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miércoles, 27 de agosto de 2025

La agenda imperialista: México y Venezuela

 

Hace unos días, la DEA anunció un supuesto acuerdo –Portero, le llamó- con el gobierno mexicano, mismo que fue negado y rechazado por la presidenta de México en su Conferencia del Pueblo. Hace unos meses, aparte de las amenazas con aranceles, el bloqueo a la importación de ganado y los jitomates mexicanos, declaró terroristas a los carteles, con los cuales el gobierno estadounidense está negociando. En el caso de Venezuela, Estados Unidos ha comenzado una guerra mediática que incluye el despliegue militar en el Caribe. Previamente, había declarado al Tren de Aragua, terrorista, doblado la recompensa para capturar a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y ligar al gobierno venezolano, vía la DEA, con las guerrillas colombianas y con un cartel del narcotráfico mexicano. En ambos casos, Donald Trump y los sectores fascistas de su gobierno, están dispuestos a invadir países soberanos, con tal de alimentar a sus votantes y seguidores, quienes de seguro ni saben dónde se ubican México y Venezuela.

Sin embargo, para Donald Trump, el criminal sentenciado por la justicia estadounidense, cualquier pretexto es suficiente para intervenir en países que no están sujetos a su dominio. Los aranceles son solo un pretexto para intentar recuperar la hegemonía de su país. No solo se trata de hacer del comercio mundial un nuevo escenario. También incluye guerras, genocidio, invadir países, amenazar mediáticamente. Lo que sea para alimentar la mentira de los WASP para supuestamente recuperar la hegemonía perdida. La agenda imperialista se ha topado, el caso de Venezuela, con la respuesta de la población como reservistas, lo que ha sido un golpe para la fascista Corina Machado, a quien paga el secretario de Estado, Marco Rubio, pues es obvio que esperaba que los venezolanos no se alistaran para defender a su país.

A Juan Guaido lo hicieron multimillonario, con el robo del oro venezolano en el Reino Unido, y a Corina Machado le creen que la mayoría de los venezolanos la apoyan y le creen. La salida de miles de venezolanos durante el gobierno de Joe Biden, fue una respuesta al cobijo “político” que el expresidente le ofreció, tanto a opositores como a venezolanos que se sumaron a esa ola, pero no a situaciones reales internas. Efectivamente, como sucede en Cuba, el bloqueo y amenazas al gobierno de Nicolás Maduro, han sido contraproducentes. Hay venezolanos que desean salirse de su país porque las restricciones económicas los golpean rudamente, pero hay otros ciudadanos de ese país que permanecen en Venezuela porque así lo deciden. Es lo que no entiende Marco Rubio.

Miles de venezolanos han respondido al llamado de Nicolás Maduro para el reclutamiento voluntario. Es decir, hay miles de venezolanos que siguen en su país, no porque crean en Nicolas Maduro, sino porque creen en su patria. Es lo que Estados Unidos ignora, porque a los WASP no les interesa dónde esté Venezuela, solo si los machos estadounidenses cumplen con su función: matar a otros para que su “especie” WASP se reproduzca.

En México, el gobierno de Claudia Sheinbaum, está afrontando, con firmeza y discreción, las amenazas de Donald Trump. Hasta ahora son amenazas mediáticas. Pero los medios corporativos golpistas, la comentocracia de la prensa escrita, televisiva y radiofónica, respaldan a la oposición en sus diatribas vendepatrias. Nuestro país experimenta el escalamiento de la diatriba derechista interna. El enemigo en casa. El choque encabezado por la derecha mexicana, exacerba el clasismo, el racismo y la discriminación. Para la derecha, solo la oligarquía debe gobernar, por ello la propaganda sobre la supuesta deriva de la economía y el “desastre”. Cuando 13.4 millones de mexicanos salen de la pobreza, la derecha intenta apropiarse de lo que contribuyó a tal situación: el aumento salarial lo dan los empresarios, dicen. Es gracias a ellos que no hay pobres. La mentira es insultante, porque si bien el aumento salarial es importante, los mexicanos deben recordar que tanto el PRIAN como los empresarios del periodo neoliberal se negaron a aumentar los salarios.

viernes, 15 de agosto de 2025

13.4 millones de mexicanos fuera de la pobreza

 

Más de 13 millones de personas salieron de la pobreza en el contexto del gobierno de AMLO. Un logro, aunque a la derecha le moleste, del proyecto de nación de la 4T. Por ello, la queja del exlíder moral de la izquierda priista, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, es una simple diatriba de la derecha, mientras la derecha se retuerce sin argumentos. El INEGI es una de las pocas instancias autónomas que realmente presentan sus datos, sin tanta parafernalia ideológico-política. Los datos duros son impactantes, pero la derecha mexicana no puede refutarlos, aunque en X y otras redes sociales lo intenten. Muchos mexicanos, por medio de los aumentos salariales y las políticas sociales, hoy pueden tener una vida diferente.

