miércoles, 31 de julio de 2024

Venezuela, mon amour

 

El “fantasma comunista” sigue recorriendo América Latina. Excepto en Chile, cuyo presidentito le entregará pronto a la derecha su malgastado e imberbe mandato, Colombia y Brasil, al sumarse al coro antiVenezuela, quizás ignoran su propia historia de venganzas de la ultraderecha. En Brasil, Luis Inazio Lula Da Silva, fue encarcelado por la derecha sin ambages, sin importarle que concluyó su mandato con 80% de aprobación. En Colombia, el actual presidente Petro, podría terminar en la cárcel, antes o después de finalizar su mandato. Pero, tanto Lula como Petro, han decidido alinearse con la parafernalia del Centro Carter y Estados Unidos, para cuestionar los resultados de la elección en Venezuela. ¿Desde cuándo un Think Tank estadounidense es la “autoridad” electoral de un país para pretender derribar a un gobierno soberano? De lo que se trata, es justificar, tanto la intervención y el golpismo de Estados Unidos, como de exaltar a la derecha fascista –Corina Machado- para pretender derribar al gobierno venezolano.

Washington sigue jugando, política y golpistamente, con el “fantasma comunista”, sin pretender entender que América Latina no es, como su obsoleta, fascista y golpista doctrina Monroe pretende, soberanía y libertad. La URSS y el socialismo realmente existente, sucumbieron al capitalismo en 1989. Y en Occidente, la herencia comunista, los partidos comunistas y el marxismo, solo conocieron el escarnio y el golpeteo, que a veces alcanzó la purga fascista, que obligó a movimientos y personajes legítimos, a ocultarse, como en los grandes tiempos del nazifascismo y el estalinismo. En América Latina, las supuestas “amenazas” al imperio estadounidense, provendrían de Cuba y Venezuela, dos pequeños países, cuyos habitantes han sufrido las mayores amenazas por medio de bloqueos y robo de sus activos –caso Venezuela. Lo único que ha conseguido el imperio, es empujar a miles de cubanos y venezolanos a emigrar. Unos seducidos por las mieles del capitalismo, otros por la miseria inducida por el bloqueo estadounidense.

Que el Centro Carter, “dude” de los resultados de las elecciones venezolanas, pero que reciba con particular ahínco lo que la derecha venezolana les dice que “sucedió”, es realmente vergonzoso. Asimismo, que sectores “izquierdistas”, se lancen en contra de Nicolás Maduro, es nefasto. Esta posición de la “izquierda” en Latinoamérica, solo refleja su colonización imperialista, falta de juicio, estupidez y alineamiento a Washington. La izquierda en América Latina, no solo ha perdido el rumbo, sino que es manipulable y sin rumbo. Al parecer, esa izquierda prefiere que Washington les dicte para dónde moverse. Ningún Think Tank estadounidense es “progresista”. Todos oscilan entre la derecha, cierto centrismo y el fascismo. Y todos tienen financiamiento gubernamental y privado. El Centro Carter se ubica en cierto centrismo del partido demócrata, pero jamás a la izquierda. Es, como muchos intelectuales estadounidenses, un nido de contradicciones que viven del subsidio de agencias gubernamentales estadounidenses, empresas transnacionales y oligarcas globales. No hay, ni habrá, análisis. Solo condenas imperialistas.

En Venezuela, no se juega el futuro de Latinoamérica, pero si el futuro del golpismo derechista y fascista financiado por Washington. La reacción de Occidente, financiada por Estados Unidos, responde al desprecio a la democracia. Venezuela tiene años, décadas, sometiéndose al escrutinio de las urnas, acorde con los estándares de la democracia burguesa. Y hay que reconocer, que el 50% que obtuvo Nicolás Maduro, revela el desgaste de la vía bolivariana. Y es necesario renovar el vínculo con el pueblo venezolano. La próxima vez, el fascismo arribará al poder. Y Nicolás Maduro debe saberlo. Urge, no hacer caso de que organismos de Occidente exijan –con qué derecho- clarificar actas, conteos. Es importante transparentar la elección, pero tampoco claudicar por una Venezuela libre.

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