Durante 36 años, el PRIAN ejerció su mayoría implacablemente. En ese
lapso, hizo cambios trascendentales a la Constitución mexicana, haciendo del
país, no solo un mercado abierto en el contexto de la globalización y el libre
comercio, sino también un territorio para explotar, saquear, contaminar,
arrebatar a los mexicanos sus tierras, recursos naturales y formas de
organización. Miles de mexicanos fueron expulsados de sus vidas y localidades
con la promesa del primer mundo, pero cayeron en las trampas del mercado
capitalista: no pasaron de ser consumidores y trabajadores endeudados con
salarios precarios y anclarse en la pobreza, mientras la tecnocracia, los
gobiernos del PRIAN, los partidos políticos, algunos funcionarios públicos,
patrimonializaban el dinero público y convertían muchas instituciones públicas
en medios de transferencias de dinero público para los bolsillos de las elites
de cuello blanco y sectores oligárquicos.
Los cambios que en su momento operó el PRIAN para reformar la
Constitución y la ley electoral, fueron para favorecer a ambos partidos
políticos en el Congreso de la Unión y sus gobiernos traidores (Vicente Fox),
espurios (Felipe Calderón) y fraudulento y corrupto (Enrique Peña Nieto). Si
bien en 2018 ganó AMLO, no consiguió asegurar mayorías calificadas en la Cámara
de Diputados y de Senadores, aunque sí mayorías simples. Asimismo, el Poder
Judicial se alineó a la derecha partidista, políticos corruptos y saqueadores,
y la oligarquía, con la finalidad de detener cualquier reforma constitucional
promovida por AMLO y sus legisladores. Pero el pasado 2 de junio de 2024, los
ciudadanos iniciaron otra rebelión democrática al otorgarle a Claudia Sheinbaum
la presidencia de la República, y a Morena, PT y PVEM, los votos suficientes
para operar reformas constitucionales, como la del Poder Judicial para que la
justicia llegue.
A la derecha no le importa la justicia. Al articular el coro medios
corporativos-redes sociales a favor de violar la Constitución, mostraron su
talante golpista y fascista. Su mayoría se esfumó desde 2018, pero siguen
pretendiendo tenerla –ya no en el Congreso, pero sí entre la ciudadanía- aunque
mientan e inventen cualquier realidad alterna. En este contexto, observamos
cómo los papeles de han invertido. AMLO y Morena, fueron, antes de 2018,
atacados sin cesar. Eran la minoría descalificada, mientras la derecha PRIAN y
su adherente el PRD, se alzaban como la mayoría calificada. Entre 2018 y 2024,
cambios profundos se han operado entre la ciudadanía, la que ha decidido convertir
a Morena y sus aliados PT y PVEM, en una mayoría calificada. No se trata nada
más de la Cámara de Diputados o de la de Senadores, sino de facto.
El 2 de junio de 2024, millones de ciudadanos salieron a las calles para
votar por profundizar los cambios que la 4T, AMLO, Morena, PT, PVEM, pregonan.
No se trata nada más de reformas constitucionales, sino también seguir
promoviendo la concientización, reposicionar a los ciudadanos, particularmente
los más vulnerables, como sujetos de la historia y su historia individual y
colectiva. El proceso civilizatorio mexicano tiene que pasar por la fundación
real de una sociedad de derechos, pero no los que muchas organizaciones no
gubernamentales o de la llamada sociedad civil han secuestrado para sus fines
elitistas y acorde con los designios de la derecha y la oligarquía. Los
derechos tienen que estar respaldados por la Constitución. El derecho a la
justicia, por ejemplo, tiene que estar garantizado por la nueva mayoría
calificada. La gente votó por reformar al Poder Judicial para ponerlo al
servicio del pueblo, de las mayorías, no de las elites partidistas, los
delincuentes de cuello blanco, los narcos y la oligarquía.
Por ello es crucial que el TEPJF cumpla con su papel, respaldando a la
mayoría calificada, más allá de las fobias derechistas, las que promueven una
campaña de odio y desprecio, no solo en contra de Morena y sus aliados, sino
también en contra de la mayoría de los mexicanos que votaron para convertirse
en la mayoría calificada de este país. No es nada más el Congreso. Es el país.
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