La violencia en las aulas, de distinto nivel educativo en México, no es
nueva. Lo ocurrido recientemente en un CCH de la UNAM, es escandaloso por el
impacto mediático que se está generando. No minimizo el problema que implicó
que un estudiante llegara al plantel universitario a atacar a otro estudiante,
hasta matarlo, lo que incluso, al parecer difundió en sus redes sociales, sino
que es parte de un problema que está presente en la escuela mexicana: bullying,
acoso –entre estudiantes y docentes a alumnas, entre otros casos-, maltrato,
violencia en general, que no son atendidos por las autoridades, menos por los
docentes, quienes saben qué pasa en sus aulas y en sus instituciones. Aunque los
medios corporativos golpistas muchas veces no recogen lo que pasa en otras
instancias educativas, a veces hay situaciones que trascienden o la gente se
entera de situaciones graves o que son ignoradas por las autoridades educativas
y docentes, a pesar de que la violencia sucede ante sus ojos. También, hay que
decirlo sin ambages: hay padres y madres cuyos hijos e hijas ejercen violencia
en contra de otros/as estudiantes, sin hacer nada al respecto.
Diversos estudios concluyen que la violencia en las aulas, es parte de
la violencia doméstica. No en un sentido causa-efecto, pero si como parte de un
contexto en el que prevalecen diversas formas de violencia doméstica y en las
aulas. Uno de los problemas es que, tanto en la familia como en las
instituciones educativas, el problema no es dimensionado como un grave
problema. No acostumbro personalizar mis notas, pero este escribano fue objeto
de bullying y acoso, tanto en la escuela primaria, secundaria como en el
bachillerato, pero, a pesar de mis denuncias, jamás fue atendido el asunto. En el
bachillerato más bien fue acoso, sin tanta violencia, pero violencia al fin. Entonces,
nada nuevo en la mediatización de lo sucedido en el CCH de la UNAM. La cuestión
es pasar de la mediatización a una atención real de las problemáticas que
suceden en las escuelas, de cualquier nivel educativo. No se si el problema
tenga que ver con “problemas mentales”, lo que creo que es más complejo, pues
en algunos medios se ha intentado dar salida a esta situación con el campo de
los problemas mentales, pero el agresor requerirá de una evaluación puntual.
Ahora bien, no se trata de que el agresor sea evaluado acorde con
ciertos instrumentos psiquiátricos y psicológicos, y se concluya que sus “fantasmas
mentales”, como en Estados Unidos, en casos similares, lo llevaron a la
agresión mortal. En México, debemos insistir en las raíces de la violencia y
sus contextos colectivos. Si en la familia la violencia doméstica es
generalizada, algunos niños, niñas y adolescentes, suelen reproducir algunas situaciones
relacionadas con esos tipos de violencia. En procesos sociales, como antropólogo
e historiador lo planteo, no hay univocidad causa-efecto, pero es necesario
analizar contextos y situaciones que surgen en la familia, además de sus
implicaciones en otros lugares. La violencia no es unívoca, no proviene de
contextos únicos, menos de situaciones únicas.
La violencia es parte de contextos sociales, económicos e ideológicos
determinados. No es que el agresor responda solo a esas determinantes, pero sí
de situaciones individuales y colectivas en las que la vida individual es
insoportable, explosiva, y la respuesta sea la agresión asesina. No hay duda
que el agresor tendrá que enfrentar a sus fantasmas en la cárcel, pero debería
ser cuestionado por agredir a un compañero de manera frontal. Intentó
suicidarse, pero solo se fracturó sus piernas. Es el momento de repensar qué
está haciendo la familia con adolescentes que agreden de esta manera a
compañeros. Porque no es solo un asunto familiar, sino también individual y
colectivo. Individual porque la respuesta del agresor es individual y es
urgente analizar. Colectivo, porque es necesario analizar su contexto social,
no solo familiar. En Estados Unidos, las agresiones individuales son
catalogadas como mentalmente motivadas por individuos, pero se niega el
contexto. Es necesario que, en México, se analice de modo diferente. Los
agresores no son solo individuos, son parte de comunidades y familias en las
que algo sucede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario