La derecha y los medios corporativos fascistas en México, no tienen sutilezas
para su racismo, clasismo, discriminación. Cuando los machos clasistas y
racistas impusieron a Xóchitl Gálvez, la prensa, la radio, la televisión privadas,
las plataformas digitales y los vociferantes en las redes sociales de la
derecha, en particular en X, la comentocracia fascistoide, cerraron filas con
una narrativa con la que pretendieron engañar a los mexicanos con la cantaleta
de la “indígena” que se convirtió en empresaria, ocultando que usó sus cargos
como funcionaria pública para obtener contratos gubernamentales por miles de
millones de pesos. Esta “indígena” si obtuvo la lisonja, aplauso y apapacho de
la derecha –las caricaturas de la “aristócrata” escritora mexicana Guadalupe
Loaeza en el periódico Reforma,
siguen causando carcajadas.
Sin embargo, el mixteco Hugo Aguilar Ortiz, quien, acorde con las cifras
del conteo del INE, ocupará la presidencia de la SCJN, es fruto ya de una feroz
campaña de la derecha y los fascistas. Una campaña racista, clasista,
discriminatoria. Es de esos “indígenas” que a la derecha y a los fascistas no
les “gusta”. Ya sea por su cercanía a AMLO, su probada participación como parte
del cuerpo de asesores del EZLN durante la firma de los Acuerdos de San Andrés
Larraínzar, sus luchas por los pueblos originarios, su declaración de que no
usará la toga aristocrática de la recién desmontada corrupta SCJN, lo que
declare y haga no es de “indígenas buenos”, los que la derecha y los fascistas
mexicanos prefieren, como lo fue el caso de la “indígena” Xóchitl Gálvez.
La 4T cometió un garrafal error al compararlo con Benito Juárez, aunque
no sería el primer indígena en ocupar la presidencia o un cargo de ministro en
la SCJN. Benito Juárez, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, “El
Nigromante”, lo precedieron en el siglo XIX. Además de activista y defensor de
pueblos indígenas, ocupó diversos cargos públicos durante el gobierno de AMLO,
hechos que usa la derecha y el fascismo mexicanos para denostarlo como “indígena
malo” y que, con la llegada de ministros afines a la 4T, el actual gobierno “capturó”,
no solo la SCJN, sino todo el Poder Judicial. Pero, recordemos que la derecha
renunció al voto y los medios corporativos de la derecha entusiastamente armaron
la campaña contra la elección judicial.
Como quiera, poco más de 6 millones de votos, según el INE, son
suficientes para darle legitimidad a quien podría ser el próximo presidente de
la SCJN. En este sentido, los “argumentos” de la derecha partidista e
intelectualoide son absolutamente falsos. La elección judicial no está sujeta a
un mínimo o máximo de votos. Legítima y legal la elección, es constitucional. La
derecha puede ampararse, lo cual no procede, e impugnar ante el TEPJF, pero ese
tribunal debe tener claro que la derecha no puede borrar un ejercicio ciudadano
legal, constitucional. Impugnar a partir de la falsedad de que 13 millones de
votos son pocos, significa un feroz desprecio contra la ciudadanía. Es decir,
solo sus huestes partidistas pueden “legitimar” un ejercicio de participación
ciudadana, lo cual es falso. La democracia participativa va.
Ahora bien, no es que la derecha “no entienda” o sea simplemente
ignorante sobre cualquier tema promovido por la 4T, Morena y su coalición, no. Como
no tienen un proyecto alterno de nación, pues lo único que quieren es regresar
al pasado de corrupción, impunidad, represión, privilegios e ilegalidad que
prevaleció durante la larga noche neoliberal, saben bien que los mexicanos no
van a votar por ellos. Los cerca de 13 millones de mexicanos que votaron,
decidieron asistir a las urnas para cambiar de tajo a un órgano del Estado
mexicano corroído por la corrupción, los privilegios, la impunidad y la
ilegitimidad. Los mexicanos que votaron, tenían consciencia al asistir a las
urnas, aunque hayan llevado sus apuntes, acordeones o lo que fuera, por la
complejidad del proceso electoral. Hubo estados donde el votante recibió entre
11 y 13 boletas, las que incluían candidatos federales y estatales. Una elección
que fue un reto para los mexicanos.
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