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martes, 6 de agosto de 2024

Medios corporativos y redes sociales: la arrogancia imperialista

 

La guerra mediática y en redes sociales, con propósitos golpistas, contra Venezuela, tomó nuevo auge. Medios corporativos derechistas golpistas como Washington Post, New York Times, entre otros en Estados Unidos, encabezan el embate contra el gobierno de Nicolás Maduro, sin pruebas, sin tener certeza informativa de lo que está sucediendo en el país sudamericano. A nadie debe extrañar. En redes sociales, la campaña arrecia con infundios sobre supuestas detenciones de personas que publican, en sus perfiles, arengas contra el gobierno venezolano, lo que nadie ha podido comprobar. Sin duda, Anthony Blinken, el sionista titular del Departamento de Estado de la Unión Americana, con su “aprobación” del supuesto triunfo de la marioneta de la fascista Corina Machado, desató a las derechas y ultraderechas su afán de derrocar a Maduro y recolonizar Venezuela. El desatino total.

Sin duda, la transparencia de la elección venezolana es fundamental, pero los momentos y tiempos en las que sus autoridades electorales lo establezcan, es una decisión interna en la que nada tienen que hacer o decir el Departamento de Estados Unidos, los medios corporativos, los “expertos” de la Unión Europea en imágenes de supuestas actas electorales. Asimismo, la derecha venezolana e internacional están operando una ofensiva millonaria en redes sociales para forzar el derrocamiento de Nicolás Maduro, centrando su campaña de mentiras en el desconocimiento de la reelección del presidente venezolano, envenenando a los usuarios de distintas plataformas (WhatsApp, Instagram, X, Facebook, TikTok) con odio, el tema favorito de la derecha y el fascismo cuando saben que, en los hechos, perdieron. Pero buscan arrebatar.

A nadie debe extrañar el actuar de los medios corporativos, tanto de Estados Unidos como de América Latina. Solo basta recordar el golpe de Estado en Chile, donde la prensa derechista tuvo un papel fundamental. Pero también, los casos de Bolivia, Pero, Brasil, entre otros, donde el golpismo mediático adelantó al Lawfare. Previo al derrocamiento o encarcelamiento de mandatarios progresistas, el embate de los medios corporativos fue crucial. Después, llegó el Poder Judicial o Legislativo, para inventar una maraña de mentiras legaloides para fundamentar el golpe de Estado y el encarcelamiento de mandatarios o exmandatarios, con la finalidad de escarmentar y poner un ejemplo para que los pueblos no volvieran a votar por partidos y corrientes políticas e ideológicas que ponen en entredicho a la derecha y el fascismo.

En el caso de las redes sociales, un medio reciente, pero explosivo, es el campo de batalla político e ideológico de la derecha y el fascismo, cuya finalidad es derrocar gobiernos progresistas. El anonimato de miles de cuentas, adicionales a las de personajes de todo tipo (influencers, periodistas, políticos, odiadores profesionales, youtubers, etc.), promoviendo campañas de odio y desprecio clasistas, discriminatorias, racistas, misóginas, antiLGBT, homofóbicas, dominan las plataformas digitales. Cruzadas que no se quedan en el espacio digital, sino que en muchas ocasiones son retomadas por los medios corporativos para arremeter contra gobiernos progresistas, a pesar de los bulos, fakenews, mentiras y odio que proliferan. La arrogancia imperialista, tanto de Estados Unidos como de Europa, ya no solo tiene a su servicio a los medios corporativos golpistas y derechistas, sino también las redes sociales.

