sábado, 18 de enero de 2025

El complejo industrial-militar, redes sociales y los súper ricos

 

En su última alocución, Joe Biden, el presidente de Estados Unidos más mediocre y genocida de ese país, alertó sobre el gobierno de los súper ricos llegando a la Casa Blanca. Otra advertencia anodina y mediocre de un anciano senil que tuvo que ser sustituido por una afroindoamericana que tampoco hizo nada por refrendar una perspectiva demócrata que rescatara del desastre a su propio país. A dos días de tomar posesión del gobierno, Donald Trump obliga a Netanyahu a aceptar una tregua entre el Estado sionista genocida de Israel con Hamas. Seguro lo mismo le espera al comediante de 5ª Zelenski en la guerra con Rusia. Lo que demuestra que Biden, Blinken y el complejo militar-industrial, no solo actuaron por cuestiones de mercado, sino también por la intención de eliminar a una parte de la humanidad, los palestinos.

Acorde con algunas notas periodísticas, Donald Trump intentará, en sus próximos cuatro años de gobierno, de desmantelar el llamado “Deep State”, con el poderío que le confiere tener a los más ricos del mundo a su favor. Elon Musk no declinará sus intereses por políticos y conspiradores ocultos que le ponen obstáculos a sus negocios. Tampoco la oligarquía, con sus transnacionales que buscan depredar al mundo –lo que queda- para aumentar sus riquezas. Menos el complejo militar-industrial que, aunque Trump frene sus guerras, continuará produciendo y mejorando sus armas para aniquilar humanos en todo el orbe. Y las redes sociales se convertirán en un campo propicio. En X, propiedad de Elon Musk, la batalla entre fascistas, odiadores y algunos que defienden realmente la libertad de expresión y el derecho a la información sigue. En el conglomerado de Meta, propiedad del judío sionista Marck Zuckerberg, se acaba de abrir la apuesta: fuera verificadores, venga todo el odio fascista.

Joe Biden es un hipócrita. Su último discurso solo repite lo que está en marcha. El día de la toma de posesión de Donald Trump, habrá, a juzgar por los invitados, una especie de aquelarre derechista y fascista. Invitó solo a quienes podrían “acompañarlo” con sus decisiones extremas, pero a quienes quizás no acompañe en sus próximos golpes de Estado, como es el caso de Noboa, en campaña en una reelección que podría resultar en un monumental fraude electoral, o Milei, que después de colapsar Argentina, a pesar de las loas del FMI por haber bajado la inflación, pero con una pobreza indescriptible, galopante y trágica. Claro, al FMI y el BM, con sus más recientes pronósticos, solo le importan si sus presagios resultan y si el modelo neoliberal, el capitalismo salvaje, devastador, esclavizador, se cumplen. A ambos organismos multilaterales, como a la OCDE, al BID y otros nada les importa la humanidad.

A Donald Trump y a su gabinete nada les importa la debacle humanitaria. Aseguró ya que Estados Unidos se saldría de la OMS y, recientemente, la FED, que pronto estará a manos de seguidores fascistas de Trump, se retiró del mecanismo que monitorea el cambio climático. Y claro, todos sus funcionarios están a favor del fracking, la agricultura transgénica, la explotación hasta el colapso de los recursos naturales de ese país y, particularmente, de otros países. Los cuales obtendrá a la fuerza. Es el caso del petróleo y otros minerales de Venezuela y Groenlandia. La recuperación del imperio le llevará al fascista Trump cuatro años a marcha forzada. Por eso nombró a sus halcones. No busca acuerdos, sino imponer irracionales y estúpidas demandas. Si, por un lado, doblegó a Netanyahu a pactar una tregua con Hamas, lo que no augura el fin del genocidio, por otro lado, seguro hará lo mismo con Zelenski, no implica un mundo pacífico, como le dijo a Xi Jinping, el líder chino, sino el intento de reconstruir un mundo bipolar liderado por Estados Unidos.

Detrás de ese mundo bipolar está, sin duda, el complejo militar-industrial, las racistas, odiadoras, fascistas, misóginas redes sociales y las oligarquías globales. El sueño de George Soros se hará realidad, pero para promover un mundo fascista. Es el resultado de la globalización.

No hay comentarios: