viernes, 18 de abril de 2025

Teuchitlán: politización y uso carroñero de una tragedia

 

Es importante recordar que la desaparición forzada fue un hecho que el PRI realizó con entusiasmo durante sus casi 70 años de gobierno, práctica oprobiosa que el PAN elevó a máxima de la política de guerra que el asesino Felipe Calderón, con su narcofuncionario favorito, Genaro García Luna, ejerció sin remordimientos. Las ejecuciones sumarias o a escala menor –el caso del Tec de Monterrey es el más infame-, las desapariciones forzadas, donde el Estado mexicano y la delincuencia organizada tuvieron un papel central, los desplazamientos, los feminicidios, la criminalización de los jóvenes, eran un simple daño colateral, lo que muestra el desprecio del PRIAN por los mexicanos y la humanidad.

Con todo, para la derecha parece que esa historia de vilezas no cuenta. Hoy pretenden que las desapariciones forzadas son culpa de los gobiernos de la 4T, cuando se sabe que AMLO y Claudia Sheinbaum, jamás han ordenado u ordenarían hechos tan infames. El lavatorio de pies, en el que un jerarca de la Iglesia católica realizó ese acto simbólico de la tradición judeo-cristiana, que muestra la humildad de quien puso las bases de la religión judeo-cristiana, tanto a las madres buscadoras como a los migrantes, refleja sin ambages la politización y el uso carroñero de las víctimas y sus familiares.

En este sentido, no hay duda de que censura no hay. Tampoco que la derecha, en su afán de denostar, golpear, minimizar, humillar a una presidenta de la República que ha dado muestras de entereza, fuerza moral y autoridad política, sigue hundiéndose en sus propios miasmas. Asimismo, tenemos que recordar, por enésima ocasión, que X y otras redes sociales, son en realidades paralelas, porque los hashtags que denostan a AMLO y Claudia Sheinbaum, no son reales, son parte de campañas pagadas, con miles de bots que residen en países extranjeros, no de cuentas orgánicas. Los últimos números, que sitúan a la presidenta de México con más de 80% de aprobación, muestran la realidad cotidiana, no la de las redes sociales cargadas de odio.

Sin duda, Teuchitlán mostró claramente varias situaciones: el uso político y golpeteo de la izquierda buenaondita y la derecha –convergencia nada extraña en un México sobresaltado, sobre todo por los aranceles y las amenazas de Trump-, la filtración de un lugar que el año pasado fue asegurado, pero que la Fiscalía y el gobernador de Jalisco ocultaron, la visibilización de las familias buscadoras que, hay que decirlo, no han recibido el apoyo que el gobierno de la 4T debería darle, y un debate que resume odios y apoyos, lo que refleja la politización, el uso carroñero, la revictimización y el desprecio de la derecha por la verdad.

Ahora bien, Teuchitlán es un caso real. La FGR tendrá que aclarar lo que los familiares de desaparecidos denunciaron en su momento, pero que consientan el uso de su drama cae en la propaganda política golpeadora. Por ejemplo, exigen que renuncien todos los funcionarios que no los han atendido, pero adueñarse de posiciones en el aparato gubernamental, no implica que sus casos se resuelvan ipso facto. Buena parte de sus tragedias, deben ser atendidas por las fiscalías locales –lo que la ONU y la CIDH parecen no comprender-, las cuales deben ser increpadas y ser exigidas sus renuncias, pero olvidan que el PRIAN les dio autonomía, políticamente interesada.

Teuchitlán no es el único caso. Han sido descubiertas miles de fosas clandestinas y lugares en los que se han encontrado cientos de infamias. Como el caso de un rancho del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca de Tamaulipas, quien dice que fue objeto de una campaña de AMLO en su contra, mientras las evidencias en su contra se acumulan. García Cabeza de Vaca no es un perseguido político, es un político del PAN, corrupto, saqueador, ligado a la delincuencia organizada. Las familias buscadoras de sus desaparecidos, tienen una fe férrea, pues fueron educadas en el catolicismo, pero no ignoren que la Iglesia católica las usa políticamente.

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