Pocos minutos después de asumir la presidencia de Estados Unidos, Donald
Trump anunció lo que previamente ya había declarado. Acorde con sus amenazas,
manoteos y golpes mediáticos, parece muy probable que la migración sea frenada
por al menos cuatro años. Igualmente, será importante considerar el impacto que
marcarán sus Órdenes ejecutivas en el sistema migratorio estadounidense. Es
decir, no se tratará solo de medidas antiinmigrantes, sino un cambio en la
legislación y el aparato que sostiene la inmigración en ese país –refugio,
estatus especiales, acogida, movilidad laboral, visas de todo tipo, etc. El Wall Street Journal, reportó que apenas
asumiera el poder, decretaría la emergencia fronteriza, declararía a los carteles
de la droga como organizaciones terroristas y anularía la Enmienda 14 que da a
los nacidos en Estados Unidos, la ciudadanía.
Sin embargo, las Órdenes ejecutivas tienen sus límites, además de que no
puede anular la Constitución estadounidense. Al parecer Norma Piña y sus
corruptos ministros le sirvieron de inspiración. No olvidemos la batalla que
han tenido que librar el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, contra las
perversas intenciones de la derecha, todavía adueñada de la SCJN y el Poder
Judicial en México. Por supuesto, es importante analizar el impacto de esas
Órdenes ejecutivas en la política inmigratoria y sus alcances continentales,
pues, aunque la inmigración es un tema exclusivo de Estados Unidos, un asunto
estrictamente doméstico, al declararlo cuestión de seguridad, extienden sus
alcances fuera de su territorio.
Asimismo, el freno a la migración tendrá implicaciones a nivel
latinoamericano y en otros países. En el caso de México, mientras las mafias de
la migración sigan alentando caravanas, el arribo de más inmigrantes a nuestro
territorio se convertirá en uno de los grandes retos. Las deportaciones a
México y Guatemala están en marcha, no con la masividad prometida, pero tanto
en la frontera como vía aérea, el gobierno mexicano ha recibido a los mexicanos
expulsados. Desde un principio, los expertos afirmaron que las expulsiones
podrían referirse a algunas categorías: personas que están en el sistema por delitos
menores; encarceladas por crímenes mayores, y quienes no obedecieron una orden
de deportación establecida. Asimismo, con la cancelación de la CBP-One, que bajo
el gobierno de Biden permitía solicitar cita, sobre todo a migrantes no
mexicanos, para revisar su caso de asilo, cientos, si no es que miles, se quedaron
varados en la frontera.
En este contexto declarativo, amenazante y retórico, vale la pena
comenzar el análisis de lo que parece la acentuada derechización de una parte
importante de la población latina o hispana. Sin prejuicios, es necesario revisar
cómo entre las diversas generaciones de inmigrantes mexicanos, guatemaltecos,
hondureños, etc., creció el huevo de la serpiente. Sin duda, muchos hispanos o
latinos buscan proteger lo que han construido social y económicamente desde su
arribo a Estados Unidos. También, es importante considerar los orígenes locales
de muchos inmigrantes a nivel latinoamericano. En el caso de México, los
orígenes rurales de la emigración pueden dar pistas sobre el conservadurismo
prevaleciente en las diferentes olas migratorias mexicanas al país del norte.
No se trata de criticar o denostar a la comunidad latina o hispana, sino
analizar con las herramientas y conceptos de las ciencias sociales y
humanidades, la respuesta migrante a la derechización de la política estadounidense.
Un proceso en el que el fascismo, el clasismo, el racismo, la discriminación y
el desprecio por los propios padres y madres de los inmigrantes y de sus
paisanos, prevalece. Lo que está siendo usado por la oligarquía de Estados
Unidos que ya se instaló en la Casa Blanca. El gobierno de los súper ricos y su
retórica neofascista, toca de manera particular el llamado sueño americano, el
que parece ser exclusivo para los blancos anglosajones.
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