En su última alocución, Joe Biden, el presidente de Estados Unidos más
mediocre y genocida de ese país, alertó sobre el gobierno de los súper ricos
llegando a la Casa Blanca. Otra advertencia anodina y mediocre de un anciano
senil que tuvo que ser sustituido por una afroindoamericana que tampoco hizo
nada por refrendar una perspectiva demócrata que rescatara del desastre a su
propio país. A dos días de tomar posesión del gobierno, Donald Trump obliga a
Netanyahu a aceptar una tregua entre el Estado sionista genocida de Israel con
Hamas. Seguro lo mismo le espera al comediante de 5ª Zelenski en la guerra con
Rusia. Lo que demuestra que Biden, Blinken y el complejo militar-industrial, no
solo actuaron por cuestiones de mercado, sino también por la intención de
eliminar a una parte de la humanidad, los palestinos.
Acorde con algunas notas periodísticas, Donald Trump intentará, en sus
próximos cuatro años de gobierno, de desmantelar el llamado “Deep State”, con
el poderío que le confiere tener a los más ricos del mundo a su favor. Elon
Musk no declinará sus intereses por políticos y conspiradores ocultos que le
ponen obstáculos a sus negocios. Tampoco la oligarquía, con sus transnacionales
que buscan depredar al mundo –lo que queda- para aumentar sus riquezas. Menos el
complejo militar-industrial que, aunque Trump frene sus guerras, continuará
produciendo y mejorando sus armas para aniquilar humanos en todo el orbe. Y las
redes sociales se convertirán en un campo propicio. En X, propiedad de Elon Musk,
la batalla entre fascistas, odiadores y algunos que defienden realmente la
libertad de expresión y el derecho a la información sigue. En el conglomerado
de Meta, propiedad del judío sionista Marck Zuckerberg, se acaba de abrir la apuesta:
fuera verificadores, venga todo el odio fascista.
Joe Biden es un hipócrita. Su último discurso solo repite lo que está en
marcha. El día de la toma de posesión de Donald Trump, habrá, a juzgar por los
invitados, una especie de aquelarre derechista y fascista. Invitó solo a
quienes podrían “acompañarlo” con sus decisiones extremas, pero a quienes
quizás no acompañe en sus próximos golpes de Estado, como es el caso de Noboa,
en campaña en una reelección que podría resultar en un monumental fraude
electoral, o Milei, que después de colapsar Argentina, a pesar de las loas del
FMI por haber bajado la inflación, pero con una pobreza indescriptible,
galopante y trágica. Claro, al FMI y el BM, con sus más recientes pronósticos,
solo le importan si sus presagios resultan y si el modelo neoliberal, el
capitalismo salvaje, devastador, esclavizador, se cumplen. A ambos organismos
multilaterales, como a la OCDE, al BID y otros nada les importa la humanidad.
A Donald Trump y a su gabinete nada les importa la debacle humanitaria.
Aseguró ya que Estados Unidos se saldría de la OMS y, recientemente, la FED,
que pronto estará a manos de seguidores fascistas de Trump, se retiró del mecanismo
que monitorea el cambio climático. Y claro, todos sus funcionarios están a
favor del fracking, la agricultura transgénica, la explotación hasta el colapso
de los recursos naturales de ese país y, particularmente, de otros países. Los
cuales obtendrá a la fuerza. Es el caso del petróleo y otros minerales de
Venezuela y Groenlandia. La recuperación del imperio le llevará al fascista
Trump cuatro años a marcha forzada. Por eso nombró a sus halcones. No busca
acuerdos, sino imponer irracionales y estúpidas demandas. Si, por un lado,
doblegó a Netanyahu a pactar una tregua con Hamas, lo que no augura el fin del
genocidio, por otro lado, seguro hará lo mismo con Zelenski, no implica un
mundo pacífico, como le dijo a Xi Jinping, el líder chino, sino el intento de
reconstruir un mundo bipolar liderado por Estados Unidos.
Detrás de ese mundo bipolar está, sin duda, el complejo militar-industrial,
las racistas, odiadoras, fascistas, misóginas redes sociales y las oligarquías
globales. El sueño de George Soros se hará realidad, pero para promover un
mundo fascista. Es el resultado de la globalización.
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