miércoles, 30 de abril de 2025

Apagón en España

 

El 28 de abril de 2025, España, Portugal y parte de Francia se quedaron a oscuras. El apagón duró entre 6 y 10 horas. Esta situación, se recordará como los sucesos de Texas, en Estados Unidos, donde entre el 13 y 17 de febrero de 2021, se desconectaron 4,5 millones de personas y negocios, lo que incluso implicó un alza inusitada de las tarifas, a pesar de que la ciudadanía se quedó sin luz eléctrica. También, del 25 de febrero al 13 de marzo de 2025, en Chile 19.5 millones de habitantes sufrieron su propio apagón. Según el gobierno chileno, 12 compañías enfrentarían cargos. El hecho es que estos tres apagones tienen algo en común: la privatización de los sistemas eléctricos de estos cinco países. Y, curiosamente, son compañías privadas que presumen producir “energías limpias”, pero, al parecer, desconectaron unas u otras no tienen, por creer que no hacen falta o por ahorrar, plantas de recuperación con “energías no renovables”.

Si bien, la transición a las energías renovables es fundamental para aliviar, aunque sea mínimamente, el cambio climático, pero dejar esas plantas a las compañías privadas, a las que el derecho ciudadano a la energía eléctrica y la soberanía energética, son “irregularidades” que el mercado no se puede permitir. El regulador es el mercado y su accionar está por encima de derechos ciudadanos, Estados-nación, soberanía energética y cualquier mecanismo que “distorsione” al mercado. Los hechos antes comentados, son reales, sucedieron, uno en el 2021, el cual afectó a parte del norte de México, situación que la CFE superó en tiempo record durante el gobierno de AMLO, mientras en España, Portugal, parte de Francia y Chile, después de al menos horas y días, se recuperó la energía eléctrica.

La transición a las energías renovables es crucial, pero si se depende, en su totalidad de las compañías privadas, los apagones podrían convertirse en cotidianas, con el agravante de que a las empresas privadas no les importan los derechos ciudadanos, sino particularmente la ganancia. La soberanía energética no es una entelequia, tampoco un planteamiento del pasado. Es real e ignorarla es someter a los ciudadanos de un país a los arbitrarios designios del marcado y de los empresarios privados. En México, la recuperación de las empresas estatales, como la CFE y PEMEX, son decisivas para ejercer políticas públicas a favor de los ciudadanos. En el caso de la energía eléctrica, recordemos que antes de 2018 y de la defenestrada reforma eléctrica por la SCJN posteriormente, cómo los recibos de CFE se dispararon hasta ser impagables. Los habitantes del norte del país, sobre todo ante las altas temperaturas de primavera-verano, fueron las víctimas de los apagones.

En España, Portugal y parte de Francia, la recuperación de la energía eléctrica fue gracias a la empresa francesa pública, la que fue nacionalizada en 2023, después de depender de la empresa privada. En el contexto de Europa y la Unión Europea, no es casual que una empresa pública haga lo que las empresas privadas no harán nada, nunca. Solo falta ver en cuánto aumentarán las tarifas después de este infame apagón, que de seguro será subsidiado por el gobierno español para proteger a las empresas españolas ineficientes, corruptas y que atentan en contra de los usuarios. Seguir confiando en las empresas privadas proveedoras de servicios eléctricos, es la peor apuesta del gobierno español. A las empresas privadas no les interesan los derechos de los ciudadanos. El Estado español no puede seguir protegiendo a empresas privadas ineficientes y corruptas. La energía eléctrica, no es solo es un derecho, sino también un bien público que debe ser protegido por el Estado, para favorecer a la ciudadanía. No se trata de no cobrar por el servicio, pero sí atenuar las implicaciones de que el mercado “regule” un servicio, un derecho. Las energías limpias son fundamentales para la transición energética, pero no pueden ser la punta de lanza de una derecha empresarial a la que no le importan los consumidores, los ciudadanos.

El fraude intelectual

 

Una de las sacudidas impulsadas por AMLO y la 4T, fue poner al descubierto cómo la intelectualidad de la derecha mexicana convirtió la información, el conocimiento, el pensamiento, la reflexión, en una mercancía. Los intelectuales encumbrados por el neoliberalismo en México, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, entre los más conocidos, cabeza de grupos que se organizaron alrededor de algunas figuras, como Octavio Paz, y grupos editoriales que publican las revistas Nexos y Vuelta-Letras Libres, convirtieron la producción de conocimiento y la información en simples mercancías, narrativas al costo y a favor de los gobiernos del PRIAN para justificar la pobreza, la brutal contención salarial, la concentración de la riqueza en pocas manos, el saqueo, la corrupción, los crímenes del gobierno y el Estado mexicano, entre otros.