Durante el neoliberalismo, sus ideólogos usaron los aumentos salariales, arriba de la inflación, como arma para hundir a los mexicanos en la pobreza y la ignominia. A los neoliberales mexicanos jamás les importaron los mexicanos, por sostener un modelo político-ideológico que empobreció a millones de mexicanos. Que 13 millones de pobres hayan salido de la pobreza durante los años del gobierno de AMLO, no es un “triunfo” de AMLO, sino de políticas públicas que han incidido en la realidad de millones de personas y familias. No es un asunto político, es una cuestión que la derecha mexicana no reconoce. En los gobiernos del PRIAN, acorde con datos reales, la pobreza aumentó inexorablemente, aunque quieran usar las cifras de la pobreza extrema.

Efectivamente, la pobreza extrema es un asunto sin resolver. Pero los datos que la derecha manipula para descalificar las cifras de la pobreza multidimensional que ahora el INEGI presenta, metodología del CONEVAL, un organismo desaparecido que solía manipular sus propios análisis, son importantes. La 4T tiene muchas acciones por hacer en contra de los pobres en extremo. Urgen políticas públicas en las que los pobres en extremo sean los protagonistas, pero los datos de millones que salieron de la pobreza no pueden ser minimizados.

Que 13 millones de mexicanos hayan salido de la pobreza es malo para Héctor Aguilar Camín, quien manipula las cifras para “abogar” por los pobres en extremo, por quienes jamás dijo nada durante los gobiernos neoliberales. La pobreza extrema siempre estuvo ahí y sin duda, los “sesudos” análisis de la derecha solo intentarán desacreditar las políticas públicas de la 4T. Pero no olvidemos que lo que hoy llamamos pobreza extrema y pobreza, ya Marx, con sus matices, los había catalogado en sus tiempos: ejercito de reserva industrial y lumpenproletariado. Sectores de la población engendrados por el capitalismo. Desclasados, sin más expectativa que sobrevivir diariamente. Son los que Oxfam ha identificado como personas y familias que reproducen su pobreza cotidianamente, sin la esperanza de salir de su situación.

Sin embargo, AMLO y la 4T, antes que romper abiertamente con las elites económicas y destruir desde sus cimientos el sistema socioeconómico prevaleciente en México –lo que no le perdona la izquierda buenaondita porque sigue soñando con la Cuba de Fidel Castro y la Venezuela de Chavez, cuyas sociedades son actualmente una dramática muestra del poder del imperio y del capital-, implementaron una política salarial y una política social que incidieron en al menos un sector de los pobres en México. Si algo he aprendido durante años como investigador de las ciencias sociales, es que el socialismo o comunismo en un solo país es una falacia. El capitalismo es el sistema dominante y si no hay un cambio generalizado –por ejemplo, el colapso total del imperio estadounidense y de la Unión Europea- poco hay que hacer. Excepto luchar por una sociedad de derechos y usar la democracia burguesa para impulsar esas transformaciones, que es lo que AMLO y Claudia Sheinbaum, con sus matices, están haciendo. Al primero le tocó sacar de la pobreza a millones de mexicanos, mientras la segunda impulsa una política de derechos –mujeres, indígenas, afromexicanos, etc.- para fundar una sociedad distinta.

sábado, 2 de agosto de 2025

Salir de la pobreza en México

 

Los datos de la ENIGH 2024, son claros. 10 millones de personas salieron de la pobreza, el ingreso personal aumentó de manera importante, la distancia entre el decil que concentra la riqueza y el decil de los que menos tienen, se redujo de 35 veces a 14 veces, la desigualdad se ha estado moderando. Son algunas de las evidencias que surgen de la citad encuesta, la cual fue levantada en el contexto del gobierno de AMLO, quien, en medio de la pandemia de COVID19, a través de aumentos importantes al salario mínimo, una vigorosa política social e inversión pública en los criticados y descalificados megaproyectos en el sureste del país, impulsó el cambio que actualmente se refleja en esa encuesta.

