En una pasada reflexión escribí sobre la derecha creativa. Lo que la
derecha llama “la tiranía de las mayorías” es una narrativa que intenta
descalificar la democracia y el voto libre. Es decir, es malo que los
ciudadanos den su voto mayoritario a una determinada fuerza política, porque
ese voto condena a las minorías a ser minoría. Sin duda, es la narrativa de la
derecha y el fascismo. En México, la participación ciudadana ha estado cambiando,
a pesar de las mañas y triquiñuelas de la derecha. Después del fraude electoral
de 1998, orquestado por el gobierno priista, en 2006 y 2012, el PRIAN operó de
nuevo para intentar detener el voto ciudadano. Porque los dos últimos fraudes
electorales, no solo se trató de la figura de AMLO como líder político y
social, cabeza de un movimiento transformador, sino también de los mexicanos
que experimentaron tales fraudes, y sabían que su voto fue burlado. En estos
procesos, la estafa de la transición y la traición de Vicente Fox a una
elección que lo llevó a la presidencia, jugó un papel importante.
Si la derecha supone que las dos últimas elecciones presidenciales -2018
y 2024- llevan a la sociedad mexicana al autoritarismo y la tiranía de las
mayorías, es porque ocultan su propia debacle. No es que no hayan entendido la
nueva realidad, como incluso entre los medios alternativos y la “izquierda
verdadera” youtubera se plantea, sino que sus fracasos en las urnas, a pesar
del apoyo de los medios corporativos golpistas, la derecha empresarial, el
financiamiento de Estados Unidos y la Unión Europea a dizque organizaciones de
la sociedad civil, reflejan que hace años dejaron de representar a los
mexicanos. Incluso, hasta sus bases se han ido diluyendo. Sus derrotas nada
tienen que ver con el autoritarismo y la tiranía de las mayorías. AMLO gobernó
con el apoyo de millones de mexicanos. Claudia Sheinbaum, no solo refrendó la
necesidad de dar continuidad a la transformación, sino que también gobernará
con mayorías que rechazan a una minoría que sigue con sus mismas mañas,
corruptelas, saqueo y triquiñuelas.
La derecha mexicana continúa viviendo una realidad alterna en la que la
manera en que la gente del PRIAN sigue actuando, un modo de hacer política
normalizado que tiene a la corrupción y el saqueo como elementos centrales,
prevalece. La tiranía de las mayorías fue intentada conceptualizar por
intelectuales de derecha, pero fallaron, pues les niegan a muchos ciudadanos,
no solo ser reflexivos, sino hacer su voto válido como a sus intereses
convenga. 36 millones de mexicanos votaron por Morena y Claudia Sheinbaum,
mientras la derechista Xóchitl Gálvez fue rechazada de modo contundente. La
tiranía de las mayorías es otro recurso narrativo de la derecha para descalificar
a la ciudadanía y la democracia en general. A la derecha no le resulta cómoda
una mayoría votante, menos una mayoría legislativa. En el caso de la reforma
judicial, jueces y magistrados han interpuesto amparos que resultan en simples
golpes mediático, tanto para la derecha y la oligarquía nacional como para los
gobiernos extranjeros intervencionistas.
Ningún amparo contra la reforma judicial constitucional procede. Así lo
prevé la Constitución y la Ley de Amparo. Entonces, no es que la derecha no
conozca las leyes o sus abogados sean ignorantes. Suponen que el impacto
mediático a nivel nacional e internacional, facilitará la intervención de
gobiernos extranjeros golpistas, como Estados Unidos, organismos multilaterales
–ONU, OCDE, FMI, BM, BID, OEA-, calificadoras desestabilizadoras,
organizaciones de la supuesta sociedad civil. Pero esta intervención, aunque se
haga a nombre de la democracia, en realidad está cargada de intereses
políticos, económicos, financieros, extranjeros. La “tiranía de las mayorías”
es un simple epíteto para negar a los pueblos del mundo ejercer su soberanía,
participar para tomar las decisiones en entornos que les afectan, votar por
mayorías calificadas para que legislen a su favor. El Poder Judicial está
podrido, no ofrece justicia a las mayorías, solo a quienes pagan los favores de
jueces, magistrados y ministros.
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