jueves, 20 de junio de 2024

El cártel académico

 

El neoliberalismo penetró y carcomió casi todos los rincones de la vida social, económica, política y cultural de México. De un lado, los tecnócratas reclamaron la urgencia de reducir, acotar y arrancarle atribuciones y funciones al Estado, para privatizar la vida pública, socializar las pérdidas privadas y favorecer al mercado, y por el otro, entregaron, por vías como la corrupción, el saqueo, la condonación de impuestos, privilegios fiscales, créditos, asignación de recursos públicos a ONG (Organizaciones No Gubernamentales) y OSC (Organizaciones de la Sociedad Civil), entre otros mecanismos, el presupuesto público y los préstamos obtenidos en la banca internacional y organismos bilaterales y multilaterales (FMI, BM, BID). La formación de órganos autónomos, no solo privó al Estado y el gobierno de atribuciones y funciones propias, sino también hizo de la supuesta regulación de sectores como el energético, la innovación, etc., normas para favorecer a la oligarquía y las elites políticas y económicas.

La generación de conocimiento científico es una de las funciones esenciales de las universidades, en particular de las instituciones públicas, espacios en los que se formaron recursos humanos y áreas para la producción de conocimiento y la generación de innovaciones en los diversos campos de las ciencias duras, las ciencias sociales y las humanidades. En todos los casos, se fueron conformando comunidades académicas, en las que la docencia, la investigación y la difusión del conocimiento son práctica fundamental. Asimismo, en diversos escenarios históricos y políticos, se fueron creando y consolidando instituciones externas a las universidades públicas, en las que también se conjuntaron la investigación, docencia y difusión del conocimiento científico. La creación del CONACYT en los setentas fue el gran impulso para la institucionalización de las actividades académicas y científicas, tanto en las universidades públicas como en los organismos ajenos a esas instancias.

En las tres últimas décadas del siglo pasado, también se fueron creando organismos dedicados a la investigación científica, la formación de recursos humanos y la difusión del conocimiento, bajo el manto del CONACYT o en interacción con alguna instancia pública –el CINVESTAP del IPN, por ejemplo-, pero fuera de los recintos universitarios. Sobre esta sólida y destacada gama de instituciones, fue que el neoliberalismo sembró sus reales. A favor de la ciencia en México, se formaron e integraron destacados académicos y científicos, además de importantes programas de investigación, formación de recursos humanos y de difusión, pero se fueron convirtiendo en cotos de poder y fuente creciente del pensamiento único basado en las principales premisas del neoliberalismo. Asimismo, se generaron mecanismos extralegales para otorgar recursos públicos a filiales de empresas transnacionales y nacionales, con el supuesto garlito de la innovación, la que en realidad privilegió nimiedades y saqueo de dinero público.

La academia y sus académicos en México, transitaron al menos por cuatro vías durante el neoliberalismo: a) formación de una elite en universidades públicas y privadas, y los Centros Públicos de Investigación del anterior CONACYT (CPI-CONACYT); b) grupos de investigadores anquilosados en diversas instituciones, fuera de las elites cercanas a los gobiernos neoliberales y las prebendas del presupuesto público; c) investigadores en lo individual fuera de los anteriores, haciendo contribuciones con escasos apoyos, y d) la casi total desvinculación de grupos y académicos en los individual de las realidades que decían estudiar. La objetivación de sus sujetos y objetos de estudio, fue extrema. Por eso, llama la atención del anuncio de hoy 20 de junio de 2024, de la virtual presidenta electa de México, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, de convertir en secretaría de Estado al CONAHCYT, lo que implica que la 4T tendrá en sus científicos y académicos un apoyo fundamental. Ojalá el cartel académico termine de quebrarse.

El Plan C: ¿amenaza a los privilegios?