Sin duda, lo más relevante es la reducción de la desigualdad, lo que se pudo lograr cambiando el paradigma neoliberal: el aumento al salario es inflacionario; la inflación es el indicador central del crecimiento económico; el crecimiento económico debe ser privilegiado por el modelo económico; el desarrollo y el bienestar no existen sin crecimiento económico; la riqueza es generada por los ricos, subsidiar, condonar y dar dinero público a los ricos garantiza que los de abajo –clases medias, pobres, pobres en extremo, marginados, etc.- “crezcan”; no hay que darles pescados a los que menos tienen, sino enseñarles a pescar; el cambio individualista y personal, hace “crecer” a los individuos; los subsidios son para los ricos, las dádivas son para los pobres.

Lo anterior es nada más un breve recuento de las aberraciones neoliberales que llevaron a México a una insultante acumulación de riqueza en menos del 10% de la población, mientras millones, incluidas las clases medias, luchaban por sobrevivir. Este proceso es el que polarizó al país, no AMLO y sus políticas transformadoras. El PRIAN generó la peor polarización de la sociedad mexicana. Pero no solo acentuó las diferencias de clase, porque, aunque los del PRIAN repelen hablar de clases sociales, el capitalismo, sistema económico y social vigente, hundió a millones de mexicanos en la pobreza y la ignominia. La ENIGH 2024, apenas refleja lo que el Estado, en el capitalismo, debe promover: aligerar las desigualdades, moderar la concentración de la riqueza.

El descenso de las desigualdades sociales, no implica que México esté rumbo al comunismo o al socialismo. Ni siquiera Venezuela y Cuba son sociedades comunistas o socialistas. Sus sistemas sociopolíticos han buscado aminorar, en lo que cabe, las desigualdades. Su problema es que lo han hecho suprimiendo libertades que son las favoritas del capitalismo. En México, se está trazando una ruta en la que las políticas sociales, los aumentos salariales e indicadores macroeconómicos, si bien son importantes, no definen el modelo económico. Hay que ser obtuso para no reconocer las ganancias, por ejemplo, de la banca, mayormente extranjera, las Afores y los grandes consorcios. Y repeler las políticas que buscan aminorar las extremas desigualdades.

Asimismo, es importante reconocer que, tanto Cuba como Venezuela, están siendo bloqueados y asediados por la derecha y la ultraderecha encabezada por Estados Unidos. Así que no se trata nada más de regímenes “totalitarios”, sino de países y pueblos que defienden su soberanía y el derecho de sus ciudadanos a darse el sistema sociopolítico y económico que decidan. En el caso de México, AMLO y la 4T marcaron un rumbo moderado en el que no se amenaza al empresariado o la propiedad privada, sino que se privilegia el gasto público para aminorar los excesos de la acumulación capitalista en pocas manos y la desigualdad extrema. Es lo que da cuenta la ENIGH 2024. No son dádivas, como la ultraderecha mediática descalifica –periódico Reforma- a la política social y el aumento de los ingresos de los que menos tienen, sino un proceso social, político y económico que no va a revertir el capitalismo, pero al menos intenta menguar las desigualdades. El neoliberalismo es un modelo económico que desprecia a la gente, las colectividades. Si no se concentra la riqueza en pocas manos, no tiene razón de ser. La 4T va por otros senderos.

viernes, 10 de enero de 2025

Periodistas o sicarios

 

Es entendible que la derecha cuestione la postura mexicana respecto a Nicolás Maduro, quien asumió la presidencia de Venezuela, a pesar de los intentos de la derecha venezolana, estadounidense, mexicana y de otros lugares del mundo. En otro comentario he planteado mi postura personal sobre el presidente venezolano, cuestionado incluso por mandatarios progresistas de América Latina, pero si perdió o no la elección, si hizo o no fraude electoral, son asuntos que los venezolanos tendrán que aclarar. Asimismo, los venezolanos que han estado saliendo por cientos y miles de su país, atravesando naciones vecinas, Centroamérica y México, con el fin de alcanzar Estados Unidos, para favorecerse con el estatus de refugiados que Joe Biden les ofreció a quienes se declaren perseguidos por el régimen de Maduro, pero que con el arribo de Donald Trump, podría quedar invalidado.

Nicolás Maduro es el presidente de Venezuela; juramentó ante los poderes establecidos, vigentes, constitucionales de su país. Si Edmundo González se autoproclama presidente en República Dominicana, donde parece que está varado, no tiene ninguna validez. Que lo acompañen los expresidentes de México, el marihuano Vicente Fox, y el espurio narco Felipe Calderón, no le da ni legitimidad ni legalidad. Que Estados Unidos lo convierta en su otro títere, reconociéndolo como “presidente” -recordemos el caso del payasito Juan Guaidó- o la Unión Europea lo “reconozca”, es simple injerencismo e intervencionismo, además de una amenaza a un país soberano. En este contexto, el supuesto secuestro de la fascista Corina Machado, del que no hay evidencia, solo declaraciones, los 25 millones de dólares que ofrece EEUU por detener a Maduro, las nuevas sanciones de este país y la Unión Europea, son violaciones al derecho internacional.