La arrogancia imperialista tiene para sus fines golpistas a los medios corporativos desde hace décadas, pero ante el impacto de las redes sociales entre diversos sectores de la población, invierte, por medio de sus agencias, organizaciones y algunos personajes, millones de dólares para promover su estrategia digital golpista contra Nicolás Maduro y el pueblo venezolano. Porque el ataque no es solo contra el presidente de Venezuela, es contra un pueblo que apoya a su mandatario. No es un asunto personal; tiene que ver con un pueblo y sus líderes. Vaya error.

viernes, 24 de marzo de 2023

Fentanilo: guerra mediática

 Desde hace algunas semanas, legisladores estadounidenses, republicanos y demócratas, arreciaron sus campañas mediáticas contra México, tomando como referentes su interés por declarar a los carteles del narcotráfico mexicanos como organizaciones terroristas y la crisis de opioides que azota a Estados Unidos. En ambos casos, resalta el uso electoral de asuntos que atañen a ese país, pero de lo poco que hacen para impedir o paliar el grave problema de las adicciones y las muertes que causa el fentanilo, además de no combatir las redes delincuenciales que introducen y distribuyen en la Unión Americana la mortal droga. Históricamente, en esa nación cualquier conflicto interno se busca resolverlo por medio de la injerencia, intervencionismo, golpes de estado y minando de gobiernos democráticos opuestos a sus políticas violatorias de la soberanía nacional.

Esta semana, el Departamento de Estado y las declaraciones de Anthony Blinken, titular de esa área, enrarecieron más el clima bilateral. Como cada año, el supuesto informe sobre derechos humanos en otros países, pero no en el propio, donde las violaciones a los derechos humanos son cotidianas, condena a México por temas que caen en la especulación, a partir de comentarios y entrevistas a informantes, intelectuales, académicos, internacionalistas derechistas, tanto mexicanos como de Estados Unidos. Sin documentar los cambios que el gobierno federal ha impulsado, en particular con la intención de combatir la corrupción, la tortura, las ejecuciones, la participación de las fuerzas armadas en violaciones a los derechos humanos, el citado documento fue potenciado por los medios corporativos golpistas mexicanos. Así como los legisladores estadounidenses usan electoralmente asuntos de su país para atacar a México, la prensa y sus amanuenses mexicanos afilan sus intenciones golpistas.

Sin duda, las elecciones en Estados Unidos y México, las intenciones golpistas de partidos políticos, empresarios, elites políticas y económicas, son el contexto de la guerra mediática basada en el fentanilo y un deforme informe sobre derechos humanos del Departamento de Estado. Recién el 18 de marzo, más de 500 mil mexicanos acudieron al zócalo de la #CDMX para respaldar la política energética de #AMLO, demostrando a políticos y gobierno estadounidenses, así como a la derecha y ultraderecha mexicana, la capacidad de convocatoria del líder mexicano, a pesar de las mentiras cotidianas que los medios corporativos golpistas, las redes sociales y los partidos políticos y empresarios golpistas difunden. La asistencia de Lorenzo Córdova a rendir cuentas de su intento golpista ante la OEA, el Atlantic Council, organismo ligado a la OTAN, y otras instancias derechistas, con la mentira de defender el #INE y la democracia, es claro ejemplo de la guerra mediática actual.

La mentira en la guerra contra el fentanilo queda al descubierto considerando datos de instancias de Estados Unidos (Center for Desease Control, DEA, Cato Institute, etc.): 70% del fentanilo ingresa a la Unión Americana vía Canadá y sus propios puertos, y 86% de los detenidos por tráfico de fentanilo son estadounidenses. En México se han realizado diversas acciones, no solo para detener el tráfico de fentanilo y otros estupefacientes, sino también para revertir la situación que prevalece por la guerra contra las drogas que el espurio Felipe Calderón lanzó para supuestamente resolver el problema interno de adicciones y drogas en la Unión Americana, con armas de ese país, pero con muertos mexicanos. La histérica agresión de legisladores republicanos y demócratas, y el titular del Departamento de Estado, Anthony Blinken, no solo tiene implicaciones para la campaña electoral estadounidense, también para las elecciones en nuestro país de 2024. Las sucesiones presidenciales en ambas naciones son fundamentales para la derecha y ultraderecha que añoran el retorno del régimen de corrupción y saqueo. Del capitalismo de cuates, del capitalismo salvaje y depredador.