpear a AMLO, sus hijos y la 4T. Ciro Gómez Leyva, José Cárdenas, Joaquín López Dóriga, entre otros que conservan sus espacios en los medios corporativos, y otros que publican sus columnas de odio en la prensa corporativo y las plataformas en Internet de la derecha, son bien conocidos. Es parte de la campaña de la candidata derechista del #PRIANRD, Claudio X. González y una facción furiosa de la oligarquía mexicana que perdió dinero público, privilegios y que ha tenido que subir los salarios de sus trabajadores, por decisiones públicas. Oxfam difundió esta semana, cómo los ricos y ultraricos en México, la oligarquía pues, se ha enriquecido de manera grosera e insultante con dinero público, privilegios y salarios de hambre. Recordemos el caso del fallido aeropuerto de Texcoco, el que durante el sexenio de Enrique Peña Nieto obtuvo presupuestos públicos sin precedentes. Incluso, hasta de las Afore –dinero de los trabajadores- se extrajeron recursos para financiar el barril sin fondo de esa megalomaníaca obra.

No, Carmen Aristegui, no fue un capricho de AMLO, fue un acto racional en el que se ha dado a conocer cómo dueños de los medios corporativos y empresarios, serían propietarios de pistas de aterrizaje y demás infraestructura, todo con dinero público. No de su bolsa. Porque esa obra se hacía pasar por obra pública, financiada por el gobierno mexicano, pero que al final serían los empresarios serían los dueños, no el gobierno. Recordemos los PIDIREGAS, creación neoliberal de Ernesto Zedillo, o su gran obra, el FOBAPROA. Todo para los ricos, nada para los mexicanos. Una obra que, si no hubiese sido detenida, su costo ya estaría más allá de los 300 mil millones de pesos, como se había calculado y recalculado. Es lo que Azucena Uresti defiende, es lo que hace pasar por supuesta libertad de expresión y periodismo. Si bien todavía algunos escribanos de los medios corporativos la siguen defendiendo, la burbuja, como Xóchitl Gálvez, se cayó pronto.

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