En este contexto, es muy cuestionable la cobertura que los medios corporativos están dando a la juramentación de Nicolás Maduro, pero también lo es la postura de la izquierda buenaondita que pulula en Youtube. Es el caso de Julio Astillero y sus sicarios, intentando que la presidenta de México se contradiga con el supuesto “secuestro” de la fascista Corina Machado o con la propia toma de posesión del presidente Maduro. En el primer caso, en la Mañanera del Pueblo del 10 de enero de 2025, afirmó que hay que tener la información precisa, aunque condenó la criminalización de la oposición derechista, mientras que respecto a lo segundo dijo que la Constitución mexicana establece el irrestricto respeto a la determinación de los pueblos.

No es el único caso, por eso la pregunta ¿periodistas o sicarios? El periodismo exige responsabilidad con el derecho a la información, no solo la libertad de expresión. Es una dupla fundamental para que fluya la información. Para que la verdad no se convierta en simple narrativa simplista de la derecha y la izquierda buenaondita. Como hemos visto –y escuchado- Nicolás Maduró asumió la presidencia de Venezuela para su tercer mandato, ante los poderes del Estado venezolano. Si bien, Maduro ha perdido apoyo del pueblo venezolano, no es nada más porque los ciudadanos lo repelan, sino porque Venezuela ha estado sujeta a un bloqueo brutal de Estados Unidos y la Unión Europea. Incluso, de manera ilegal, los lingotes de oro del Estado de Venezuela, depositados en bancos británicos, fueron confiscados por el Reino Unido.

La salida de cientos, miles de venezolanos, no es nada más producto del gobierno “dictatorial”, “comunista”, “socialista”, de Venezuela. Hay un contexto geopolítico que reduce las oportunidades de los venezolanos para tener bienestar y una vida digna en su país. Asimismo, el estatus de refugiado que el gobierno estadounidense les ofrece a los venezolanos, es un imán que alienta la emigración, a pesar de los riesgos que enfrentan en su trayecto al “sueño americano”, el cual, con el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, podría ser interrumpido, a pesar de la declaración Trumpista que reconoce al perdedor Edmundo Gonzales como “presidente”.

miércoles, 8 de enero de 2025

Venezuela o Trump

 

La izquierda buenaondita –solo escuchar a Julio Astillero esperando que sus entrevistados le den la razón y condenen a Nicolás Maduro por no haber presentado jamás las pruebas de su triunfo electoral, es patético- mexicana se ciñe a las directrices, no solo de la democracia burguesa sino a los intentos del imperio por “resolver” el tema venezolano. El 10 de enero de 2025, Nicolás Maduro asumirá la presidencia de su país de nuevo, desafiando al imperio y sus representantes, Corina Machado, la fascista que alienta la intervención de Estados Unidos por medio de Edmundo González, su nuevo Juan Guaidó. Joe Biden se va en unos días dejando a su país hundido política y diplomáticamente. El genocidio en Gaza, la guerra Ucrania-Rusia, la confrontación con China, el flujo de armas y dólares para las estúpidas guerras de Estados Unidos en otros lugares del mundo, son su legado. Reconocer a los fascistas Machado y González, es alentar la intervención e invasión de un país soberano que, con muchos cuestionamientos, intenta sobrevivir al imperio.

Al próximo presidente de Estados Unidos, Biden le deja una agenda política exterior cargada de conflictos y estupideces, pero de ningún modo caminos a la democracia. El senil Joe Biden perdió su centro político desde hace mucho, mientras Kamala Harris, perdedora histórica de una contienda electoral en la que repudiaron a Biden y a la propia candidata demócrata, sigue entrampada en sus propias contradicciones. En la agenda de Biden, está Venezuela. El respaldo dado a la extrema derecha venezolana, insistiendo en reconocer a Edmundo González, títere de Corina Machado, y otro Juan Guaidó, es la intentona final del “demócrata” para derrocar a un gobierno progresista. Por su parte, Nicolás Maduro, rechazado por la izquierda buenaondita mexicana porque argumenta que la izquierda “tiene que ser más democrática que la derecha” (¿?), debería aclarar su triunfo, pero jamás sucumbir ante el progresismo que parece alinearse a la derecha al rechazarlo.

