Para el éxtasis de la oligarquía, la derecha partidista, los medios
corporativos y sus escribanos golpistas, el injerencista y desestabilizador
embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, “habló fuerte y contundente”, contra
la reforma judicial. Ignoran que hace unas semanas la postura de este personaje
fue contraria. El hecho es que repite la conocida historia del injerencismo
estadounidense en México, la que ha implicado invasiones militares,
desconocimiento de gobiernos y desprecio a la soberanía. Al parecer, Joe Biden
pretende abrir un frente guerrero al norte de América, con el discurso de su
embajador, quien pisotea sin ambages una relación bilateral que prende de
delicados equilibrios discursivos y el comercio. El presidente Biden abre
también un frente político electoral que busca minar la retórica
intervencionista, racista y guerrerista del candidato republicano Donald Trump,
en sus andanadas electoreras contra la población mexicana nacida y residente en
la Unión Americana, y contra México.
Ignorante como muchos estadounidenses de clase media blancos, al parecer
devoto de los Tink Tank derechistas y fascistas de Estados Unidos, el embajador
Salazar, desde su chato protestantismo –afirmó la intromisión de entes “diabólicos-
vinculó la reforma judicial, en particular la elección popular de jueces,
magistrados y ministros, con el comercio bilateral, el narcotráfico y otros
aspectos, buscando proteger a bancos, empresas, financieros, calificadoras,
etc., de su país. La justicia y la pudrición del Poder Judicial mexicano, no es
preocupante. Al contrario, la oligarquía de su país hace negocios en México con
la anuencia del corrupto Poder Judicial. A las empresas, bancos y demás “entes
diabólicos” del capitalismo estadounidense, les preocupa perder el manto
protector de un Poder Judicial podrido, al servicio de los poderes fácticos. El
poder económico, tanto nacional como internacional, hacen negocios en los
mejores términos del capitalismo salvaje, corruptos y saqueador.
En ninguna parte de su discurso, el embajador Salazar hace mención de que
el Poder Judicial mexicano no imparte justicia -70 mil casos que al menos desde
hace 15 años no han sido resueltos- pero libera delincuentes de cuello blanco y
narcotraficantes. Asimismo, está hundido en la corrupción y el saqueo. Excepto la
defensa de los bancos, empresas y negocios estadounidenses, al embajador de
Estados Unidos, no le interesa lo que realmente anima la reforma judicial. 36
millones de mexicanos votaron el 2 de junio de 2024, incluyendo a prácticamente
a todos los sectores y clases sociales de la sociedad mexicana, apremiando a Morena,
PT y PVEM, a reformar el Poder Judicial. La oligarquía, los delincuentes de
cuello blanco, los narcos, no sufren lo que miles de mexicanos cuando enfrentan
al Poder Judicial –con razón o no- porque el poder del dinero, las corruptelas,
los privilegios, la connivencia, dominan. Al embajador le hace falta
información: periodistas de investigación y estudios de diverso tipo han
documentado los vínculos entre jueces, delincuentes de cuello blanco y narcos,
nepotismo, privilegios para unos pocos, saqueo, corrupción.
Como quiera, a Joe Biden, bancos, empresas, calificadoras,
inversionistas, no les interesa la impartición de justicia y un Poder Judicial
que no sea corrupto y saqueador. Negocios son negocios, sin importar si se
corrompe a jueces, ministros y magistrados, para favorecerlos. En la larga lista
destacan el maíz transgénico, el fracking, las energías “limpias”, la venta y
distribución de gasolinas y otros combustibles, las inversiones en diversos sectores
económicos, la minería a cielo abierto, la contaminación, el uso de agrotóxicos
prohibidos en Estados Unidos, el pago de impuestos. Ahora bien, no solo se
trata de negocios, también de dominar y desestabilizar al próximo gobierno de
la presidenta Claudia Sheinbaum. Es el intervencionismo, injerencismo y
desestabilización de Estados Unidos. Los mexicanos ya lo saben.
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