Con la salida del exministro Luis María Aguilar, a fines del 2024, la
aplanadora de la SCJN, conformada ahora por 7 ministros derechistas que
pretenden legislar en contra del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, cae
en la irrelevancia. La derecha partidista, “ciudadanos” y organizaciones
financiadas por la oligarquía golpista, que presentan amparos en contra de las
reformas constitucionales, las cuales son improcedentes e ilegales, pero que
los ministros derechistas aceptan con la finalidad de golpear a los
legisladores, los Congresos estatales y la presidenta de México, se han quedado
sin cómplices en la SCJN. Como ya se había hecho regular, la derecha siempre
votaba en contra de las reformas constitucionales por supuestas violaciones al
proceso legislativo. Una imbecilidad golpista para oponerse a las reformas
constitucionales, en las que la SCJN nada tiene que hacer ni decir. SCJN
golpista, fascista.
La decadencia de la SCJN tiene sus contrastes. De un lado avala la ilegal
suspensión del Poder Judicial para continuar con los trabajos del comité que
debe analizar a quienes se inscribieron para competir electoralmente en junio
de 2025. Lo interesante de esta suspensión es que quienes se podrían quedar sin
registrar a los cargos en competencia, no dicen nada. No se amparan, no dan
entrevistas. Solo se someten a los designios de la derecha judicial. Por otro
lado, la mayoría de la SCJN no puede echar abajo –ilegalmente- buena parte de
las reformas empujadas a la Constitución. El patetismo de la SCJN ha implicado
que dictámenes en contra, sean retirados porque se sabe que no van a obtener la
mayoría para disputarle el poder al Congreso constituyente. No porque no lo
pretendan, sino porque sus siete votos no les alcanzan para repeler leyes
constitucionales que la derecha partidista promueve a través de amparos
ilegales.
Sin duda, en los hechos, el Poder Judicial, se ha erigido en el gran represor,
fascista e intentando un golpe de Estado para amedrentar a los ciudadanos. Deleznable
y corrupto. Nada tiene que hacer. Su intentona siniestra solo revela la
decadencia de ese sistema judicial. Al Poder Judicial y la SCJN solo le
importan las elites, no los ciudadanos. Cada vez que aceptan un amparo –ilegal-
y liberan delincuentes, mientras miles de personas no tienen una sentencia, el
Poder Judicial refrenda su corrupción y saqueo al gobierno y al pueblo
mexicano. La reciente resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, la única instancia constitucionalmente superior, que ordena al
comité del Poder Judicial reiniciar sus trabajos y prepara una acusación en
contra del juez de distrito de Michoacán que “ordenó” detener dicho proceso,
señala sin ambages que el amparo en contra de la elección de personas
juzgadoras no procede, además de recalcar que ningún juez tiene atribuciones en
este campo.
El nuevo tropiezo de Norma Piña, presidenta de la SCJN que se presta a
manipular y violentar la ley, para favorecer a la derecha, resalta, no solo su fiasco
político, sino también el fin de una carrera judicial que avanzó por voluntad
expresa de otro hombre, Enrique Peña Nieto, cuando aún era presidente de
México. La mujer que afirmó, cuando fue electa presidenta del más alto tribunal
del país, que rompía el piso de cristal, es en realidad rehén del patriarcado
político y sus usos. Detrás están los hombres –Claudio X. González, presidentes
de partidos políticos derechistas, empresarios que financia al golpismo, etc.-
que le dicen qué hacer y cómo violentar las leyes y la Constitución mexicana. En
este tiempo de mujeres, la ministra Piña llegó al poder para caer de manera
estrepitosa. Si bien se retirará con cuantiosos recursos del erario público para
inventar un despecho de abogados que busque seguir su guerra patriarcal en
contra el gobierno mexicano.
Asimismo, desafortunadamente, su actuación ha llevado a la decadencia de
la SCJN. Sin freno, manipula, miente, violenta la normativa vigente e intenta
declarar, con sus cómplices ministros y una ministra, la inconstitucionalidad
de la Constitución mexicana.
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