La izquierda latinoamericana, desde el punto de vista de este escribano, no está obligada a ser “más democrática”, porque la democracia capitalista tiene reglas que a veces están reñidas con los procesos democráticos. Es el caso de México. AMLO y Claudia Sheinbaum, compitieron por la presidencia y por asentar un proyecto alternativo, con las reglas del neoliberalismo, pensamiento único y que impuso un orden para que jamás compitiera y ganara la izquierda. El hecho es que los neoliberales nunca contaron con el voto ciudadano, el que les ganó en su terreno, con su mañosa normativa. Entonces, la izquierda buenaondita se pierde en su estalinismo y adoración de sus supuestas hazañas y su agenda personal. No es que la izquierda buenaondita haya cambiado sus parámetros para juzgar a las otras izquierdas, sino que intenta erigirse en moralmente superior y prístina. Ni el EZLN, con rumbo propio, oculta su estalinismo como la izquierda buenaondita.

En Venezuela hay muchas cosas por corregir. Hace unos años, un reconocido economista estadounidense-mexicano me criticó agriamente por cuestionar al gobierno de Nicolás Maduro. En lo único que coincido es que ningún otro país, individuo o corriente política y oligárquica puede intervenir en las naciones soberanas. En sus inicios, el chavismo-madurismo tuvo real apoyo popular, a la muerte de Chávez, al asumir el poder Maduro, el rumbo bolivariano se fue perdiendo, sin olvidar el bloqueo estadounidense-europeo y el saqueo imperialista de las reservas venezolanas. Por ejemplo, Venezuela tiene una cantidad extraordinaria en oro depositada en bancos británicos, lo que le fue confiscado a causa de la supuesta “dictadura venezolana”. La venta de petróleo también fue mermada, por prohibiciones del imperio para que otros países le compren. Y sus productos de exportación, en general, han sido bloqueados, implicando una caída importante del bienestar de los venezolanos. Buena parte de las caravanas migratorias han estado nutridas por venezolanos, atraídos por el ofrecimiento de un estatus especial de Estados Unidos para refugiarse. Se trataba de alentar la caída del gobierno venezolano, ofreciendo a su población abandonarlo.

martes, 6 de agosto de 2024

Medios corporativos y redes sociales: la arrogancia imperialista

 

La guerra mediática y en redes sociales, con propósitos golpistas, contra Venezuela, tomó nuevo auge. Medios corporativos derechistas golpistas como Washington Post, New York Times, entre otros en Estados Unidos, encabezan el embate contra el gobierno de Nicolás Maduro, sin pruebas, sin tener certeza informativa de lo que está sucediendo en el país sudamericano. A nadie debe extrañar. En redes sociales, la campaña arrecia con infundios sobre supuestas detenciones de personas que publican, en sus perfiles, arengas contra el gobierno venezolano, lo que nadie ha podido comprobar. Sin duda, Anthony Blinken, el sionista titular del Departamento de Estado de la Unión Americana, con su “aprobación” del supuesto triunfo de la marioneta de la fascista Corina Machado, desató a las derechas y ultraderechas su afán de derrocar a Maduro y recolonizar Venezuela. El desatino total.

Sin duda, la transparencia de la elección venezolana es fundamental, pero los momentos y tiempos en las que sus autoridades electorales lo establezcan, es una decisión interna en la que nada tienen que hacer o decir el Departamento de Estados Unidos, los medios corporativos, los “expertos” de la Unión Europea en imágenes de supuestas actas electorales. Asimismo, la derecha venezolana e internacional están operando una ofensiva millonaria en redes sociales para forzar el derrocamiento de Nicolás Maduro, centrando su campaña de mentiras en el desconocimiento de la reelección del presidente venezolano, envenenando a los usuarios de distintas plataformas (WhatsApp, Instagram, X, Facebook, TikTok) con odio, el tema favorito de la derecha y el fascismo cuando saben que, en los hechos, perdieron. Pero buscan arrebatar.

A nadie debe extrañar el actuar de los medios corporativos, tanto de Estados Unidos como de América Latina. Solo basta recordar el golpe de Estado en Chile, donde la prensa derechista tuvo un papel fundamental. Pero también, los casos de Bolivia, Pero, Brasil, entre otros, donde el golpismo mediático adelantó al Lawfare. Previo al derrocamiento o encarcelamiento de mandatarios progresistas, el embate de los medios corporativos fue crucial. Después, llegó el Poder Judicial o Legislativo, para inventar una maraña de mentiras legaloides para fundamentar el golpe de Estado y el encarcelamiento de mandatarios o exmandatarios, con la finalidad de escarmentar y poner un ejemplo para que los pueblos no volvieran a votar por partidos y corrientes políticas e ideológicas que ponen en entredicho a la derecha y el fascismo.

