En Estados Unidos, con la presentación de un
acuerdo inicial entre congresistas demócratas y republicanos, y un discurso
presidencial al día siguiente, se reabrió el camino que finalmente podría ser
pavimentado por una reforma migratoria integral que corrija el sistema
migratorio de ese país.
Pro-inmigrantes y antiinmigrantes coinciden en
que el sistema migratorio estadounidense está roto desde hace por lo menos dos
décadas, por lo que su reforma es urgente. En ambos casos también se plantea
que la solución tiene que ser integral, pero con matices.
Los republicanos extremos y el Tea Party,
privilegian un sistema migratorio restrictivo, el reforzamiento de las
fronteras, particularmente la compartida con México, medidas severas para
expulsar a los 12 millones de inmigrantes indocumentados, y leyes locales
antiinmigrantes.
Por su parte, importantes demócratas, grupos y
abogados pro-inmigrantes, favorecen normas que permitan otorgar la ciudadanía a
los indocumentados, la ampliación de algunos programas de trabajadores
huéspedes, restricciones a las leyes locales antiinmigrantes, y el
reforzamiento del sistema migratorio.
Ambas posiciones, con matices de diverso tipo, deberán
generar coincidencias para que a fines de este año esté lista una propuesta
que, desde nuestra perspectiva, recogería la idea de la integralidad, pero
también aspectos restrictivos, si tomamos en cuenta la política inmigratoria
actual.
El otorgamiento de la ciudadanía podría tener
múltiples filtros para quienes la soliciten, además de ponerlo en la fila que
está precedida por cientos, quizás miles de solicitudes de inmigrantes que
desean vivir en Estados Unidos y que han seguido los procedimientos acorde con
la normatividad vigente.
Dicha situación podría abrir el camino a un
esquema de inmigrantes de primera y segunda; los de primera serían los
migrantes sin antecedentes, respetuosos de la normatividad, mientras los de
segunda serían aquellos que ingresaron a territorio estadounidense violentando
las leyes vigentes.
Otro aspecto restrictivo está relacionado con
la política inmigratoria vigente. En el primer mandato de Obama, han sido
deportados más de 350 mil migrantes anualmente. Adicionalmente, se reforzaron
medidas que tienden a criminalizar a los indocumentados (redadas en las
fábricas, comunidades seguras, etc.).
El descenso de la inmigración a Estados Unidos tiene
un precio muy alto. Las deportaciones han tendido a limitar el ingreso de
nuevos migrantes, pero su intención principal ha sido expulsar a los que
califican como “indeseables”, con la finalidad de reducir el número de
indocumentados a un número “manejable”.
Sin duda, esta política inmigratoria tiene una
importante intencionalidad política, con la cual se llega a la discusión de la
reforma migratoria como moneda de cambio para que los extremistas de derecha
observen el “compromiso” de la administración de Obama por reparar el sistema
migratorio roto.
Por supuesto que la reforma migratoria incluiría
aspectos positivos. Es el caso de los “dreamers”, los familiares de los
migrantes que esperan se acepte su solicitud, y la posibilidad de ampliar los
programas de visas temporales, como el H2A, que lleva trabajadores agrícolas a
Estados Unidos.
Es probable que, como ocurrió en la última
década del siglo XX con la amnistía que impulsó la IRCA (1986), muchos
indocumentados, al salir de las “sombras”, se incorporen a otros sectores
laborales, lo que tendría implicaciones en el sector agrícola, por lo que un programa
laboral agrícola será importante.
La reforma migratoria integral llevará en su
base restricciones importantes. Podría reconocer a los más de 8 millones de
mexicanos indocumentados como inmigrantes, no sólo como mano de obra barata
sustituible, pero implicaría más condicionantes, pues se ubican entre los
inmigrantes que rompieron la ley.
Ahora bien, lo lamentable es la simpleza de la
postura del gobierno de Enrique Peña Nieto. Al parecer, se le ha recomendado
saludar pero no participar activamente en el proceso. Como hasta la fecha, el
papel de México será de observador, pues los migrantes mexicanos son simple
mano de obra barata.
Obviedades.
1. La tragedia de PEMEX, cuyo saldo en muertos llegó a 37, seguirá dando pié a
especulaciones, pues la supuesta acumulación de gas que los gobiernos federal y
de la ciudad de México dicen fue el origen de la mortal explosión, no será
suficiente explicación mientras el petróleo mexicano siga siendo ofertado a
cualquier postor. 2. Es preocupante lo que parece está detrás del asesinato del
encarga do de la presidencia municipal de Nahuatzen; además de otro
funcionario, agregado a la ya larga lista de funcionarios ejecutados a nivel
nacional, refleja la creciente inseguridad y el accionar sin límites del crimen
organizado. 3. El conflicto en la UMSNH está rodeado también de múltiples
desaciertos y desencuentros; unos heredados de administraciones pasadas y otros
provocados por la impericia. En el sainete que busca confirmar privilegios
inconfesables de un sindicalismo que ha perdido toda proporción, pierden los
estudiantes y la institución. 4. Y las remesas cayeron de nuevo. De 4.4 por ciento fue la caída, la sexta baja
mensual consecutiva. La principal causa es la lenta recuperación económica
estadounidense, particularmente los sectores donde la mayoría de los
indocumentados. La reducción anual quedó en 1.57 por ciento para 2012. 5. Y la
“industria del crimen” sigue en ascenso: según el Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), las denuncias por secuestro
crecieron en Tamaulipas, Michoacán y el Estado de México, aunque a nivel
nacional tendieron a bajar.
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