 

Los grandes empresarios nacionales, banqueros y transnacionales, previo a la elección del 2 de junio de 2024, no tuvieron dudas de que Claudia Sheinbaum ganaría la presidencia de la República. La ridícula campaña de la oposición, plagada de amenazas, miedo, insultos, mentiras y golpes políticos en contra del presidente de la República y la candidata de la coalición “Seguimos haciendo historia”, sabían que fracasaría, aunque aportaban dinero a la campaña sucia, el golpismo y la guerra electoral. No hay duda que, a pesar de las certezas del fracaso opositor, le apostaban a cierta irracionalidad de los votantes. Pero la “irracionalidad populista” los pasmó. Los mexicanos, aunque no superaron el porcentaje de participación de la elección de 2018, salieron a votar para darle a Claudia Sheinbaum y los partidos Morena-PT-PVEM, su apoyo para el Plan C.

Esta es la parte que la oposición les vendió, muy caro, pero con mentiras, a la oligarquía. Pero, los sectores empresariales, como el PRIANRD, Claudio X. González, la intelectualidad neoliberal, con sus aires de sapiencia, los medios corporativos y sus obtusos comentócratas, no supieron interpretar la realidad. Su realidad alterna les hablaba de populismo, irracionalidad, mexicanos sin educación, ciudadanos que no piensan, manipulables. Los mexicanos les demostraron que no son irracionales y el populismo es una rémora conceptual e intelectual –pronto veremos sesudos “análisis” de “expertos” mexicanos y extranjeros calificando a los votantes de México- que no sirve para interpretar lo que está sucediendo en nuestro país. Después de 2018, algunos analistas de izquierda y cercanos a la 4T, insistieron en que, para analizar, no solo el triunfo de AMLO, la 4T, Morena, sino también la conducta electoral –y no electoral- de los mexicanos era urgente repensar conceptos y paradigmas.

Con todo, los estudiosos y analistas de la derecha, tanto mediática como académica, siguieron usando sus anquilosados marcos teórico-conceptuales, obteniendo conclusiones, en muchos casos, viscerales, ancladas en el neoliberalismo y los populismos –derecha e izquierda-, certezas aferradas en prejuicios, odio y veleidad. El clasismo, la misoginia, la discriminación, el racismo y el desprecio por sectores empobrecidos por el neoliberalismo y el supuesto “fin de la historia”, normaron los análisis. Para algunos autores, los planteamientos de Max Weber sobre los liderazgos carismáticos fueron suficientes para analizar el encumbramiento de AMLO. El desprecio se convirtió en análisis. El “mesías tropical” y la irracionalidad de sus seguidores, obnubilaron a la derecha académica y mediática. El odio de la oposición derechista, sustituyó al rigor analítico. El odio de la comentocracia de derecha, es conocida. No cambió ni requiere rigor. Es odio.

En este sentido, la negativa recepción del Plan C refleja que amenaza los privilegios de la oligarquía. Así como a partir de 2018, el cambio llegó con el combate a la corrupción, al huachicol, recomposición de los sistemas de salud pública, educación, recaudación de impuestos, laboral, entre otros aspectos, en 2024 los mexicanos decidieron, no solo la continuidad de un proceso de gran envergadura, sino también nuevos derroteros del mismo. La narrativa derechista fracasó. El reiterado desprecio a los mexicanos que apoyaron hace casi seis años a AMLO, y la intención de normalizar el odio de la oposición y la oligarquía en contra de la mayoría de los ciudadanos, clarificaron la ruta que finalmente millones de mexicanos decidieron refrendar. Cerca de 36 millones de votos para la primera presidenta de México, mayoría calificada en la Cámara de Diputados, mayoría, aunque no calificada, en el Senado, gubernaturas y Congresos locales.

Desde esta perspectiva, el Plan C significa romper el contubernio entre los poderes facticos (oligarquía nacional y extranjera, políticos, delincuencia organizada y de cuello blanco, grupos derechistas, organizaciones antigubernamentales) y el Poder Judicial. El mandato es claro: hay suficientes elementos para reformar el Poder Judicial. La gente no votó por conservarlo.

viernes, 7 de junio de 2024

Las derrotas de la derecha mexicana

 

En jornada histórica, los mexicanos salieron a votar, no solo en México, sino también en Estados Unidos, España, Francia. En todos los casos, vimos largas filas, algunos reclamos e incidentes que la oposición buscó aprovechar para apuntalar su campaña de miedo, la que finalmente fracasó. En Madrid, un grupúsculo de las elites hispano-mexicanas que fue a votar, gritaron “fuera AMLO”, pero sus votos no fueron suficientes para impedir el triunfo de Claudia Sheinbaum. En la Unión Americana, el grito “es un honor estar con Obrador”, resonó ante un INE incapaz de cumplir las expectativas de los cientos, quizás miles, de mexicanos que fueron a votar por la continuidad de la 4T. Este contrastante hecho, da cuenta de las profundas diferencias entre miles de los inmigrantes mexicanos asentados en el país del norte, y algunos sectores descendientes de grupos elitistas, privilegiados, de origen español o francés, con doble nacionalidad, derechistas.

Pero las derrotas de la derecha mexicana van más allá de la hipócrita aceptación de que perdieron. Pues de la madrugada de la derrota al mediodía, la corrupta Xóchitl Gálvez anunció impugnaciones. La finalidad es intentar judicializar las elecciones, ante la derrota. La campaña electoral de la derecha fue un monumento al maniqueísmo, cuya estrategia fue jugar perversamente con la supuesta indignación y el miedo. Es decir, se afianzaron al malestar como estrategia política y propagandística, a pesar de las señales e indicadores en contrario, previos a la elección y durante el proceso electoral. Si de indicadores discutimos, las encuestas del INEGI hablaron. Mexicanos felices, pobreza a la baja, mercado interno funcionando, inseguridad relativamente baja, economía con buenos números, etc. Los indicadores evidenciaban una situación muy lejana a la visión alterna de la derecha, en la que el malestar era la gran ficción.

La derecha mexicana insistió, hasta la perversidad, usando las redes sociales, en particular X(Twitter), para posicionar, millones de pesos aparte, hashtags en contra del presidente de México y la candidata de la coalición Seguimos haciendo historia. Pero, visto el resultado, tanto confirmado por el PREP, encuestas de salida, conteo rápido oficial y el recuento distrital que finalizará el próximo domingo, fracasaron. La campaña electoral y electorera de la derecha privilegió el ataque, la mentira, el caos inventado, la supuesta intervención de AMLO en el proceso electoral, la manipulación de datos –prácticamente, todos los datos usados por la candidata derechista en su propaganda y en los debates, son falsos-, uso de tragedias humanas que, en los hechos revictimizaba a las víctimas, entre otras imposturas. El hecho es que no vieron –o no quisieron ver- que los ciudadanos mexicanos están experimentando cambios ideológicos y prácticos que les permiten observar engaños y farsas.

En este sentido, el recuento de votos que exige la derecha, es la nueva fase en la guerra de la derecha golpista contra los mexicanos y contra el progresismo. Ahora intentan enganchar a la gente con la falsedad de un fraude electoral. Pero la narrativa de la derecha no es nueva. No solo los impresentables partidos políticos que acompañaron a la derechista Xóchitl Gálvez, la misma candidata, Claudio X. González y facciones de la oligarquía mexicana y extranjera que financiaron la campaña de odio que intentó convertirse en propaganda electoral, asumieron una actitud beligerante, de odio, sino también sus seguidores y la llamada “marea rosa”. Su problema es que se atrincheran en las redes sociales. Los resultados de las votaciones del 2 de junio, mostraron con contundencia que las redes sociales no son la realidad. Apenas un pequeño mundo en el que muchos mexicanos comparten asuntos personales, odios políticos e información –muchas veces manipulada, mentirosa, sin pruebas.

La derecha es una caja de pandora de mentiras y una realidad alterna llena de odio. Es lo que hay que discernir. Sus derrotas no pueden arrastrarnos.