Cuando Enrique Krauze escribió su ensayo sobre la democracia sin adjetivos, pretendió vender una idea liberal en la que la ideología y la política eran neutras. Si El fin de la historia de Francis Fukuyama anunció la omnisciencia capitalista, Krauze pretendió que en México la democracia se quedara en las urnas, negando la ciudadanización, advirtiendo que solo los partidos políticos y el sistema eran los legítimos manejadores de un proceso en el que el voto se quedaba en las cuentas alegres de los organismos electorales. La historia de la democracia mexicana, como el neoliberalismo la concebía, era el principal bastión de la derecha y el mercado regularía todo. La estafa intelectual de la derecha fincaba el fraude en la supuesta neutralidad, la operación de instancias que resguardarían una democracia edulcorada, además de proteger que los ciudadanos ejercieran alguna ciudadanía efectiva.

Por su parte, el grupo que creció alrededor de la revista Nexos, osciló entre ciertos esfuerzos de pretensiones filosóficas liberales, que finalmente se convirtieron en justificación neoliberal, y una narrativa que hizo de la democracia sin adjetivos el principal objetivo del neoliberalismo en boga. Por su parte, Vuelta-Letras Libres, es una revista que, sin cortapisas, celebra el neoliberalismo. Octavio Paz y Enrique Krauze hablan de liberalismo, pero en realidad están justificando al naciente neoliberalismo en México. Y es una de las tragedias del neoliberalismo. La derecha intelectual mexicana, no solo falla en el pensamiento y el conocimiento, sino traiciona al mismo liberalismo. Carlos Salinas compró a Octavio Paz, Nobel de literatura mexicano, con una prodigiosa producción, pero que sucumbió a las lisonjas y el presupuesto gubernamental.

Los intelectuales derechistas mexicanos, no solo fracasaron en justificar el saqueo y la corrupción, primero del PRI, después del PAN, sino que nunca construyeron un discurso alterno. Durante 30 años publicaron artículos y libros que tuvieron al neoliberalismo como la única opción intelectual. Es decir, el pensamiento único. Nunca debatieron, solo justificaron, a pesar de las evidencias que les decían lo contrario. Incluso pensadores tan interesantes, fueron seducidos por la derecha y fueron asiduos publicantes en Nexos y Vuelta-Letras Libres. La llamada intelectualidad mexicana se centró en ideas que en realidad justificaban las atrocidades del neoliberalismo. Como Rolando Cordera Campos, quien publica en La Jornada –y en Nexos- unas diatribas en contra de AMLO, la 4T, Morena y Claudia Sheinbaum. Supone que es un “izquierdista” prístino.

Parece ser que la intelectualidad mexicana, la derecha intelectual, no puede producir nada diferente a las mentiras, el odio y el saqueo. Es patético escuchar, por ejemplo, a Héctor Aguilar Camín, insultando al expresidente AMLO y afirmando que estamos en un país autoritario. Lo mismo con Enrique Krauze, aludiendo cotidianamente al autoritarismo y que México se convertirá pronto en Venezuela. Pero ni siquiera saben qué sucede en Venezuela. Solo parten de las acusaciones de la derecha de ese país. Pero no hay ideas, solo golpeteo político. Venezuela es un país que ha logrado resistir a la invasión y Washington. No hay nada nuevo. La intelectualidad derechista mexicana no perdió nada. Es la basura del país.

La reciente diatriba de Ernesto Zedillo, a quien acude la derecha como su vocero, a partir del mito genial del demócrata Zedillo, cuya decrepitud es más que evidente en Letras Libres y el periódico El Financiero. Si Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, son el fraude de la intelectualidad mexicana derechista, el expresidente apuntala dicha narrativa fraudulenta. Exige argumentos, pero intenta, en su egomaníaca visión, que lo traten como el “padre” de una democracia que no fue. Fue el padre del FOBAPROA, los privilegios de unos cuantos, el hundimiento de las clases medias y pobres mexicanas, las masacres contra indígenas y campesinos. Presume un crecimiento económico después del desastre económico de diciembre de 1994, pero este abrió las puertas para ese crecimiento a costa de millones de mexicanos, y a favor de unos pocos.