En el caso de las redes sociales, un medio reciente, pero explosivo, es el campo de batalla político e ideológico de la derecha y el fascismo, cuya finalidad es derrocar gobiernos progresistas. El anonimato de miles de cuentas, adicionales a las de personajes de todo tipo (influencers, periodistas, políticos, odiadores profesionales, youtubers, etc.), promoviendo campañas de odio y desprecio clasistas, discriminatorias, racistas, misóginas, antiLGBT, homofóbicas, dominan las plataformas digitales. Cruzadas que no se quedan en el espacio digital, sino que en muchas ocasiones son retomadas por los medios corporativos para arremeter contra gobiernos progresistas, a pesar de los bulos, fakenews, mentiras y odio que proliferan. La arrogancia imperialista, tanto de Estados Unidos como de Europa, ya no solo tiene a su servicio a los medios corporativos golpistas y derechistas, sino también las redes sociales.

La arrogancia imperialista tiene para sus fines golpistas a los medios corporativos desde hace décadas, pero ante el impacto de las redes sociales entre diversos sectores de la población, invierte, por medio de sus agencias, organizaciones y algunos personajes, millones de dólares para promover su estrategia digital golpista contra Nicolás Maduro y el pueblo venezolano. Porque el ataque no es solo contra el presidente de Venezuela, es contra un pueblo que apoya a su mandatario. No es un asunto personal; tiene que ver con un pueblo y sus líderes. Vaya error.

miércoles, 31 de julio de 2024

Venezuela, mon amour

 

El “fantasma comunista” sigue recorriendo América Latina. Excepto en Chile, cuyo presidentito le entregará pronto a la derecha su malgastado e imberbe mandato, Colombia y Brasil, al sumarse al coro antiVenezuela, quizás ignoran su propia historia de venganzas de la ultraderecha. En Brasil, Luis Inazio Lula Da Silva, fue encarcelado por la derecha sin ambages, sin importarle que concluyó su mandato con 80% de aprobación. En Colombia, el actual presidente Petro, podría terminar en la cárcel, antes o después de finalizar su mandato. Pero, tanto Lula como Petro, han decidido alinearse con la parafernalia del Centro Carter y Estados Unidos, para cuestionar los resultados de la elección en Venezuela. ¿Desde cuándo un Think Tank estadounidense es la “autoridad” electoral de un país para pretender derribar a un gobierno soberano? De lo que se trata, es justificar, tanto la intervención y el golpismo de Estados Unidos, como de exaltar a la derecha fascista –Corina Machado- para pretender derribar al gobierno venezolano.

Washington sigue jugando, política y golpistamente, con el “fantasma comunista”, sin pretender entender que América Latina no es, como su obsoleta, fascista y golpista doctrina Monroe pretende, soberanía y libertad. La URSS y el socialismo realmente existente, sucumbieron al capitalismo en 1989. Y en Occidente, la herencia comunista, los partidos comunistas y el marxismo, solo conocieron el escarnio y el golpeteo, que a veces alcanzó la purga fascista, que obligó a movimientos y personajes legítimos, a ocultarse, como en los grandes tiempos del nazifascismo y el estalinismo. En América Latina, las supuestas “amenazas” al imperio estadounidense, provendrían de Cuba y Venezuela, dos pequeños países, cuyos habitantes han sufrido las mayores amenazas por medio de bloqueos y robo de sus activos –caso Venezuela. Lo único que ha conseguido el imperio, es empujar a miles de cubanos y venezolanos a emigrar. Unos seducidos por las mieles del capitalismo, otros por la miseria inducida por el bloqueo estadounidense.

Que el Centro Carter, “dude” de los resultados de las elecciones venezolanas, pero que reciba con particular ahínco lo que la derecha venezolana les dice que “sucedió”, es realmente vergonzoso. Asimismo, que sectores “izquierdistas”, se lancen en contra de Nicolás Maduro, es nefasto. Esta posición de la “izquierda” en Latinoamérica, solo refleja su colonización imperialista, falta de juicio, estupidez y alineamiento a Washington. La izquierda en América Latina, no solo ha perdido el rumbo, sino que es manipulable y sin rumbo. Al parecer, esa izquierda prefiere que Washington les dicte para dónde moverse. Ningún Think Tank estadounidense es “progresista”. Todos oscilan entre la derecha, cierto centrismo y el fascismo. Y todos tienen financiamiento gubernamental y privado. El Centro Carter se ubica en cierto centrismo del partido demócrata, pero jamás a la izquierda. Es, como muchos intelectuales estadounidenses, un nido de contradicciones que viven del subsidio de agencias gubernamentales estadounidenses, empresas transnacionales y oligarcas globales. No hay, ni habrá, análisis. Solo condenas imperialistas.

