El “fantasma comunista” sigue recorriendo América Latina. Excepto en
Chile, cuyo presidentito le entregará pronto a la derecha su malgastado e
imberbe mandato, Colombia y Brasil, al sumarse al coro antiVenezuela, quizás
ignoran su propia historia de venganzas de la ultraderecha. En Brasil, Luis
Inazio Lula Da Silva, fue encarcelado por la derecha sin ambages, sin importarle
que concluyó su mandato con 80% de aprobación. En Colombia, el actual
presidente Petro, podría terminar en la cárcel, antes o después de finalizar su
mandato. Pero, tanto Lula como Petro, han decidido alinearse con la parafernalia
del Centro Carter y Estados Unidos, para cuestionar los resultados de la elección
en Venezuela. ¿Desde cuándo un Think Tank estadounidense es la “autoridad”
electoral de un país para pretender derribar a un gobierno soberano? De lo que
se trata, es justificar, tanto la intervención y el golpismo de Estados Unidos,
como de exaltar a la derecha fascista –Corina Machado- para pretender derribar al
gobierno venezolano.
Washington sigue jugando, política y golpistamente, con el “fantasma
comunista”, sin pretender entender que América Latina no es, como su obsoleta,
fascista y golpista doctrina Monroe pretende, soberanía y libertad. La URSS y
el socialismo realmente existente, sucumbieron al capitalismo en 1989. Y en
Occidente, la herencia comunista, los partidos comunistas y el marxismo, solo
conocieron el escarnio y el golpeteo, que a veces alcanzó la purga fascista,
que obligó a movimientos y personajes legítimos, a ocultarse, como en los
grandes tiempos del nazifascismo y el estalinismo. En América Latina, las
supuestas “amenazas” al imperio estadounidense, provendrían de Cuba y Venezuela,
dos pequeños países, cuyos habitantes han sufrido las mayores amenazas por
medio de bloqueos y robo de sus activos –caso Venezuela. Lo único que ha
conseguido el imperio, es empujar a miles de cubanos y venezolanos a emigrar. Unos
seducidos por las mieles del capitalismo, otros por la miseria inducida por el
bloqueo estadounidense.
Que el Centro Carter, “dude” de los resultados de las elecciones venezolanas,
pero que reciba con particular ahínco lo que la derecha venezolana les dice que
“sucedió”, es realmente vergonzoso. Asimismo, que sectores “izquierdistas”, se
lancen en contra de Nicolás Maduro, es nefasto. Esta posición de la “izquierda”
en Latinoamérica, solo refleja su colonización imperialista, falta de juicio,
estupidez y alineamiento a Washington. La izquierda en América Latina, no solo
ha perdido el rumbo, sino que es manipulable y sin rumbo. Al parecer, esa
izquierda prefiere que Washington les dicte para dónde moverse. Ningún Think
Tank estadounidense es “progresista”. Todos oscilan entre la derecha, cierto
centrismo y el fascismo. Y todos tienen financiamiento gubernamental y privado.
El Centro Carter se ubica en cierto centrismo del partido demócrata, pero jamás
a la izquierda. Es, como muchos intelectuales estadounidenses, un nido de
contradicciones que viven del subsidio de agencias gubernamentales estadounidenses,
empresas transnacionales y oligarcas globales. No hay, ni habrá, análisis. Solo
condenas imperialistas.
En Venezuela, no se juega el futuro de Latinoamérica, pero si el futuro
del golpismo derechista y fascista financiado por Washington. La reacción de
Occidente, financiada por Estados Unidos, responde al desprecio a la
democracia. Venezuela tiene años, décadas, sometiéndose al escrutinio de las
urnas, acorde con los estándares de la democracia burguesa. Y hay que
reconocer, que el 50% que obtuvo Nicolás Maduro, revela el desgaste de la vía
bolivariana. Y es necesario renovar el vínculo con el pueblo venezolano. La próxima
vez, el fascismo arribará al poder. Y Nicolás Maduro debe saberlo. Urge, no
hacer caso de que organismos de Occidente exijan –con qué derecho- clarificar
actas, conteos. Es importante transparentar la elección, pero tampoco claudicar
por una Venezuela libre.