jueves, 19 de septiembre de 2024

Las tragicomedias de la derecha mexicana

 

Se suele afirmar que la historia se repite, pero como tragicomedia. Es lo que parece pasar con la derecha mexicana que pretender expropiar al Poder Judicial para sus fines. En un evento de abogados, aparece de nuevo Ernesto Zedillo Ponce de León, expresidente de México, gritando que la reforma judicial es una aberración. También participó la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña, lloriqueando y despotricando contra lo mismo. Dos personajes que han demostrado con creces su interés por destruir México, sin importarles la democracia ni los mexicanos. La historia de Zedillo, con una esposa cuya familia estaba ligada al narcotráfico, es trágica para millones de mexicanos. Las masacres de Acteal y Aguas Blancas, son parte de la historia represiva del expresidente. El famoso error de diciembre de 1994, fue otro episodio que hundió al país, además de entregar los ferrocarriles a una empresa estadounidense, de la que fue después empleado.

Pero la disolución autoritaria de la SCJN, que no suscitó gritos en contra por supuesto autoritarismo o destrucción de la democracia que la derecha afirma de la actual reforma judicial, es el gran acto del derechista Zedillo. Con un golpe autoritario desapareció a la SCJN y redefinió al Poder Judicial. Ni moral ni políticamente Ernesto Zedillo puede argüir lo que sea, tanto en contra de AMLO y el gobierno de la 4T, como en contra de la reforma judicial. Asimismo, el presidente que llegó a encabezar el Poder Ejecutivo, después del asesinato de un candidato presidencial del PRI, dio otro golpe autoritario e ilegal, al decretar el rescate de banqueros, empresas y amigos, por medio del saqueo del erario público: el Fobaproa.

La derecha mexicana, en su desesperación, trae a la arena política, en el contexto de la reforma judicial en marcha y de la transición gubernamental, a un personaje anquilosado en sus mentiras. Un expresidente moral y políticamente acabado, desprestigiado, corrupto, saqueador. No es de extrañar que los medios corporativos golpistas y personajes derechistas en las redes sociales, repliquen el discurso golpista zedillista y operen una campaña para convertir al expresidente en su nuevo adalid, ocultando las atrocidades del personaje, que implicaron masacres, saqueo y corrupción del erario público y el Estado mexicano. La derecha mediática, política, judicial y empresarial, necesita alimentar su narrativa para emprender nuevas campañas, tanto para intentar restar credibilidad a AMLO, quien finaliza su sexenio con más de 70% de aprobación, como para presionar y socavar al gobierno de Claudia Sheinbaum.

En este contexto, es entendible la carta de Genaro García Luna, el exsecretario del narcopresidente Felipe Calderón, quien en unas semanas podría ser condenado en Estados Unidos, después de un juicio en el que fue declarado culpable por cargos graves ligados al narcotráfico. En la misiva, se autodeclara inocente y acusa al gobierno de AMLO que fue condenado con información que supuestamente su gobierno proporcionó a los fiscales estadounidenses que lo juzgaron, además de afirmar que existen audios, videos, fotografías, documentos, que involucran al presidente en vínculos con el narcotráfico. Al parecer, sus fuentes son las mismas que las de Anabel Hernández, quien sigue mintiendo, sin pruebas, sobre lo mismo, con la derechista Carmen Aristegui. Dice Genaro García Luna, que su honor sigue intacto. Esta frase no solo provoca carcajadas, sino exhibe el cinismo de un individuo, cuya carrera delictiva ha sido documentada con rigor periodístico por Francisco Cruz (García Luna: el señor de la muerte, Planeta, 2020).

La derecha desempolva cartas marcadas, desprestigiadas y las hace coincidir para golpear a AMLO, Claudia Sheinbaum y la 4T. El problema es que, del asesino, corrupto y saqueador Ernesto Zedillo, se sabe mucho, y de Genaro García Luna, se sabe que es un narco condenado en Estados Unidos y espera su condena. Sentenció AMLO en una de sus más reciente conferencias mañaneras: falta Salinas de Gortari. ¿Se animará la derecha y la oligarquía a darle reflectores?

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