En Venezuela, no se juega el futuro de Latinoamérica, pero si el futuro del golpismo derechista y fascista financiado por Washington. La reacción de Occidente, financiada por Estados Unidos, responde al desprecio a la democracia. Venezuela tiene años, décadas, sometiéndose al escrutinio de las urnas, acorde con los estándares de la democracia burguesa. Y hay que reconocer, que el 50% que obtuvo Nicolás Maduro, revela el desgaste de la vía bolivariana. Y es necesario renovar el vínculo con el pueblo venezolano. La próxima vez, el fascismo arribará al poder. Y Nicolás Maduro debe saberlo. Urge, no hacer caso de que organismos de Occidente exijan –con qué derecho- clarificar actas, conteos. Es importante transparentar la elección, pero tampoco claudicar por una Venezuela libre.

martes, 30 de julio de 2024

De qué indignación hablan

 

La derecha mundial se dice “indignada” por los resultados electorales en Venezuela. Estados Unidos, Europa y aliados comparsas de América Latina, exigen clarificar la votación de la reciente jornada electoral, reportada en general como pacífica, pero que no agrada a la derecha venezolana y sus séquitos en Latinoamérica y Washington. La derecha latinoamericana, incluyendo al fársico gobierno izquierdoide de Chile y al gobierno “progresista” de Guatemala, amenazado por la derecha y el mismo Washington, llamó a una reunión “urgente”, con el fin de descalificar las elecciones venezolanas, en claro intervencionismo y violación de la soberanía de un país, pero sin tener pruebas sobre el supuesto fraude alegado por la derechista Corina Machado.

Pero a esa derecha mundial que “indigna” que un gobierno de izquierda socialista se reelija, siguiendo las reglas de la democracia burguesa, no le indigna el genocidio palestino. Miles de muertos, niños, niñas, mujeres, hombres, muchos sin relación orgánica con las organizaciones que defienden a una Palestina libre, han sido masacrados por el Estado sionista de Israel, y el asesino sionista Netanyahu. Tampoco indigna a Occidente, la guerra en Ucrania. Aunque no comparto la invasión de Rusia a ese país, tampoco la beligerancia de Ucrania, que ha sido y sigue siendo armado por Estados Unidos y la Unión Europea, estableciendo una guerra criminal contra los ciudadanos ucranios y rusos. A Occidente no preocupan las masacres, solo los negocios. La guerra es su gran negocio e invadir países soberanos su práctica favorita.

Está claro que el Consejo Nacional Electoral debe transparentar las votaciones de la reciente jornada electoral, pero no en el marco de la hipocresía latinoamericana, europea y estadounidense de la supuesta defensa de una democracia que les sea afín, acorde con sus estándares, donde la derecha debe reinar, pero los gobiernos progresistas deben ser expulsados del club de las “democracias” occidentales. La urgencia de descalificar las elecciones en Venezuela, es parte de la bufonada democrática Occidental. No es que a Occidente le importe la gente y sus decisiones en las urnas, sino que la derecha no se asentó en el poder, para poder continuar el saqueo de un país. Venezuela es el país con las reservas petroleras probadas más importantes del mundo, por ejemplo. Igualmente, recordemos que las reservas en oro de esta nación, están secuestradas por Gran Bretaña, de manera ilegal. Asimismo, Estados Unidos ha confiscado activos venezolanos e impuesto otro bloqueo criminal contra el pueblo venezolano.

La creciente emigración venezolana, no está solo motivada por la supuesta “opresión dictatorial y autoritaria” del gobierno bolivariano, sino también por el bloqueo estadounidense y europeo. También, es importante recordar que los migrantes venezolanos gozan de un estatus favorable a su arribo a Estados Unidos, en relación con otros grupos migratorios, lo que refleja, no la preocupación del gobierno estadounidense por los ciudadanos venezolanos, sino el uso político de migrantes para justificar los intentos de golpe de estado, asesinato de Nicolás Maduro y el cerco económico. La “urgencia” de Occidente por respaldar a la derecha venezolana, no está vinculada con la democracia, aunque el gobierno venezolano siga sus reglas. El retiro de embajadores en siete países latinoamericanos, rechazado por la derecha mediática, como si el gobierno venezolano no tuviera el derecho soberano de hacer de sus relaciones diplomáticas un elemento central de defensa de su soberanía.

