Los medios corporativos golpistas, la mafia derechista y la “izquierda
buenaondita” se retuercen ante la aprobación de la supremacía constitucional.
En realidad, salvo una serie de previsiones que fueron retiradas para dar
certeza a defensores de derechos humanos y colectivos de la sociedad civil, se
elevó a nivel constitucional el artículo 61 de la Ley de Amparo. Durante varias
semanas jueces y magistrados han estado lanzando amparos ilegales con la
finalidad de bloquear la reforma judicial, cuya constitucionalidad no puede ser
puesta en duda, mientras la SCJN se autodesigna revisora y recibe acciones de
inconstitucionalidad y otras ilegalidades, siendo que la Constitución mexicana
es muy clara: la SCJN no puede declarar inconstitucional la Constitución.
Finalmente, el Poder Judicial, aunque el Consejo de la Judicatura Federal
ordenó terminar con su ilegal paro, sigue intentando golpear a la presidenta y
la 4T.
Con todo, recordemos que, en su momento, la derecha tuvo el “poder
absoluto” y modificó la Constitución a su antojo. Y ahora la derecha miente,
porque el “poder absoluto” es simplemente lo que el Constituyente decida, el
cual está respaldado por 36 millones de votos. La mayoría de los mexicanos
votaron porque Morena y sus aliados, para que reformaran la Constitución, a
pesar de la derecha y la “izquierda buenaondita”. No olvidemos que el “poder
absoluto” por el que pelean la SCJN y el Poder Judicial, tanto en los medios
corporativos y en menguadas marchas, a las que obligan a asistir a algunos
empleados de jueces y magistrados, como por medio del uso faccioso y mentiroso
de la ley –amparos, acciones de inconstitucionalidad, aceptación de trámites a
amparos y acciones promovidas por entidades que no tienen personalidad jurídica-,
defendió en su momento al narco Genaro García Luna, a través de emplear a gente
parte de su estructura criminal y la liberación de cuentas de la esposa para
llevarse fuera del país. También, la SCJN, ministros, jueces y magistrados, han
favorecido a los magnates mexicanos para no pagar impuestos, como es el caso
del dueño de TvAzteca y Eleketra, además de liberar delincuentes de cuello blanco
y criminales los sábados.
La supremacía constitucional puede tener un uso faccioso, acorde con los
partidos políticos que tengan mayoría calificada en el Congreso de la Unión,
por lo que no está demás cuestionar sus implicaciones, pero rechazarla también
puede llevar al país a crisis institucionales y embestidas golpistas
provenientes de la SCJN, le Poder Judicial y la oligarquía. No se olviden los
golpes de estado perpetrados por la derecha y Estados Unidos en Latinoamérica,
por medio del uso faccioso de la ley-Lawfare-, los medios corporativos y las
fuerzas armadas, los cuales dejaron estelas sangrientas de represión,
asesinatos, desapariciones y exilios forzados. En este sentido, la supremacía
constitucional busca ser un muro que detenga las ilegalidades y mentiras de
partidos políticos, ministros, magistrados, jueces, y en general de sectores
derechistas de la oligarquía mexicana y extranjera.
El reciente galimatías del ministro Alcántara Carranca, quien pretende
declarar inconstitucional la Constitución mexicana, postura que exhibe bien las
arbitrariedades de la SCJN y el Poder Judicial. Los ministros que la apoyen,
podrían ser objeto de juicios políticos o, en algún momento, que la presidenta
de México use una facultad presidencial que tiene: disolver la SCJN, como lo
hizo el criminal Ernesto Zedillo Ponce de León, quien fabricó con el Congreso
que entonces estaba vigente, un decreto que desapareció la SCJN y conformó otra
SCJN a modo. No se espera que se ejerzan ambas facultades –juicio político y
disolución de la SCJN-, porque tanto la bancada mayoritaria en el Congreso de
la Unión como la presidenta de México, comparten una postura que favorezca el
estado de derecho y el orden constitucional, mientras la SCJN y el Poder
Judicial pretenden generar una crisis constitucional para hacerse del poder
absoluto que le reclaman al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo.
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