La OEA no tiene el interés por defender los votos y a los ciudadanos venezolanos, sino extender su narrativa golpista –ya lo hizo en Bolivia y en Perú- e intervencionista, siguiendo las directrices de Washington. En Venezuela, deben transparentarse los resultados electorales, pero sin la presión de la derecha mundial y su legión de golpistas latinoamericanos –incluidos Chile y Guatemala. La OEA debe sacar las manos de Venezuela, y la derecha venezolana debe presentar las pruebas que acrediten su supuesto triunfo, porque hasta hoy solo ha usado a sus medios afines para cantar su presumida victoria, pero no ha puesto a la vista de todos, los documentos que lo acrediten.

miércoles, 25 de octubre de 2023

Crisis humanitarias

 

El término crisis humanitaria tiene actualmente referentes trágicos y devastadores. Todos, parte de la crisis del capitalismo posneoliberal. Aunque el neoliberalismo sigue vigente, la crítica a sus principales postulados y resultados, tienen que ver con las crisis humanitarias. Por un lado, la crisis humanitaria que tiene como rostro las migraciones globales en múltiples direcciones, buscando llegar al norte próspero, golpea a sus protagonistas severamente en su trayecto por países e inhóspitos corredores, y por el otro, la crisis humanitaria que se devela como un genocidio de amplias proporciones producto del conflicto bélico Israel-Hamás, el cual tiene trazos de limpieza étnica e invasión territorial en cabezada por el sionismo israelí en contra del pueblo palestino.

Son crisis humanitarias en las que Estados Unidos y sus políticas globalistas juegan un papel central. Tanto la crisis de las migraciones como la crisis palestino-israelí, han sido prohijadas por ese país. Por ejemplo, los bloqueos contra Cuba y Venezuela, tienen consecuencias visibles entre la población de ambos países. Los cubanos y sus gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios han sido acosados incesantemente por la Unión Americana, con intentos incluso para derrocar al gobierno, además de imponer un bloqueo inhumano que implica tener en jaque al pueblo cubano. Se calcula una pérdida de más de 150 mil millones de dólares en 60 años por el bloqueo. Por su parte, Venezuela estima pérdidas por más de 500 mil millones de dólares. Uno de los países con las mayores reservas petroleras, ofrece hoy pocas alternativas de bienestar a su población.

Las políticas migratorias de Estados Unidos hacia ambas naciones, incentivan de muchas maneras la migración cubana y venezolana. Para los cubanos, apenas tocan territorio estadounidense solo por el hecho de declararse perseguidos políticos o que su vida está en riesgo por la “dictadura”, reciben refugio. Recientemente, los venezolanos están siendo parte de una política que favorece su refugio, ofreciéndoles trabajo y otras prebendas. Pero el flujo migratorio del sur latinoamericano a Estados Unidos, no está conformado solamente por ciudadanos de esos países; también miles de centroamericanos, peruanos, haitianos, africanos y de otras naciones de oriente medio y Asia, atraviesan largas, cansadas y peligrosas rutas con la finalidad de ingresar a la Unión Americana.

Detrás de estos migrantes sobresale el cambio climático, la violencia delincuencial, hambrunas, pobreza extrema, falta de oportunidades de todo tipo, golpes de estado, en los que el país del norte tiene mucho que ver. La decadencia de Estados Unidos y la cultura estadounidense es evidente, pero no en los términos de Samuel P. Huntington y su choque de civilizaciones, o Francis Fukuyma y el fin de la historia, sino en cuanto a que la mercantilización de toda la vida humana muestra grietas en todo el mundo. El neoliberalismo y la globalización han promovido incesantemente la híper individualización y al mercado como único centro de la vida humana, pero, con lentitud, asistimos al renacimiento de la colectividad, la comunalidad, la solidaridad. Aunque es contradictorio porque algunos sectores derechistas ensalzan al patriarcado en contra de los derechos humanos, para muchos pueblos las crisis humanitarias vienen del norte.

Con todo, no es mi intención responsabilizar a Estados Unidos y su pueblo, tan diverso social y en términos de clase, sino al sistema bipartidista, el complejo militar-industrial, las transnacionales, los multimillonarios financeristas, las instancia bilaterales y multilaterales que imponen las políticas del capitalismo salvaje, dueños del aparato de estado, que definen, en su decadencia, políticas y acciones que afectan a toda la humanidad: guerras, cambio climático, extractivismo, golpes de estado, segregación, apartheid, dominio de enclaves proestadounidenses contra otros pueblos y sociedades, bloqueos económicos, imposición de políticas antidrogas y antiinmigrantes. Es el capitalismo estadounidense que, con sus crisis cíclicas, devasta pueblos y naciones, con la finalidad de recuperar la tasa de ganancia y reorientar el proceso de acumulación capitalista.